El algodón de Xinjiang es uno de los mejores tejidos del mundo. También, dicen los defensores de los derechos humanos, es producido usando mano de obra sometida a trabajo forzoso.
Algunas marcas de ropa occidentales lo han eliminado de sus cadenas de suministro, lo que ha provocado una reacción negativa de parte de celebridades y de internautas chinos.
Bienvenidos a la disputa sobre el algodón de la región china de Xinjiang.
Grupos de derechos humanos dicen que la minoría uigur de Xinjiang está siendo perseguida y reclutada para realizar trabajos forzados.
La evidencia que ha sido mostrada a la BBC sugiere que cada año más de medio millón de miembros de la minoría uigur están siendo enviados a trabajar en la temporada de recolección de algodón en condiciones que parecen aumentar el ya alto riesgo de que sean coaccionados.
“En este momento, existe casi la certeza de que cualquier marca de ropa que esté obteniendo prendas de vestir, telas, hilados o algodón de la región uigur se está beneficiando de las violaciones de los derechos humanos, incluido el trabajo forzoso tanto en la región uigur como, en general, en toda China”, dice la “Coalición para poner fin al trabajo forzoso en la región uigur”, cuyos miembros incluyen a la ONG Anti-Slavery International y al Congreso Mundial Uigur, una organización que reúne a los grupos uigures en el exilio.
Puede ser difícil de precisar, ya que gran parte termina incorporado en las cadenas de suministro globales. Pero si tienes en cuenta que el algodón de Xinjiang representa el 85% de la producción china y el 20% de la oferta mundial, es muy probable que tenga algo en su armario.
Hay dos formas de indagar al respecto: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
Los comercios minoristas normalmente solo conocen el primer nivel de su cadena de suministro.
Por ejemplo, un minorista encarga una camisa a un proveedor, que compra la tela a una fábrica, que aqduiere el hilo de una hilandería, que compra el algodón a un vendedor, que obtiene el algodón de cualquier cantidad de granjas.
Rastrear el algodón hasta una granja específica es casi imposible: simplemente hay demasiadas.
Piense en la cadena de suministro como un reloj de arena: hay cientos de miles de granjas y casi la misma cantidad de fábricas de ropa. Las hilanderías en el medio son el punto angosto, donde el algodón se mezcla y se convierte en hilo.
Los mecanismos de certificación de las fábricas de algodón, como Yarn Ethically & Sustainably Sourced (Yess), funcionan para eliminar el trabajo forzoso de la cadena de suministro.
Pero eso resulta de ayuda limitada para el consumidor que solo está comprando un par de jeans en la página web de un comercio minorista.
“Si realmente quieres estar seguro de poder determinar el origen del algodón en tus jeans, debes buscar algodón orgánico de Soil Association o Fairtrade”, aconseja Clare Lissaman de Common Objective (CO), una plataforma de abastecimiento de moda sostenible.
China rechaza las acusaciones de utilizar trabajo forzoso y niega estar manteniendo a los uigures en campos de detención.
Pekín también asegura que los campamentos son instalaciones de “reeducación” que se utilizan para combatir el terrorismo.
Muchos chinos han propuesto hacer un boicot a las marcas occidentales, incluidas Nike y H&M, después de que expresaron su preocupación por el presunto uso de mano de obra uigur sometida a trabajo forzoso.
H&M fue eliminada de los sitios de comercio electrónico chinos, incluidos Pinduoduo, JD.com y Tmall.
Burberry perdió a una embajadora de la marca, la actriz Zhou Dongyu. Y no fue la única marca. En 48 horas, 27 celebridades chinas cortaron lazos con empresas como Adidas, Calvin Klein y Nike.
Xinjiang, la región más grande de China, produce alrededor de una quinta parte del algodón del mundo.
Aunque en teoría se trata de una comunidad autónoma, en la práctica se enfrenta a una serie de restricciones que solo se han incrementado en los últimos años.
Millones de uigures de China, una minoría musulmana que se ve a sí misma como cultural y étnicamente cercana a las naciones de Asia Central, viven en Xinjiang.
En las últimas décadas, la migración masiva a Xinjiang de chinos pertenecientes a la etnia Han (el grupo mayoritario del país) ha alimentado las tensiones con los uigures, que en algunos momentos ha derivado en hechos de violencia con consecuencias mortales.
Esto ha resultado en una represión masiva y en un extenso programa de vigilancia estatal, que según los críticos viola los derechos humanos de los uigures.
China dice que tales medidas son necesarias para combatir el separatismo y el terrorismo.
Las autoridades chinas han detenido a uigures en campamentos, desde donde han surgido denuncias de tortura, trabajo forzoso y abuso sexual.
Pekín niega estos señalamientos y afirma que estos centros son instalaciones de “reeducación” destinadas a sacar a los uigures de la pobreza.