¿Y si hubieran sido manifestantes afroestadounidenses habría pasado lo mismo?
El asalto al Capitolio de Estados Unidos que ejecutó este miércoles una multitud de seguidores del presidente Donald Trump causó estupor no solamente por tratarse de un evento insólito, sino también por la facilidad con la que la muchedumbre logró superar a las fuerzas de seguridad e ingresar en el Congreso.
Este jueves, el presidente electo Joe Biden contrastó la respuesta que ofrecieron las fuerzas del orden el miércoles con la que ofrecieron en junio pasado cuando en la capital hubo varias protestas organizadas por el movimiento Black Lives Matter (BLM, por sus siglas en inglés) tras la muerte a manos de un policía blanco del afroestadounidense George Floyd.
En una declaración televisada, Biden comentó que su nieta le había enviado el miércoles una fotografía de un numeroso grupo de militares completamente equipados y alineados en las escaleras del Monumento a Lincoln de la capital estadounidense.
Habían sido desplegados como medida de precaución para hacer frente a una manifestación organizada por BLM en un momento de gran tensión en todo el país con protestas que habían derivado en episodios aislados de vandalismo.
“Nadie me puede decir que si hubiera sido un grupo de BLM los que protestaban ayer, no habrían sido tratados de una manera muy distinta que la multitud de matones que asaltaron el Capitolio. Todos sabemos que eso es cierto y es inaceptable. Completamente inaceptable”, señaló Biden.
Durante las protestas de BLM en junio, los manifestantes se congregaron en el parque Lafayette, a una calle de la Casa Blanca pero -según reseñó el diario británico The Guardian– no intentaron superar las barreras de seguridad.
De todos modos, fueron reprimidos por una fuerza conformada por la Policía de Washington, más de 5.000 efectivos de la Guardia Nacional, así como por agentes de otras agencias federales como la Policía de Parques.
En el caso de la manifestación organizada por los partidarios de Trump esta semana, la seguridad de la sede parlamentaria quedó casi exclusivamente en manos de la Policía del Capitolio, un cuerpo de 2.000 agentes que se vio rápidamente desbordado pese a la previsión de incidentes.
A solicitud de la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, 340 guardias nacionales también habían sido activados para la ocasión, pero la Guardia Nacional no fue desplegada frente al Capitolio, como sí ocurrió -y en números mucho más grandes- durante las protestas de Black Lives Matter de junio pasado.
Sólo tras la invasión del Capitolio se activaron la Guardia Nacional y otros cuerpos de seguridad para desalojar el edificio.