Aunque el país ha avanzado con rapidez en las jornadas de vacunación, ha tenido que imponer medidas de confinamiento porque registró un aumento de los casos.
Miguel Nicolelis habla de la situación de Brasil como un “Fukushima biológico”.
“Cuando la gente me pide que haga una metáfora, digo que para mí es como Chernóbil o Fukushima, un reactor nuclear, pero uno biológico, que está fuera de control en una reacción en cadena”, se explaya para BBC Mundo el reconocido neurocientífico y profesor de la Universidad de Duke (Estados Unidos) desde su casa en Sao Paulo.
Desde que comenzara la pandemia, la covid-19 ha dejado allí 13 millones de infectados y más de 350.000 muertos, convirtiendo a la nación sudamericana en el segundo país con más decesos después de EE.UU. (559.000), según datos de la Universidad Johns Hopkins.
Mientras se teme que una variante más contagiosa del virus, la P.1, esté impulsando el aumento de casos, no son pocos los expertos y trabajadores sanitarios que denuncian que el sistema de salud está, en algunas áreas, al borde del colapso.
En ese contexto, la de Nicolelis, quien ha asesorado a algunos estados de la región noreste del país en la lucha contra la enfermedad que causa el SARS-Cov-2, es una de las voces que alertan sobre la gravedad de la situación.
Según el experto, los factores que explican cómo Brasil se volvió un reactor nuclear biológico fuera de control se pueden resumir en tres: la “falta de liderazgo gubernamental, la ignorancia (del gobierno) y la confianza en noticias e información falsa o el negacionismo científico”.
Y para el científico, es fundamental que no sólo Latinoamérica sino el mundo sepan que lo que está pasando “no es culpa del pueblo brasileño”.
“Los brasileños quieren salir de esto, no quieren exportar variantes a todo el mundo”, señala, pero apunta a lo que considera ha sido una ausencia de estrategia y dirección para enfrentar la pandemia por parte del gobierno federal, al que acusa de carecer de empatía.
“El gobierno brasileño nunca diseñó una estrategia o tomó alguna iniciativa con la intención real de luchar contra la pandemia”.
Y así, advierte, Brasil se ha convertido en un semillero de variantes que amenazan al mundo. “Literalmente permitimos que este virus esté haciendo estragos por todo el país, que es enorme”.
“A pesar de que tenemos un sistema nacional de salud pública que es bastante bueno, el gobierno nunca lo aprovechó para financiarlo y fortalecerlo significativamente en medio de esta crisis”.
Como consecuencia, “estamos en medio de un colapso de la salud nacional, algo que nunca ha sucedido en la historia de Brasil”.
Varios estados han reportado escasez de suministros de oxígeno y sedantes.
Nicolelis habla además de la alta tasa de ocupación de las unidades de cuidados intensivos en varias zonas del país, cercano al 100% en algunos casos.
Todo esto es “la razón por la que tenemos tantos casos y tantas mutaciones que ocurren simultáneamente en todo el país”.
“Y cuando hay un número alto de mutaciones como las que estamos teniendo, el surgimiento de variantes es lo esperado. Es algo que puedes dar por sentado que va a suceder”.
El instituto brasileño de salud pública Fiocruz dice que ha detectado 92 variantes de coronavirus en el país, incluyendo la P.1.
Nicolelis cuestiona que en Brasil no se haya creado un comando central, un grupo de trabajo científico o “un liderazgo proveniente del presidente y de su gobierno que fuese eficaz para atender toda esta tragedia”.
“El presidente negó la gravedad de la crisis desde el principio”, recuerda el experto.
Ya en marzo de 2020, Jair Bolsonaro criticó el cierre de escuelas y comercios en algunas partes de su país por el coronavirus, al que comparó con una “gripecita” o “resfriadito”.
“Hizo campaña contra cualquier medida de aislamiento social, se opuso a las mascarillas”, prosigue el experto. Y eso, en su opinión, creó una “confusión masiva” en todo el país.
Nicolelis está lejos de ser el único que ha cuestionado la forma en la que el líder ha manejado la pandemia.
Médicos responsables de unidades de cuidados intensivos consultados por BBC Brasil señalaron que a pesar de ser defendido por el mandatario, el llamado “kit covid” o “tratamiento temprano” para el coronavirus contribuye a aumentar el número de muertes de pacientes críticos.
Y es que “más de un año después del inicio de la pandemia en la nación sudamericana, el líder sigue respaldando el uso de medicamentos como la hidroxicloroquina y la ivermectina, pese a que varias investigaciones indican que estos fármacos no son efectivos en el tratamiento de la covid-19″, señaló la periodista Nathalia Passarinho.
De acuerdo con el profesor, “si Brasil no está bajo control, (si hay) cientos de miles de casos todos los días, vamos a tener un depósito de nuevas variantes que pueden surgir y extenderse a América del Sur y a América Latina, y luego al mundo entero en cuestión de semanas”.
“Si se permite que tanta gente se infecte todos los días y no se hace nada para controlar esta pandemia aquí, el mundo entero sufrirá las consecuencias”.
Se trata, en su opinión, de una amenaza contra los esfuerzos de la comunidad internacional para frenar la pandemia.
Nicolelis es uno de los tantos expertos brasileños que cree que Brasil debe entrar en un confinamiento nacional.
“Sería la única alternativa que realmente tenemos en este momento para intentar bajar drástica y rápidamente el número de casos nuevos y reducir la transmisión del virus”, señala.
Pero Bolsonaro se opone a cualquier medida de confinamiento, pues sostiene que el daño a la economía sería peor que los efectos del propio virus y ha tratado de revertir, en los tribunales, algunas de las restricciones impuestas por las autoridades locales.
El presidente argumenta que las medidas de ese tipo hacen a los pobres más pobres.
Una de las prioridades, según Bolsonaro, es la vacunación masiva. De hecho, ya dijo que 2021 será “el año de la vacunación de los brasileños“.
“Estamos y hemos estado desde el principio luchando sin descanso contra la pandemia. Somos un ejemplo para el mundo”, indicó el presidente.
Según el Ministerio de Salud de Brasil, 24.809.790 personas han recibido ya la primera dosis y 8.000.733 la segunda, en un país de más de 210 millones de habitantes.
De acuerdo con el periodista de la BBC Jake Horton, para fines de marzo el país había recibido la mitad de las 46 millones de dosis que tenía como objetivo.
“Brasil ha ordenado ahora dosis suficientes para vacunar a toda su población, pero los críticos dicen que estos acuerdos llegaron demasiado tarde, ya que otros países grandes con un poder adquisitivo similar ahora están por delante en la cola”, señaló Horton.
Brasil, destacó, cuenta con “un sólido historial en la realización de campañas de vacunación y, en comparación con muchos otros países de América Latina, tiene una infraestructura de atención médica bien establecida”.
Sin embargo, explica Nicolelis, confiar en un programa de inmunización “claramente no es suficiente para solucionar el problema”.
Y Chile lo demuestra.
Para el docente, Chile se ha convertido en un ejemplo de lo que se debería hacer: una combinación de medidas.
Aunque el país ha avanzado con rapidez en las jornadas de vacunación, ha tenido que imponer medidas de confinamiento porque registró un aumento de los casos.
Y es que se ha demostrado que la vacunación no puede sustituir otras medidas de prevención, como el distanciamiento social y el uso de mascarillas.
Nicolelis, quien ha vivido en Estados Unidos desde 1989, cuenta que la pandemia lo agarró en Brasil cuando se encontraba visitando a su madre en Sao Paulo.
Fue invitado a coordinar un grupo de científicos para asesorar a los gobiernos de los estados del noreste del país de cara a la crisis generada por el nuevo coronavirus.
Por casi un año, trabajó como voluntario.
“Básicamente me encontré en medio de la crisis haciendo algo que había hecho cuando era estudiante de medicina, pues comencé mi carrera científica trabajando en temas epidemiológicos”.
Dice que, como muchos brasileños, se ha confinado por su cuenta en su apartamento por más de un año.
Entre las soluciones que vislumbra, insiste, está un confinamiento nacional, que dure al menos 30 días y que empiece cuanto antes, y que se pueda conseguir vacunar entre dos y tres millones de personas cada día.
“Hay soluciones”, dice, para evitar que se siga profundizando “la tragedia”.