Japón informa de los suicidios con mayor rapidez y precisión que cualquier otro país del mundo. A diferencia de la mayoría de los países, se recopilan las cifras al final de cada mes.
Japón informa de los suicidios con mayor rapidez y precisión que cualquier otro país del mundo. A diferencia de la mayoría de los países, se recopilan las cifras al final de cada mes.
Durante la pandemia de covid-19 los números han contado una historia inquietante.
En 2020, las tasas de suicidio en Japón subieron por primera vez en 11 años. Lo más sorprendente es que, mientras los suicidios masculinos descendieron ligeramente, las tasas entre las mujeres se dispararon casi un 15%.
Solo en octubre, la tasa de suicidios femeninos en el país dio un salto de más del 70%, en comparación con el mismo mes del año anterior.
¿Qué está ocurriendo? ¿Y por qué la pandemia parece estar afectando mucho más a las mujeres que a los hombres?
*Advertencia: Algunos pueden encontrar el contenido de esta historia perturbador
Encontrarse cara a cara con una joven que ha intentado suicidarse en repetidas ocasiones es una experiencia inquietante. Ha despertado en mí un nuevo respeto por quienes trabajan en la prevención del suicidio.
Estoy sentada en un centro de acogida en el barrio rojo de Yokohama, dirigido por una organización benéfica dedicada a la prevención del suicidio que se llama Proyecto Bond.
Al otro lado de la mesa hay una mujer de 19 años, con el pelo recogido. Está sentada. Muy quieta.
En silencio, sin mostrar emoción alguna, empieza a contarme su historia.
Dice que todo empezó cuando tenía 15 años. Su hermano mayor empezó a abusar de ella con violencia. Al final se escapó de casa, pero eso no puso fin al dolor y la soledad.
Acabar con su vida parecía la única salida.
“Desde el año pasado por estas fechas, he estado entrando y saliendo del hospital muchas veces”, me cuenta.
“Intenté muchas veces suicidarme, pero no lo conseguí, así que ahora supongo que he renunciado a intentar morir”.
Lo que la detuvo fue la intervención del Proyecto Bond. Le encontraron un lugar seguro para vivir y empezaron a darle asesoramiento intensivo.
Jun Tachibana es la fundadora del Proyecto Bond. Es una mujer fuerte, de 40 años, con un optimismo infatigable.
“Cuando las chicas tienen verdaderos problemas y sufren, realmente no saben qué hacer”, asevera.
“Nosotros estamos aquí, dispuestos a escucharlas, a decirles: estamos con vosotras”.
Tachibana afirma que la pandemia parece estar llevando al límite a quienes ya son vulnerables.
Describe algunas de las desgarradoras llamadas que ha recibido su personal en los últimos meses.
Escuchamos muchas frases como “Quiero morir” o “No tengo adónde ir”, asegura. “Dicen: ‘Es tan doloroso, me siento tan sola que quiero desaparecer'”.
Para quienes sufren abusos físicos o sexuales, la pandemia ha empeorado mucho la situación.
“Una chica con la que hablé el otro día me confesó que su padre la acosa sexualmente”, cuenta Tachibana.
“Pero, debido a la pandemia, su padre no trabaja mucho y está más en casa, así que no puede escaparse de él”.
Si se observan los anteriores periodos de crisis en Japón, como la crisis bancaria de 2008 o el colapso del mercado bursátil y la burbuja inmobiliaria a principios de la década de 1990, el impacto se dejó sentir sobre todo en los hombres de mediana edad.
Se observaron grandes picos en las tasas de suicidio masculino.
Pero la crisis de la covid-19 es diferente, está afectando a los jóvenes y, en particular, a las mujeres jóvenes. Las razones son complejas.
Japón solía tener la tasa de suicidio más alta del mundo desarrollado.
En la última década, ha tenido un gran éxito en la reducción de las tasas de suicidio: han caído alrededor de un tercio.
La profesora Michiko Ueda es una de las principales expertas en suicidios de Japón. Me cuenta lo impactante que ha sido presenciar el fuerte retroceso de los últimos meses.
“Este patrón de suicidios femeninos es muy, muy inusual”, me revela.
“Nunca había visto un aumento tan grande en mi carrera como investigadora en este tema. Lo que ocurre con la pandemia de coronavirus es que las industrias más afectadas son las que cuentan con personal femenino, como el turismo y el comercio minorista y las industrias alimentarias”.
Japón ha visto aumentar considerablemente el número de mujeres solteras que viven solas -muchas de ellas optan por ello en lugar de casarse- lo que desafía los tradicionales roles de género que aún perviven en el país.
La profesora Ueda afirma que las mujeres jóvenes también son mucho más propensas a tener empleos precarios.
“Muchas mujeres ya no están casadas”, relata.
“Tienen que mantener su propia vida y no tienen trabajos permanentes. Así que, cuando ocurre algo, por supuesto, se ven afectadas muy duramente”.
“El número de pérdidas de empleo entre el personal no permanente es enorme en los últimos ocho meses”.
Hay un mes que destaca. En octubre del año pasado, 879 mujeres se quitaron la vida. Esto supone un aumento de más del 70% respecto al mismo mes de 2019.
Los titulares de los periódicos dieron la voz de alarma.
Algunos comparaban el número total de suicidios de hombres y mujeres en octubre (2.199) con el número total de muertes en Japón por coronavirus hasta ese momento (2.087).
Algo particularmente extraño estaba ocurriendo.
El 27 de septiembre del año pasado, una actriz muy famosa y popular llamada Yuko Takeuchi fue encontrada muerta en su casa. Después se conoció que se había quitado la vida.
Yasuyuki Shimizu es un antiguo periodista que ahora dirige una organización benéfica dedicada a combatir el problema del suicidio en Japón.
“Desde el día en que se hace público que un famoso se ha quitado la vida, el número de suicidios aumenta y se mantiene así durante unos 10 días”, estima.
“A partir de los datos podemos ver que el suicidio de la actriz el 27 de septiembre provocó 207 suicidios femeninos en los 10 días siguientes”.
Si se observan los datos de los suicidios de mujeres de la misma edad que Yuko Takeuchi, las estadísticas son aún más reveladoras.
“Las mujeres de 40 años fueron las más influenciadas de todos los grupos de edad”, sostiene Shimizu.
“Para ese grupo (la tasa de suicidio) se duplicó con creces”.
Otros expertos coinciden en que existe una conexión muy fuerte entre los suicidios de famosos y un repunte inmediato de los suicidios en los días posteriores.
Este fenómeno no es exclusivo de Japón, y es una de las razones por las que informar sobre el suicidio es tan difícil.
Cuanto más se hable del suicidio de un famoso en los medios de comunicación y en las redes sociales, mayor será el impacto en otras personas vulnerables.
Una investigadora de este tema es Mai Suganuma. Ella misma vivió de cerca un suicidio. Cuando era adolescente, su padre se quitó la vida.
Ahora colabora en apoyar a las familias de otras personas que se han suicidado.
Y al igual que el coronavirus está dejando a familias sin poder llorar a sus seres queridos, también está haciendo más difícil la vida a los parientes de las víctimas de suicidio.
“Cuando hablo con los familiares, su sentimiento por no poder salvar a su ser querido es muy fuerte, lo que a menudo hace que se culpen a sí mismos”, explica Mai Suganuma.
“Yo también me culpé por no haber podido salvar a mi padre”.
“Ahora les dicen que deben quedarse en casa. Me preocupa que el sentimiento de culpa se haga más fuerte. Para empezar, los japoneses no hablan de la muerte. No tenemos una cultura de hablar de los suicidios”.
Japón se encuentra ahora en la tercera ola de infecciones por covid-19, y el gobierno ha ordenado un segundo estado de emergencia.
Es probable que se prolongue hasta bien entrado febrero. Más restaurantes, hoteles y bares están cerrando sus puertas. Más personas están perdiendo sus empleos.
Para Ueda hay otra pregunta persistente. Si esto ocurre en Japón, sin cierres estrictos, y con relativamente pocas muertes por el virus, ¿qué está ocurriendo en otros países donde la pandemia es mucho peor?