Trump apareció otra vez frente a las cámaras para prometer que una potencial vacuna estará lista ante de finales de año.
La incertidumbre política y la emergencia sanitaria se cruzan en EE.UU.: mientras el gobierno de Donald Trump se enfoca en pedir recuentos y disputar el resultado de las elecciones, la pandemia de coronavirus vive su peor momento en el país.
Con la cercanía del invierno y ante la carencia de un plan nacional para hacer frente a los nuevos brotes, los nuevos casos, las hospitalizaciones y las muertes se multiplican.
Desde hace días, medios de EE.UU. críticos con la gestión de Trump habían señalado que el presidente, que pasó más de una semana sin hablar ante la prensa, no parecía mostrar interés en sus obligaciones y en el curso de la pandemia, mientras intenta revertir desde Twitter y los tribunales el resultado de los comicios.
En la tarde de este viernes, sin embargo, Trump apareció otra vez frente a las cámaras para prometer que una potencial vacuna estará lista ante de finales de año y descartó la posibilidad de que su gobierno imponga una nueva cuarentena para hacer frente a la pandemia.
“Este gobierno no se cerrará. Ojalá el… pase lo que pase en el futuro, ¿quién sabe qué gobierno será? Supongo que el tiempo lo dirá. Pero puedo decirles que este gobierno no irá a un cierre“, dijo.
Un día antes, el doctor Anthony Fauci, la principal autoridad en enfermedades infecciosas del país, había llamado a redoblar los esfuerzos ante el aumento de los casos porque una vacuna efectiva, dijo, no iba a estar disponible de forma inmediata.
“La ayuda está en camino. Pero aún no está aquí”, afirmó.
Fauci no ha sido el único en llamar la atención sobre el creciente número de contagios en EE.UU.
Tom Frieden, exdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), consideró que la nación atraviesa una “temporada peligrosa“, mientras el corresponsal médico de CNN, Sanjay Gupta, calificó la situación como un “desastre humanitario“.
En tanto, el epidemiólogo Michael Osterholm, quien recientemente fue nombrado miembro del grupo de trabajo sobre el coronavirus del presidente electo, Joe Biden, describió el panorama actual como un “infierno covid”.
Según Osterholm, aunque EE.UU. no el único lugar del mundo donde los casos repuntan de nuevo, la situación se vuelve más crítica por dos motivos: primero, porque es el país con más contagios y muertes en el mundo y, segundo, porque el gobierno saliente no parece interesado en tomar medidas de mitigación en lo que le queda en el cargo.
Nos podemos hacer una idea de lo sombría de la situación repasando algunas de las cifras que han sonado las alarmas de la comunidad médica y científica.
Desde hace meses, EE.UU. ocupa la triste posición de ser el país con más casos y muertes por coronavirus del mundo.
De los más de 53 millones de contagios reportados a nivel global, más de 10,3 millones son de habitantes de Estados Unidos, casi un 20% del total global en una nación cuya población representa el 4% del planeta.
Pero si las cifras totales son alarmantes, lo que ha pasado en los últimos días ha sido motivo de preocupación mayor.
Solo el jueves, EE.UU. superó los 160.000 nuevos casos en un día, casi una semana después de cruzar el récord de los 100.000 contagios diarios.
Dos estados, Texas y California, fueron los primeros esta semana en reportar más de un millón de personas infectadas, mientras otros, como Florida, le siguen los pasos.
El aumento ha sido una tendencia en las últimas semanas en más de 40 estados y, según los modelos de varias universidades, la cifra podría ir a peor en los días venideros.
De acuerdo con los CDC, se prevé que antes del 5 de diciembre se reportarán entre 630.000 y 1.700.000 nuevos casos en el país, aunque la agencia señala que la estimación puede quedarse por debajo.
“Durante las últimas semanas, se han reportado más casos de los esperados en la predicción. Esto sugiere que el pronóstico actual puede no reflejar la gama completa de casos que se notificarán en el futuro. Las previsiones para nuevos casos deben interpretarse en consecuencia”, indica en su página web.
La escena es conocida: como pasó en la primavera y el verano, los hospitales de muchos estados comienzan otra vez a quedarse sin camas, ahora en una proporción mayor.
Actualmente, hay más estadounidenses hospitalizados con covid-19 en EE.UU. que en cualquier otro momento anterior de la pandemia.
Hasta el 12 de noviembre, más de 67.000 personas recibían atención hospitalaria tras dar positivo por coronavirus, según datos del Covid Tracking Project, un sistema de monitoreo de la pandemia.
Hasta este viernes, 17 estados reportaban un incremento general de hospitalizaciones.
El récord anterior se remontaba al 15 de abril, cuando Nueva York era el epicentro del covid-19 en EE.UU., y se reportaron 59.940 hospitalizaciones a nivel nacional.
“El nuevo récord de hospitalizaciones muestra que hemos entrado en el peor período de la pandemia desde el brote original en el noreste (en Nueva York y estados cercanos)”, escribieron los creadores del Covid Tracking Project el miércoles.
Los CDC registraban hasta este viernes más de 242.200 fallecidos, una tasa de mortalidad de 73 por cada 100.000 habitantes en EE.UU.
Y reportaron el 10 de noviembre 1.859 muertos por covid-19, la cifra más alta desde los más de 2.500 registrados el 25 de junio, un día anómalo pues para entonces la media semanal había estado cayendo hasta unos 600.
De hecho, el 10 de noviembre se superó por primera vez la cifra de 1.000 muertos de media en los siete días anteriores, algo que no pasaba desde agosto.
Trevor Bedford, analista del Instituto de Investigación Fred Hutchinson de Seattle, recordó en Twitter que las muertes durante la pandemia generalmente comienzan a aumentar tres semanas después de que se disparan los casos.
“Estimo que Estados Unidos reportará más de 2.000 muertes por día en tres semanas”, escribió.
El modelo matemático del Institute for Health Metrics and Evaluation proyecta unas 399.162 muertes en EE.UU. para el 1 de febrero si se mantiene las condiciones actuales, pero si se flexibilizan aún más las medidas de protección, estima que la cifra rondaría los 513.657.
Si al inicio de la pandemia el epicentro estuvo más “concentrado” en algunos estados (como Nueva York y después Florida), ahora los epidemiólogos advierten que la situación es más complicada por el creciente número de casos que se reportan a lo largo y ancho del país.
Según tuiteó Frieden, esto se debe a que Estados Unidos entró en “la fase exponencial” de propagación del virus, por lo que es previsible que la situación empeore significativamente en la mayoría de los estados.
No obstante, aclaró que no todos los lugares están experimentando actualmente la misma tasa de propagación del covid-19.
“Por ejemplo, Dakota del Sur (el estado con la tasa más alta) tiene 100 veces más propagación que Vermont”, dijo.
Numerosos estados y ciudades muestran otras cifras preocupantes.
“La gente no quiere escuchar que lo que está sucediendo en El Paso no es un evento aislado. Se convertirá en la norma”, le dijo el epidemiólogo Michael Osterholm a Yahoo Finance.
Para muchos medios de EE.UU., un reflejo de cómo la pandemia está fuera de control en el país es la propia situación en la Casa Blanca, en la que casi 200 personas, desde el presidente hasta miembros de su equipo servicio personal y de seguridad, han dado positivo o han tenido que aislarse por estar en contacto con el virus.
Más de 30 personas, incluido Trump, su esposa y su hijo menor, en fechas cercanas al evento para la nominación de Amy Conney Barret para la Corte Suprema.
El mismo presidente tuvo que ser hospitalizado y unas semanas más tarde varios asistentes del vicepresidente Mike Pence también se enfermaron.
A inicios de noviembre, tras un evento durante la noche de las elecciones en el que Trump se proclamó ganador cuando aún continuaban los conteos, se reportó un nuevo brote: el jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, uno de sus jefes de campaña y otra decena de funcionarios dieron positivo.
Este viernes, medios de EE.UU. reportaron que al menos 130 miembros del Servicio Secreto, que se encargan de la seguridad de Trump y la Casa Blanca, dieron positivo o han tenido que aislarse tras exponerse a personas enfermas con covid-19.
Además, al menos ocho miembros del personal del Comité Nacional Republicano, incluido el Jefe de Gabinete, Richard Walters, tienen el virus, según informó la organización.