El alivio muy probablemente será momentáneo. Y su causa es fundamentalmente una mala noticia. Pero una de las consecuencias inesperadas del brote de coronavirus ha sido un aire más limpio y la reducción en las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático.
El cierre de fábricas y comercios en China, junto a las restricciones de viaje impuestas para hacer frente a la epidemia de covid-19, se ha traducido en una bajada sustancial en el consumo de combustibles fósiles en el país asiático.
Y eso ha producido una caída de al menos un 25% en sus emisiones de dióxido de carbono, según cálculos de Lauri Myllyvirta, del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), con sede en Estados Unidos.
“La demanda de electricidad y la producción industrial (de China) permanecen muy por debajo de sus niveles habituales, según varios indicadores”, destacó Myllyvirta en un análisis publicado en el portal especializado Carbon Brief la semana pasada.
“Es probable que esto haya eliminado una cuarta parte o más de las emisiones de CO2 del país en las dos semanas que siguieron a las vacaciones del año nuevo chino, el período en que la actividad normalmente se habría reanudado”, dijo entonces el experto.
Y, por lo pronto, la tendencia se ha mantenido: Myllyvirta calcula que durante las últimas tres semanas China emitió 150 millones de toneladas métricas (mtm) de CO2 menos que durante el mismo período el año pasado.
Para hacerse una idea, 150 mtm es más o menos el equivalente a todo el dióxido de carbono que la ciudad de Nueva York emite durante un año.
Y una reducción del 25% de las emisiones de China equivale a una reducción del 6% global.
Aunque, para Myllyvirta, “la pregunta clave es si los impactos serán sostenidos, o si serán compensados o incluso revertidos por la respuesta del gobierno chino a la crisis”.
Las autoridades quieren que los trabajadores regresen rápidamente a las fábricas ubicadas en las áreas menos afectadas, y para ello han puesto a su disposición aviones, trenes y buses especiales.
Y las medidas destinadas a estimular la economía eventualmente podrían hacer rebotar el consumo de combustibles fósiles, y por ende las emisiones, por encima de los promedios históricos, como pasó después de la crisis financiera mundial y la recesión económica interna de 2015.
“El cambio en las emisiones de CO2 no es permanente. Y en el gran esquema de las cosas, no será visible en nuestras emisiones totales”, valoró el experto en cambio climático y medio ambiente del Imperial College de Londres Joeri Rogelj.
Pero Dominic Moran, profesor de Economía Agrícola y de Recursos en la Universidad de Edimburgo, Escocia, es más optimista.
“Algunos dirán que la demanda acumulada de bienes conducirá a un derroche de rebote después”, le dijo al diario británico The Independent.
“Pero el 20% de la economía mundial se está cerrando lentamente, uno de cada cinco vuelos globales está siendo cancelado. Y las cosas ya no van a volver a ser iguales“, aventuró.
La clave de esto estaría en un posible cambio de comportamiento por parte de los consumidores, en China y a nivel mundial, ya sea como resultado del impacto económico de la crisis o de una mayor toma de conciencia.
“Cualquier impacto sostenido en el uso de combustibles fósiles provendría de una menor demanda“, explicó Myllyvirta.
“Si la demanda de los consumidores se reduce, por ejemplo, debido a los salarios no pagados durante la crisis, entonces la producción industrial y el uso de combustibles fósiles podrían no recuperarse, aunque exista la capacidad”, ejemplificó el analista de CREA.
Y Moran cree que la crisis también tiene el potencial de hacer cambiar a largo plazo el comportamiento y los hábitos de consumo de la gente, por ejemplo haciendo que se lo piensen dos veces antes de emprender un largo viaje que podría terminar en una cuarentena.
En ausencia de estos cambios, sin embargo, la importancia de la reducción de emisiones de CO2 por causa del coronavirus dependerá sobre todo de la extensión y duración de la crisis.
“Reducir un 25% el consumo de energía de China y sus emisiones durante dos semanas solo reduce las cifras anuales en aproximadamente 1%“, recordó Myllyvirta.
Pero si la crisis se extiende, o termina paralizando importantes sectores en otros países, la reducción de emisiones podría acabar siendo verdaderamente significativa para los volúmenes anuales.