La pandemia de covid-19 ha hecho colapsar la demanda de vuelos.
El mes pasado, la aerolínea australiana Qantas se despidió de su último avión Boeing 747 y lo mandó desde Sídney a un “retiro” de aviones localizado en el desierto de Mojave, en California, Estados Unidos.
La aerolínea había planeado retirar este mítico modelo dentro de seis meses pero ha adelantado su jubilación debido a los estragos de la pandemia.
Un gran número de aerolíneas se ha visto obligado, de esta forma, a mandar aviones a sitios remotos y desérticos.
Estos lugares suelen ganarse el apelativo de “cementerios” de aerolíneas. Aquí se aparcan y guardan los aviones durante largo tiempo hasta que vuelven a ser puestos en servicio o los desguazan para vender sus componentes.
La mayoría de Boeing 737 Max, tras los accidentes que pusieron en jaque al fabricante, están apartados en estas zonas.
Para las aerolíneas, estas instalaciones suelen ser más baratas que los aeropuertos. Según expertos, las compañías pagan unos US$5.000 por mantener un avión en estos lugares.
“Algunos aviones se guardan por largos períodos antes de encontrar un nuevo propietario, otros se usan para extraer partes y otros son destruidos”, dice Ian Petchenik, del sitio de rastreo de vuelos FlightRadar24.
Algunas de las instalaciones más populares se encuentran en vastas zonas llanas o desiertos áridos de países como España, Estados Unidos y Australia.
El desierto de Mojave, en California, y Marana, en Arizona, son ejemplos de estas instalaciones en Estados Unidos.
“Los desiertos son clave porque ofrecen largas áreas de tierra plana y un clima que ralentiza la corrosión de los metales del avión”, dice Petchenik.
El escritor estadounidense Joe Sharkey recuerda cuando viajó a una antigua base aérea de la CIA que ahora funciona como “cementerio de aviones” en Marana, en el desierto de Arizona, Estados Unidos.
“Fue algo desconcertante ver tantos aviones comerciales juntos resplandeciendo al sol, con las ventanas cerradas y los motores parados”, dijo Sharkey.
Los expertos de aviación cuentan cómo la pandemia ha forzado a que más aviones ingresen en estos “cementerios” más que ningún otro evento en la historia reciente.
Los aviones antiguos están siendo retirados prematuramente.
La semana pasada, la aerolínea británica British Airways anunció que retiraba 31 de sus Boeing 747, el 10% del total de su flota. Inicialmente, esto estaba previsto para 2024.
En abril, más de 14.000 aviones de pasajeros -equivalente a dos tercios de la flota mundial- fuero retirados de servicio y se quedaron en tierra, de acuerdo a Cirium, una compañía analítica de datos de aviación.
Cerca de 7,5 millones de vuelos han sido cancelados entre enero y julio de este año, provocando pérdidas de US$84.000 millones en la industria, de acuerdo a la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
Según Rob Morris, consultor jefe en Cirium, se trata “del parón más grande de aviones comerciales de la historia“.
Pero esta no es la primera vez que un evento global afecta a las aerolíneas.
Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, más del 13% de la flota comercial fue puesta en tierra, según analistas.
Y en 2008, con la crisis financiera, el 11% de la flota aérea se guardó en instalaciones de almacenamiento.
“Pero esos números no están ni remotamente cerca de los de 2020, donde se ve una crisis global de aerolíneas”, dijo Morris.
El Airbus 380 es uno de los modelos más afectados por esta crisis.
“La flota de los 380 está siendo almacenada durante un largo tiempo debido a la desaceleración sin precedentes de la demanda”, afirma Petchenik.
Ahora, tras el octavo mes de pandemia, muchos aviones han vuelto a funcionar. Sin embargo, según la consultora Cirium, unos 7.6000 aviones -un tercio de la flota global- sigue en tierra.
Singapore Airlines, una de las aerolíneas líderes del mundo, solo está operando con 30 de sus 220 vuelos de pasajeros. Otros 30 aviones están siendo utilizados solo para transportar mercancía.
Futuro incierto
Lo que sucederá con gran parte de estos aviones guardados es muy incierto. Muchos ya están retirados y puede que sus piezas se pongan en venta por separado.
“Hay ciertos elementos en los metales de los motores que tienen valor, pero en muchos casos es más caro desguazar la aeronave, sobre todo teniendo en cuenta las restricciones y leyes de protección del medioambiente”, dice Morris.
“Por ello, muchos de los aviones se quedarán resguardados durante mucho tiempo”, continúa.
Sin embargo, se espera que otros vuelvan pronto a volar.
“Estas aeronaves requieren mantenimiento y, por lo general, una serie de vuelos de prueba antes de volver funcionar”, dice Petchenik.
Sin embargo, la mayoría de las veces, el papel de estos “cementerios” es albergar aviones abandonados que jamás volverán a volar.