Los familiares de quienes que estaban en el edificio que colapsó en Miami batallan contra largas horas de dolor, desesperación e incertidumbre.
“Lo más difícil es no saber nada“, le dice a BBC Mundo Betsy González, quien desde la mañana del jueves espera alguna noticia de su sobrina Anaeli Rodríguez y su esposo Marcos Guara, y de las dos hijas de la pareja.
Los familiares de González están entre las decenas de desaparecidos tras el derrumbe en la madrugada del jueves de una parte del edificio residencial Champlain Towers, un condominio de 12 plantas y más de 130 apartamentos frente al mar, en el norte del condado de Miami -Dade.
Tras enterarse de la tragedia, González y cientos de personas pasaron el jueves reunidas en el Centro Comunitario de Surfside, a pocas cuadras del edificio colapsado.
El punto de encuentro les ha servido para acompañarse, intercambiar información y esperar anuncios de las autoridades.
Ahí han llegado voluntarios, policías, equipos de rescate, amigos, creyentes que se reúnen a rezar y vecinos del sector.
Todos ayudan como pueden, pero nadie les da noticias de sus familiares.
“Yo entiendo que no se sabe nada, que no se pueda dar información, pero estamos desesperados”, dice González, mientras consuela a su madre.
Hasta la noche del jueves, las autoridades habían reportado al menos un muerto y 99 desparecidos o no localizados.
En el Centro Comunitario de Surfside, un lugar para recrearse, con una piscina central y salida directa al mar, el jueves solo se vio angustia y desolación.
Algunos lloraban inconsolables, otros recorrían el centro de un lado a otro buscando información, y otros más permanecían sentados, inmóviles, sollozando con la mirada perdida.
Otros yacían acostados, sin aliento.
“Lo más duro ha sido ver la devastación de mi hija de 12 años, ella es muy cercana a su padre”, le dice a BBC Mundo Soraya Cohen, quien cuenta que su esposo, Brad Cohen, de 51 años, estaba en el edificio junto a su cuñado al momento del derrumbe.
Cohen cuenta que a su hija le hicieron una prueba de ADN en caso de que su padre haya muerto y sea necesario identificar el cuerpo.
“Mi hija se desmayó cuando le tomaron la prueba”, cuenta Cohen.
Adentro del centro comunitario, los equipos de rescate instalaron camillas para atender a personas que sucumben ante la extenuante jornada.
Por todas partes hay cajas de pizza, emparedados, agua, almohadas y frazadas, que son parte de las donaciones que han recogido organizaciones de la zona para que los familiares estén más cómodos.
Hay de todo, menos respuestas.
“Tengo la esperanza de que estén con vida. Nadie te da esperanza, pero la fe no se pierde“, le dice a BBC Mundo Yuby Cartes, que tenía a su sobrino, su esposa y sus hijos de tres, siete y nueve años en el edificio.
La familia había llegado la noche del miércoles desde Paraguay a pasar unos días en la ciudad.
Cartes contiene las lágrimas y solo pregunta: “¿Qué se sabe?, ¿tú sabes algo?”.
Muchos de los familiares prefieren no hablar, otros lo intentan y no lo logran, otros manejan su dolor con una actitud pragmática.
“Aquí lo importante es establecer qué fue lo que pasó“, dice un hombre colombiano quien cuenta que el esposo de su nieta y su primo estaban en el edificio al momento de derrumbe.
“Uno puedo imaginarse un accidente de auto, un incendio, un infarto, ¿pero un colapso de un edificio? Eso es inverosímil en esta era, ¿cómo así que se cae un edificio?”, se pregunta.
“Confío en que cuando las autoridades tengan algo que decir, nos lo van a decir”, continúa.
“Hay gente que está molesta porque no les dicen nada, pero es que no tienen nada que decirles”.
Magaly Ramsey cuenta que no pudo hablar con su madre la noche antes del colapso.
Su madre, Magaly Delgado, de 80 años y de origen cubano, es una de las residentes del edificio que estándesaparecidas.
“Mi mamá me llamó como a las 10 de la noche del miércoles, pero yo estaba en una conferencia y no pude contestarle”, cuenta Ramsey a BBC Mundo.
“La llamo mañana”, pensó.
Desde entonces no sabe nada de ella.
“Lo más difícil es no tener información”, dice.
A Ramsey, en medio de todo, se le ve calmada, y sonríe cuando habla de su madre, “una rubia de ojos verdes y muy fuerte”.
“Mi mamá me enseñó a tener fe y tener fuerza, así que en eso estoy”, dice con una mezcla de resignación y valentía.
“Tengo la esperanza de que mi madre esté viva, o que al menos no haya sentido dolor“.
Las autoridades aún no saben por qué se derrumbó el edificio, y los familiares no saben nada de sus seres queridos.
Esperan que, con el paso de los días, lleguen las respuestas que tanto necesitan.
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