Los ecos de la entrevista concedida por el príncipe Harry y Meghan Markle a Oprah Winfrey se siguen sintiendo dentro y fuera de Reino Unido.
El breve comunicado difundido el martes por el Palacio de Buckingham, en el que la familia real británica expresó su tristeza y preocupación por las revelaciones hechas por los duques de Sussex, no acalló el debate en torno a algunos de los detalles que surgieron en la “explosiva” conversación.
Uno de ellos fue la repetida alusión de Meghan Markle a The Firm (la firma o la empresa) al hablar de su vida y sus problemas de convivencia en la Casa de los Windsor.
Pero ¿de dónde viene este apelativo?
Hay distintas teorías sobre los orígenes del término “La firma” para aludir a la familia real británica y, aunque ninguna está del todo contrastada, lo cierto es que la expresión es de uso común en la actualidad.
Se dice que el apodo lo ideó en 1947 el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, al casarse con la entonces princesa y actual reina de Inglaterra, Isabel II.
“Comparó ese matrimonio con casarse con un negocio familiar o una firma”, explica la escritora Marlene Koenig.
Según otros expertos, como la escritora y periodista Penny Junor o el historiador Ed Owens, autores de sendos libros sobre el tema, el origen del apelativo es anterior a aquella boda.
En su libro de 2005 The Firm: The Troubled Life of the House of Windsor (“La firma: la atribulada vida de la Casa de Windsor”) Penny Junor relató que fue Jorge VI, rey de Inglaterra de 1937 a 1952, quien se refirió primero a la Casa de los Windsor como la firma.
“El nombre cuajó”, escribió Junor.
El historiador Ed Owens, que en 2019 publicó The Family Firm: monarch, mass media and the British public, 1932-53 (“La firma familiar: monarca, medios y el público británico”), también se remonta al reinado de Jorge VI para explicar cómo se acuñó este término.
“Tras la crisis por la abdicación de Eduardo VIII [diciembre de 1936], el político y periodista conservador Arthur Beverley Baxter escribió un halagador libro semioficial sobre el nuevo rey, Jorge VI, su esposa y sus hijas que se tituló Destiny Called to Them (‘El destino los llamó’)”, explica Owens.
“Se le dio al autor un nuevo tipo de acceso al rey y la reina para que escribiera un libro positivo sobre el nuevo monarca, que no era muy popular, en especial en comparación con su hermano mayor, Eduardo VIII”, le dice Owens a BBC Mundo.
“Cuentan que cuando Jorge era príncipe y estudiante de la Universidad de Cambridge, lo vieron fumando vestido con la ropa de la universidad. Al parecer, el director le dijo que debía dar mejor ejemplo: ‘Eres miembro de la familia real’, a lo que el joven príncipe y futuro rey respondió: ‘No somos una familia, somos una firma’“, relata Owens.
El historiador explica que la expresión, en ese contexto, quería decir que el deber y el servicio público vienen primero y la familia y los placeres de la vida privada después.
“Por eso usó ese término y yo lo usé como parte de mi libro, aunque lo más probable es que la anécdota sea inventada”, indica Owens.
“Lo que el libro de Beverley Baxter quería expresar es que los miembros de la realeza no pueden disfrutar de una vida privada ordinaria, de momentos familiares personales, porque están muy comprometidos con sus roles públicos. De ahí viene el término originalmente, con esa idea de deber, servicio, sacrificio propio.
“Creo que es improbable que Jorge VI dijera eso, pero lo fascinante es que atribuírselo a él en un libro de 1938 fue parte de una estrategia de relaciones públicas por parte de la familia real, o de la firma, para presentar a Jorge VI como un rey obediente y abnegado que ponía sus deseos privados, en especial el disfrute de una vida familiar privada, por detrás del deber de ser rey”.
“Esto era un completo contraste con la figura de Eduardo VIII, su hermano mayor, que abdicó en favor de su vida y su realización personal por encima de su deber como monarca”, añade Owens.
El significado de las supuestas palabras de Jorge VI difiere del concepto que quiso expresar el príncipe Felipe en su comentario al casarse con Isabel y que parece ser el que persiste hoy en día.
“El duque de Edimburgo se refería a todo el personal que trabaja alrededor de la familia real: los cortesanos, los estrategas, los secretarios, los expertos en relaciones públicas“, apunta Owens.
Y es que, efectivamente, la familia real británica es una empresa que va más allá de sus propios miembros, con todo un ejército de secretarios privados, consejeros de comunicación, jefes de departamento, chóferes, asistentes, jardineros y todos aquellos que dirigen los palacios y las vidas de quienes viven en ellos.
La familia real tiene un enorme poder financiero. En 2019, la revista Forbes estimó que el valor neto del patrimonio de la reina ascendía a US$500 millones.
“La Casa de Windsor es un gran negocio, aunque con más subidas y bajadas que la bolsa de valores. Se espera que todos los ejecutivos reales y sus poderosos asociados hagan todos los esfuerzos para evitar cualquier indicio de escándalo que pueda hacer caer la reputación del negocio familiar”, se lee en la solapa del libro de Penny Junor.
El Palacio de Buckingham por sí solo tiene más de 400 empleados que lo manejan todo, desde un enorme negocio de catering para las docenas de banquetes, fiestas y cenas de estado albergadas por la reina, hasta un complejo aparato de relaciones públicas al estilo empresarial formado por personas del mundo del periodismo o la política.
Durante la entrevista de Meghan y Harry con Oprah Winfrey, la duquesa de Sussex eligió referirse a todo ese conglomerado en lugar de mencionar a los Windsor.
“Creo que ella usó el término en la línea expresada por el príncipe Felipe. Se refería a este grupo de otros individuos que existen para servir a la familia real. Especialistas de RR.PP., secretarios privados, personas que monitorean la prensa constantemente para ver lo que se escribe sobre la familia, que filtran información de vuelta a los miembros de la realeza y toman decisiones en su nombre”, opina Owens.
“Oímos en la entrevista que a Meghan no la dejaban salir, que miembros de la firma -estos cortesanos de Palacio- le dijeron que no debía salir y ser vista o fotografiada con sus amistades por la atención mediática que recibía.
“Si hubiera hablado de la familia real enseguida se habría personalizado y habríamos pensado que hablaba de ellos, los Cambridge, los Cornwall, la propia monarca o Felipe, pero no eran ellos a los que se refería“, enfatiza el historiador.
Para hacer más complejo el asunto, la reina Isabel formó en diciembre de 2020 su propia “firma de 8”, un selecto grupo de ocho miembros de la realeza que representan a la familia públicamente y mantienen su regla personal de “uno debe ser visto para ser creído“.
El grupo incluye al príncipe Carlos y su esposa Camilla, duquesa de Cornwall; el príncipe William y su esposa Kate Middleton, duquesa de Cambridge; el príncipe Eduardo y su esposa Sophie, condesa de Wessex; la princesa Anne y, por supuesto, la propia reina, que parece haber salido inmune de la comentada entrevista.
A lo largo de ella, y pese a la dureza de algunas revelaciones, tanto Meghan como Harry se expresaron con cariño hacia la monarca.
“Pese a lo que se dijo al principio de la entrevista, todo lo que Meghan dijo fue cuidadosamente planeado por ella y su equipo”, señala Owens.
“Creo que Harry y Meghan hubieran cometido un gran error en términos de cómo serían percibidos por el público tanto en Reino Unido como en el resto del mundo si hubieran criticado directamente a la reina visto que es, de lejos, la persona más popular y respetada de la Casa de Windsor“.