El proceso de "impeachment" contra Trump lleva en el ambiente desde hace tiempo, pero hasta hace bien poco los demócratas, sobre todo la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se mostraban reacios a tomar esa decisión.
¿Por qué?
Trump dio una clave esta semana, poco antes de que Pelosi anunciara el inicio del proceso.
“Si ella lo hace (iniciar el proceso de impeachment), todos dicen que es positivo para mí, para la reelección“, dijo Trump a los reporteros el martes.
Muchos asesores del mandatario creen que esta investigación puede fortalecer sus opciones electorales de cara a las elecciones de 2020 y debilitar a los demócratas, como le ocurrió al Partido Republicano cuando a finales de la década de 1990 impulsaron un impeachment en contra de Bill Clinton.
Pero, la idea de que un proceso de este tipo podría favorecer a Trump es también compartida por analistas críticos con su gobierno que, de hecho, consideran que hay razones de sobra para querer sacarlo del poder.
Pero, ¿en qué se basan estos análisis?
En líneas generales hay cuatro factores en juego.
Pelosi anunció el inicio del proceso para un impeachment esta semana, luego de que un funcionario de inteligencia presentara una denuncia sobre una polémica llamada telefónica en la que Trump le pedía a su homólogo de Ucrania, Volodymyr Zelensky, investigar al precandidato presidencial demócrata Joe Biden, uno de sus posibles rivales para las elecciones de 2020.
Pese a ello, la mayor parte de los estadounidenses no favorece un impeachment.
En promedio, las encuestas realizadas sobre el tema desde 2017 indican que 38% de los encuestados respaldarían ese proceso, mientras que 55% se oponen.
De acuerdo con la web estadounidense FiveThirtyEight, que ha hecho seguimiento del tema durante meses, los primeros sondeos de opinión tras anunciarse el inicio de las investigaciones muestran un ligero cambio: el apoyo al impeachment subió a 42% y el rechazo se redujo a 53%.
Nate Silver, el editor de ese portal, destaca la paradoja de que aunque Trump es un presidente impopular, el impeachment también lo es.
Esto se explicaría por las graves consecuencias de un proceso semejante: la posible salida del poder de un presidente en ejercicio, algo para lo que los ciudadanos exigirían que haya muy buenas razones.
Otros analistas apuntan a la posibilidad de que este procedimiento termine por fatigar la atención o el interés de los electores.
Frank Bruni, un columnista del diario The New York Times que considera que “Trump merece ser objeto de un impeachment“, recordaba esta semana que los estadounidenses ya observaron durante largos meses las comparecencias en el Congreso relacionadas con la investigación sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016.
iendo esto a muchos les daba la impresión de que ya estaba en marcha una suerte de juicio político.
“Los últimos acontecimientos se reciben como si fuera ‘El día de la marmota'”, escribió en referencia a la película protagonizada por Bill Murray en la que el protagonista queda atrapado en el tiempo repitiendo una y otra vez el mismo día.
Cuando falta poco más de un año para las elecciones presidenciales de 2020, existe la posibilidad de que este proceso político termine monopolizando la agenda de campaña.
“Si los demócratas someten a Trump a un impeachment estarán haciendo algo impopular en lugar de algo popular“, escribe Ross Douthat en The New York Times.
“La agenda de los demócratas es más popular que la de los republicanos y los probables candidatos demócratas son todos más populares que Trump, por lo que cualquier cosa que ponga a los demócratas en el lado contrario de la opinión pública puede verse mejor, a los ojos de Trump, que el estado actual de las cosas”, agregó.
Uno de los factores que contribuyeron al éxito obtenido por los demócratas en las elecciones de mitad de periodo en 2018 fue precisamente que los candidatos se concentraron en una agenda de propuestas de interés para los votantes -como la defensa del programa de salud Obamacare-, en lugar de dedicarse a atacar y cuestionar a Trump.
Si este proceso se extiende a lo largo de la campaña electoral, la permanencia de Trump en la Casa Blanca ocupará el centro de la agenda política, lo que podría derivar en una campaña más polarizada, en la que la discusión se centre en dirimir si se está a favor o en contra del mandatario.
Esto es visto por muchos como un factor beneficioso para el aspirante a la reelección.
“Trump y sus aliados creen que esto lo convertiría en un mártir a los ojos de sus seguidores, dando la motivación necesaria para movilizar masivamente a sus partidarios a las urnas de votación”, señala un análisis de la agencia estadounidense de noticias AP.
Además, añade la fuente, la estrategia de reelección de Trump se basa en movilizar a sus votantes más fieles, más que en intentar ganar electores de centro.
“Trump apuesta a que el malestar por lo que él califica como el maltrato de los demócratas sea un estímulo político y que el proceso de impeachment solamente alimente la visión negativa que tiene el país sobre los políticos de ambos bandos en Washington”, apunta.
La idea de que este proceso no es más que “otra conspiración” de los demócratas para sacar a Trump de la Casa Blanca con cualquier excusa empezó a ser promovida por el equipo del mandatario desde el mismo día en el que se anunció el inicio de la investigación.
Poco después de que Pelosi diera luz verde al proceso, las cuentas de Twitter afines a Trump divulgaban un video en el que aparecían numerosos críticos del mandatario hablando sobre el impeachment y que terminaba con un mensaje dirigido a sus votantes: “Mientras el ‘único foco’ de los demócratas es luchar contra Trump, el presidente Trump está luchando por ti“.
Peter Grier, del periódico Christian Science Monitor, señala que Trump parece operar bien en este tipo de ambiente político y que, aunque una votación en su contra en la Cámara de Representantes dejaría una suerte de marca sobre su presidencia también puede ser una gran oportunidad.
“Esta podría ser la pelea de su vida. Y, como han notado algunos comentaristas, este es un presidente que parece dar la bienvenida -e incluso prosperar- en medio de las refriegas políticas“, escribe.
Otro elemento importante por el cual el impeachment puede favorecer a Trump tiene que ver con el hecho de que son muy escasas las probabilidades de que finalmente este mecanismo sirva para sacarlo de la Casa Blanca.
Aunque muchos votantes del Partido Demócrata crean que este proceso no solamente está justificado sino que servirá para poner fin a la presidencia de Trump, la verdad es que -al menos de momento- las matemáticas en el Congreso no permiten pronosticar ese resultado.
Aunque numéricamente la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes puede aprobar el impeachment, la destitución de Trump solamente se produciría tras un voto mayoritario de dos tercios del Senado, un resultado altamente improbable dado que el Partido Republicano tiene mayoría en esa cámara.
Así, aunque ahora la posibilidad de someter a Trump a este proceso puede ayudar también a movilizar a los votantes demócratas, el malestar que generaría un resultado infructuoso también podría aumentar la desmotivación y la decepción en las filas demócratas.
Ese sentimiento también puede alcanzar a votantes de centro, que, según los observadores de la política estadounidense, podrían considerar que los líderes demócratas descuidan temas de mayor interés ciudadano.
“Muchos republicanos creen que una pelea por el impeachment podría generar una victoria política para ellos. Ellos dicen que los esfuerzos de los demócratas pueden aglutinar a los votantes conservadores en torno al presidente y frustrar a los moderados que piensan que los demócratas están ignorando temas más urgentes“, señala Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington.
Zurcher indica que algunos republicanos aseguran que desde el anuncio de Pelosi ya hubo un aumento en las donaciones a la campaña del partido, aunque por el momento los demócratas solo han puesto en marcha unas investigaciones preliminares que podrían derivar en un impeachment.
Queda por ver cuán duradero es el impacto de todo este proceso, sobre todo, porque, con Trump en la Casa Blanca, la agenda política en Estados Unidos no solo cambia de forma inesperada… también a velocidad de vértigo.