Si alguna vez una industria necesitó la ayuda de un relaciones públicas para cambiar su imagen, esa es la industria de las criptomonedas.
Y es que cada semana parece traer nuevas noticias de estafas y fraudes. Desde el robo de datos a nuevas empresas de criptomonedas donde su fundadora se desvanece.
Este mismo lunes, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos acusó al fundador de una una tienda online con productos para adultos de administrar una ICO (Oferta Inicial de Monedas) fraudulenta.
Ese caso involucró decenas de miles de dólares, una ridiculez en comparación con la multimillonaria estafa de criptomonedas que se cuenta en el fascinante podcast The Missing Cryptoqueen, de la BBC.
En él, Jamie Bartlett investiga a la mujer detrás de OneCoin, una organización que logró persuadir a los inversores de todo el mundo para conseguir hasta US$4.000 millones.
Los inversores se creyeron lo que la doctora Ruja Ignatova iba contando sobre un nuevo tipo de dinero en eventos de todo el mundo.
En el video de su aparición en el estadio Wembley Arena de Londres, en el año 2016, se la ve entrando en escena con la canción This Girl is On Fire, de Alicia Keys.
Ante una multitud entregada, Ignatova asegura que OneCoin está camino de superar a Bitcoin y se burla de “todas esas monedas de Mickey Mouse que han copiado nuestro concepto”.
Mucha gente estaba convencida, incluida uno de las personas que aparece en el podcast, Jen McAdam, de Escocia.
Ella invirtió más de US$10.000 en esta ICO, cuya sede estaba en Bulgaria. McAdam, además, persuadió a miembros de su familia para que también invirtieran en esta criptomoneda. Consiguió que gastaran más de US$273.000.
Pero en 2017, la doctora Ruja Ignatova desapareció y no se vuelto a saber de ella desde entonces.
La investigación realizada por el equipo detrás del podcast de la BBC descubrió lo exitosa que ha sido OneCoin en la difusión de su mensaje por todo el mundo.
Los documentos internos revelan que hubo inversores de 175 países distintos y que gran parte del dinero llegó en apenas seis meses del año 2016, justo cuando la doctora Ruja estaba en la gira mundial que la llevó a Wembley.
Hubo gente en Reino Unido que invirtió durante ese años más de US$32 millones. El equipo de investigación que trabajó en el podcast cree además que, a nivel mundial, los inversores británicos pudieron llegar a aportar hasta US$118 millones.
Documentos internos muestran que US$526 millones provinieron de China en 2016. Pero también se hicieron aportes desde Corea del Sur, Hong Kong y Alemania. Incluso en países más pobres como Vietnam, Bangladesh y Uganda, hubo gente que se desprendió de grandes sumas de dinero.
A principios de este año, la doctora Ignatova fue acusada en ausencia de lavado de dinero y el Departamento de Justicia del país dijo que OneCoin era una estafa en forma de esquema piramidal tradicional.
De hecho, este y otros escándalos relacionados con las criptomonedas, resultan fácilmente reconocibles para cualquiera que haya cubierto la información financiera durante algún tiempo: son los mismos viejos trucos pero disfrazados con alta tecnología.
En 2016, Bitcoin se presentaba como algo innovador con respecto al antiguo sistema financiero.
Prometía que el sistema blockchain —una especie de base de datos de transacciones financieras muy segura— iba a ser más importante que el mismo internet y que algo llamado Oferta Inicial de Monedas (ICO) iba a mostrarle a Wall Street que una Oferta Pública Inicial (OPA) era algo del “siglo pasado”.
Ahora, después de los giros salvajes en el valor de las criptomonedas y habiendo entendido que casi todas las ICO no cumplen sus exageradas promesas, incluso si no se tratan de una estafa, se puede decir que nadie que inicie un nuevo negocio quiere asociar la palabra “cripto” con él.
Eso me vino a la mente esta semana cuando asistí a una sesión informativa sobre el plan de Facebook de lanzar una nueva criptomoneda llamada libra. La sesión tuvo lugar con la sede de la Asociación Libra y su grupo de 28 socios, entre los que se incluyen Visa, PayPal, Uber y Spotify, que se han unido a la red social para lanzar esta moneda.
El plan ya se ha topado con una gran oposición por parte de los reguladores. Le comenté al director de operaciones de la Asociación, Bertrand Pérez, que gran parte de esto podía deberse al uso de la palabra “cripto”.
¿Seguramente una coalición tan poderosa podría haber inventado un nuevo sistema de pagos que no fuese una criptomoneda ni que dependiera de la tecnología blockchain, no?
No, me insistió él. Blockchainfue la piedra angular del proyecto libra, inmune al fraude, rápido y eficiente, aseguró Pérez: “Esta tecnología es el futuro para enviar y recibir dinero”.
Curiosamente, ese es un mensaje muy parecido al que la doctora Ruja Ignatova lanzó a los fieles que asistieron a la conferencia de Wembley en 2016: OneCoin iba a ser “seguro, fácil de usar y no iba a tener fronteras“.
Ahora, por supuesto que Libra es un producto muy diferente. Está respaldado por muchas y muy respetables instituciones que han prometido que no se lanzará hasta que los reguladores estén contentos.
P0ero convencer a los gobiernos de que esta criptomoneda no será un refugio seguro para quienes busquen lavar dinero, ni que representará una amenaza para la estabilidad económica, será una tarea complicada.
Volviendo a OneCoin, la compañía detrás de esta ICO rechaza las acusaciones de que es una estafa y declara que “OneCoin cumple todos los criterios de la definición de una criptomoneda”.
También asegura que el podcast de la BBC en el que se habla del caso “no presenta ninguna información veraz y no puede considerarse objetivo ni imparcial”.
La compañía también afirma que las acusaciones hechas al respecto en todo el mundo están siendo cuestionadas, afirmando: “Nuestros socios, nuestros clientes y nuestros abogados están ganando batallas en todo el mundo contra quienes dicen esto y estamos seguros de que pronto se reconocerá que se trata de una ‘revolución financiera'”.