Lee Harvey Oswald, el hombre acusado de asesinar al presidente estadounidense John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963, vivió durante más de dos años en la Unión Soviética antes de cometer el crimen que se le atribuye.
Tras desertar de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, se mudó a Minsk, la capital de Bielorrusia, en ese entonces parte de la URSS, en medio de la Guerra Fría.
Y por haber desertado para irse a la superpotencia enemiga y haberse declarado marxista, muchos encuentran inexplicable que fuera recibido de nuevo en EE.UU.
Por lo demás, apenas unos meses después de regresar al país, Oswald fue arrestado y acusado de asesinar al presidente.
Y más de medio siglo después del magnicidio, la estadía de Lee Harvey Oswald en la entonces Unión Soviética sigue siendo un misterio.
¿Qué hizo durante esa temporada en Minsk? ¿Y por qué las autoridades estadounidenses le permitieron regresar a EE.UU. sin problemas en 1963?
En el programa de radio Witness de la BBC, el periodista Vincent Dowd revisó los archivos de la época y habló con el escritor Anthony Summers, autor del libro Not in Your Lifetime: The Defining Book on the JFK Assassination, en busca de respuestas.
Lee Harvey Oswald tenía 17 años cuando ingresó a la infantería marina de EE.UU. En 1956.
Aún joven, sirvió en la base aérea de la marina en Atsugi, Japón, como operador de radar en uno de los programas más secretos de Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría: el diseño de los aviones espía U-2.
Posteriormente fue destinado a Filipinas, donde comenzó a declararse marxista y a aprender ruso.
“Fue algo extraordinario dentro de la infantería de marina de los Estados Unidos, el corazón del patriotismo. Y a la infantería no pareció importarle“, dice Summers.
“Es una de las primeras señales que sugieren que las cosas no eran como aparentaban. Desde el comienzo hay que tomarlo todo con pinzas”, agrega.
Anthony Summers no es el primer escritor en cuestionar si Oswald estaba fingiendo ser marxista, quizás en un intento de atraer la atención de personas mucho más allá de la infantería de marina.
Después de dos años, Oswald desertó de las fuerzas armadas y se embarcó hacia Europa.
“Reservó un boleto en un barco de carga que transportaba a algunos pasajeros. Llegó a El Havre, Francia, tomó un avión a Helsinki, Finlandia, y se fue al consulado soviético”, dice Summers.
Según el escritor, el hecho de que hubiera operado en la base de aviones espías U-2 en teoría convertía a Oswald en una fuente de información valiosa para los soviéticos.
“Pero al mismo tiempo, podría tratarse de alguien enviado por la CIA para transmitir información incorrecta para quizás dificultar el derribo de aviones U-2”, especula.
Es decir, a pesar del interés en recibirlo, las autoridades soviéticas estaban a la defensiva.
Pero terminaron autorizando su entrada.
Al llegar a Moscú, Oswald se dirigió directamente a la embajada estadounidense, donde dejó muy clara su adhesión a la causa comunista.
“Puso un papel en mi escritorio y dijo: ‘Vine a revocar mi ciudadanía estadounidense. Solicité la ciudadanía soviética'”, contó, mucho tiempo después, el entonces cónsul estadounidense Richard E. Snyder.
Y no solo habría renunciado públicamente a la ciudadanía estadounidense, sino que le habría dicho al cónsul que tenía laintención de entregar a las autoridades soviéticas todos los secretos militares que conocía tan pronto se convirtiera en ciudadano soviético.
Desde Moscú, Oswald fue enviado a Minsk, donde consiguió un trabajo en una fábrica de radios, un buen salario y un cómodo apartamento en el centro de la ciudad.
En un baile, conoció (aparentemente por casualidad) a su futura esposa: Marina Prusakova.
Pasaron seis semanas y los dos se casaron.
“Después del baile, alguien me dijo que era de Estados Unidos. Y, por supuesto, los estudiantes y los jóvenes rusos sentían mucha curiosidad por la otra parte del mundo. Fue una noche hermosa, llena de preguntas. Simplemente fascinante”, dijo Marina en entrevista con la BBC en 1978.
“Me llevó a casa y empezamos a salir después de eso”, agregó.
Anthony Summers sin embargo, cree que el encuentro de la joven pareja en marzo de 1961 no fue casual.
Según él, Ernst Titovets, la entonces estudiante de medicina que hizo el papel de cupido, notó que había algo extraño en el acercamiento.
Sugirió que Marina hizo contacto con Oswald a pedido de la KGB, la policía secreta soviética, en una táctica de espionaje conocida como “trampa de miel” (el estratagema de engatusar con incentivos sexuales).
“Esperaban que en una situación íntima Oswald fuera más abierto sobre su pasado y lo que realmente estaba haciendo allí, que hablando con extraños”, explica Summers.
Pero de repente, declaró que estaba harto de la Unión Soviética. Y después de dos años y medio decidió regresar a Estados Unidos.
La Embajada de EE.UU. acordó su regreso, una decisión que algunas personas encuentran inexplicable, a menos que la deserción fuera una estrategia calculada desde el principio.
¿Habría sido enviado a Moscú para difundir información errónea sobre el programa de aviones U-2? ¿Con eso ya habría concluido su misión?
Años más tarde, a Marina se le preguntó en la entrevista con la BBC por qué, en 1962, las autoridades soviéticas permitieron la salida de ambos.
“Bueno, aparentemente los rusos no lo querían allí. Porque les parecía que era un alborotador. Así que probablemente estaban felices de deshacerse de él. Y estaba regresando a su país de origen. Además, yo no era tan valiosa para los rusos “, declaró.
Marina también negó que hubiese trabajado para la KGB.
Anthony Summers tiene dudas del relato de Marina sobre las circunstancias en las que ella y su marido abandonaron Minsk. Pero también cuestiona la versión oficial de EE.UU. sobre su regreso.
“La presteza con que lo recibieron de vuelta es muy extraña”, afirma. Se entiende que estaba regresando a su país, pero aparentemente ni siquiera fue interrogado por los servicios de inteligencia, según afirmó la CIA inicialmente.
“Hay que recordar que cuando desertó, dijo que entregaría todo lo que sabía sobre los aviones espía U-2 a los soviéticos”, resaltó Summers
De vuelta en EE.UU., Oswald comenzó a involucrarse en la política y continuó declarándose marxista. Inclusive estuvo en un programa de radio defendiendo su ideología de forma racional y coherente.
Tres meses más tarde, a la edad de 24 años, sería detenido por asesinar al entonces hombre más poderoso del mundo.
El presidente Kennedy recibió dos impactos de bala en el cuello y la cabeza cuando desfilaba con la primera dama Jacqueline Kennedy en una limusina descapotada en Dallas, Texas.
Oswald fue arrestado poco después del incidente y acusado de dispararle con un rifle desde el sexto piso de un edificio que estaba en la ruta de la caravana presidencial.
Insistió en que era inocente, pero no tuvo la oportunidad de defenderse.
Dos días después del asesinato de Kennedy, el 24 de noviembre, el propio Oswald fue muerto de un tiro en abdomen propinado por Jack Ruby, el propietario de un bar local presuntamente vinculado a la mafia, que lo esperaba cuando era traslado de la comisaría de policía a un tribunal.
El asesinato de Oswald, grabado en vivo por televisión, alimentó las teorías de conspiración que sobreviven hasta el día de hoy.
Quizás Lee Harvey Oswald realmente mató a Kennedy, aunque nadie ha encontrado un motivo convincente.
Puede ser que los años que pasó en la Unión Soviética estén relacionados de alguna manera con el crimen o quizás no haya ninguna conexión en absoluto.
Las preguntas son muchas. Más de medio siglo después se siguen buscando las respuestas, quizás en vano.