El asalto tuvo lugar el 14 de septiembre en la sucursal del banco Blom en Beirut y no fue uno cualquiera: el arma que portaba era de juguete y el dinero que estaba pidiendo era el que ella misma tenía en su cuenta.
La escena es una de pánico. Vestida de negro, empuñando un arma en su mano, una mujer acompañada de su hermana apunta a los empleados de un banco en Líbano exigiéndoles que le entreguen US$20.000.
El atraco es un éxito. Sali Hafiz huye con al menos US$13.000 y nadie resulta herido.
Pero el asalto -que tuvo lugar el 14 de septiembre en la sucursal del banco Blom en Beirut- no fue uno cualquiera: el arma que portaba Hazif era de juguete y el dinero que estaba pidiendo era el que ella misma tenía en su cuenta.
Su objetivo era recuperar los ahorros familiares para pagar el tratamiento de cancer de su hermana, de 28 años.
Sus acciones, transmitidas en vivo en redes sociales, la convirtieron de inmediato en una heroína popular, y en un símbolo del sufrimiento y la desesperación que viven muchos libaneses en medio de la profunda crisis financiera que atraviesa al país.
Este jueves, tras entregarse finalmente a las autoridades después de haberse dado a la fuga, estas le concedieron la libertad bajo fianza (y le impusieron una multa de US$25 y la prohibición de viajar por seis meses).
“No fue una elección fácil hacer lo que hice“
Los asaltos de esta índole se están tornando más comunes en Líbano, a medida que crece la ira por las severas restricciones impuestas por la crisis económica.
Para la mayoría de la población, los retiros de dinero tienen un límite de US$400 al mes desde 2019, cuando el valor de la moneda libanesa se desplomó y se disparó la inflación.
El país se encuentra ahora sumido en una de las depresiones más severas y prolongadas que el mundo haya visto, con más del 80% de la población viviendo en la pobreza y luchando por comprar alimentos y medicinas, señala el periodista de la BBC David Gritten.
“No fue una elección fácil hacer lo que hice”, le explica Hafiz a Rachael Thorn, de BBC News. “Pero había llegado al punto de quiebre”,
“Me disculpo con todas las personas a las que asusté. Pero, ¿cómo se compara eso con la desesperación, la ira y el dolor que siento todos los días, sabiendo que mi hermana se está muriendo?
“Los bancos son los culpables, no yo”, dijo cuando le preguntaron si acepta que puso a otra gente en riesgo.
El mismo día del asalto de Hafiz, un hombre realizó un atraco similar en Aley, la cuarta ciudad más grande de Líbano, también con la intención de recuperar sus ahorros para mantener a su familia.
Ibrahim Abdallah de Depositors’ Outcry, un grupo de defensa de los libaneses con ahorros congelados, dijo que la gente estaba al borde del colapso.
“Hemos estado pidiendo al estado durante los últimos tres años, hemos exigido y protestado de manera pacífica, y nadie ha mostrado ningún interés en nuestra causa”, dijo Abdallah a la agencia de noticias Reuters.
El mes pasado, un juez ordenó la liberación de un hombre que tomó como rehenes al personal de otra sucursal bancaria de Beirut durante siete horas para retirar US$35,000 de sus ahorros, que dijo que necesitaba para pagar las facturas del hospital de su padre.
Saad Azhari, director del Banco Bloom, le dijo a la BBC que no pensaba que fuera correcto intentar recuperar el dinero por la fuerza o recurrir a la violencia.
“Somos un país de leyes, tenemos que tener leyes. Realmente puedo entender su ira y también estamos enojados por la situación. Pero, por lejos, la responsabilidad recae en los políticos de este país”.