A dos días de la ejecución del asesino Mark Stroman - mató a 2 personas e hirió a una tercera en un tiroteo en el que buscaba "purificar" a EE.UU. del Islam después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 - el periodista británico Alex Hannaford logró entrevistarlo.
“Estábamos haciendo la última entrevista, y él estaba muy arrepentido y me dijo: ‘Mira, no tengo nada que perder al decirte que me arrepiento de lo que hice. Voy a ser ejecutado en unos días, pero quiero que la gente sepa que si hay algo que puedo hacer con mi vida es decirles que no vale la pena, que me equivoqué. Estaba lleno de odio‘”, le contó Hannaford a BBC Mundo.
Durante casi 20 años, el periodista se dedicó a visitar las prisiones y corredores de la muerte de Texas, buscando historias que reflejaran las injusticias del sistema penitenciario estadounidense. Además, estaba interesado en el tema de la posesión de armas.
Viviendo en Texas, Hannaford había tenido que cubrir de manera habitual el tema del control de armas, algo que inevitablemente lo llevó a los tiroteos masivos.
“Estaba pensando en estos tiroteos que habían ocurrido, y pensé: ‘Deberíamos investigar qué hubiera detenido a estas personas, en los momentos antes de que lo hicieran'”.
Con esa idea en mente, Hannaford intentó contactar con 50 personas que estuvieran sirviendo sentencias o que hubieran sido condenadas a muerte por perpetrar tiroteos masivos. Doce respondieron, una cifra considerable teniendo en cuenta que la mayoría de los tiroteos masivos terminan con la muerte del asesino.
Y de sus conversaciones el periodista concluye que no hay una manera única para solucionar el problema de los tiroteos porque no es un problema con una única causa.
Además, dice que sería más productivo tratar de entender por qué pasan estos asesinatos masivos, que continuar “deshumanizando” a los asesinos y descartando lo que puedan aportar.
Este es un resumen de la entrevista de Alex Hannaford con BBC Mundo:
¿Cómo hace uno para entrevistar a un asesino en masa sin caer en el error de darle una plataforma a una persona que acaba con vidas inocentes?
Yo viví en Texas durante 20 años, cubriendo el tema de la frontera y el de la pena de muerte. Me enfoqué en investigar sentencias equivocadas y exageradas. Y durante esos 20 años, uno de los temas que vi de manera más consistente fue el de las armas.
He tocado el tema desde ángulos y perspectivas diferentes, y así fue que me vino a la cabeza la idea de entrevistar a los autores de tiroteos masivos.
Cada vez que hay uno de estos tiroteos, surgen las mismas preguntas y las respuestas son demasiado polarizadas: los republicanos diciendo que es un tema de salud mental, mientras que para la izquierda el problema son las armas.
Y siempre pensé que la verdad estaba en algún punto en el medio. Fue ahí que pensé: “¿Qué hubiera podido detener a estas personas justo antes de que cometieran semejante acto?”
Yo era muy consciente de la controversia que iba a causar (el artículo sobre el tema que escribió para la revista GQ en Reino Unido), porque hay un movimiento cada vez más grande – particularmente en redes sociales – que busca que no se nombre a estos asesinos, y lo entiendo.
Pero para los periodistas es diferente. Y cuando salió la historia, yo pensé que iba a recibir el rechazo de estas personas pero no fue así. Creo que fue porque incluí las dudas que tenía al respecto como parte de la historia.
Además, en los casos de algunas de las personas que entrevisté, los incidentes ocurrieron hace muchos años y creo que han tenido tiempo para pensar en lo que hicieron y, en algunos casos, han logrado articular de manera muy profunda sus sentimientos al respecto.
¿Tuviste reacciones de algunos de los familiares de las víctimas cuando se enteraron de que ibas a hablar con los asesinos de sus seres queridos?
Te cuento uno de los casos.
Una de las personas que entrevisté fue Paul Devoe, quien está en el corredor de la muerte en Texas.
Había algo que habían adjuntado a su caso en el departamento correccional de Texas, diciendo que si en algún momento había solicitudes de entrevista, la familia quería ser notificada.
Recibí un correo electrónico diciendo que era el hijo de una de las víctimas de Paul Devoe y que quería tener más información sobre la historia que estaba escribiendo. Lo llamé cuando iba de camino a la prisión a entrevistar al asesino de su familiar y le expliqué que no tenía la intención de ponerlo en un pedestal sino de preguntarle qué lo hubiera detenido.
Y me dijo que apreciaba mucho que lo estuviera haciendo. Además, me dijo que siempre había querido saber si Devoe tenía remordimientos por lo que hizo.
Así que se lo pregunté, y me respondió que sí. El familiar luego me dijo que era la primera vez, casi diez años después del acto, que había oído decir, así fuera a través de otra persona, que el asesino estaba arrepentido.
¿En qué puntos coincidieron estas personas cuando les preguntaste acerca de qué hubiera logrado detenerlos antes de matar a tantas personas?
Muchos coincidían en que fue muy fácil acceder a las armas.
Historias en las que te cuentan que su tío tenía un arma, sabían dónde estaba, en qué habitación, sabían que estaba a su alcance y cuando les llega ese momento donde la visión se les nubla, cuando saben la locura que van a cometer, conseguir el arma era lo más fácil.
También coincidían en decir que es un tema de salud mental y que llevaban en esta espiral hacía mucho tiempo. Esto no es algo que ocurre de la noche a la mañana para una persona con enfermedades mentales: es una espiral lenta, un descenso sostenido hasta a ese estado y no tenían ayuda disponible.
¿Y qué medidas crees tú, según lo que te contaron estos asesinos, que serían efectivas para empezar a controlar este tipo de incidentes?
Para mí, hay dos maneras de afrontar esto: creo que las leyes red flag (bandera roja) parecen ser bastante efectivas en los estados que las están implementando.
Las leyes de bandera roja le permiten a los familiares de alguien que esté en riesgo de hacerle daño a otra persona – o a sí mismos – con un arma, pedir a la policía que se la quiten.
La policía va a un juez el mismo día, dice que tienen que quitarle las armas a esa persona porque puede lastimar a alguien o a sí mismos, y se las pueden quitar.
Y hay algo interesante con esto. Uno de los efectos secundarios de las leyes bandera roja que creo nadie esperaba, fue que afectó el número de suicidios en esas áreas, a tal punto que tuvo un verdadero impacto en la reducción en las tasas de suicidio.
¿Qué otras medidas?
Creo que un paso que siempre me ha parecido muy fácil de implementar es el de obligar a las personas que tienen armas a que las tengan bajo llave.
En otras palabras, estamos diciendo que si no mantienes tu arma bajo llave y te quitan tu arma, no se está incumpliendo la segunda enmienda de la Constitución (que protege el derecho de los ciudadanos estadounidenses a tener armas) porque nadie está diciendo que no las puedas tener.
Simplemente estamos diciendo que si tienes un arma, tiene que permanecer bajo llave siempre.
En Reino Unido, mi papá tiene escopetas que usa para tiro deportivo – lo hace hace más de 30 años – y, allá, para poder hacer eso, un policía de la jurisdicción local tiene que venir a tu casa, revisar la documentación e inspeccionar la caja fuerte en la que la guardas.
Además, se aseguran de que la caja fuerte esté asegurada a la pared, que mantengas una sola llave para abrirla, y que se guarde en algún lugar que solo lo conozca el dueño.
¿Qué sientes que has aprendido en las conversaciones con estos asesinos?
Paul Devoe es un buen ejemplo para responderte, porque cuando llevó a cabo su tiroteo, habló de la cantidad de licor y metanfetaminas que consumió antes de hacerlo, así que ni siquiera se acuerda del trayecto que condujo en su auto. (Devoe mató a su ex novia y a sus familiares en Texas, luego mató a una mujer en Pennsilvania para robarle el auto y fue arrestado en Nueva Yorktres días después).
Así que uno se puede imaginar lo que le pasó. Y no lo estoy excusando. No soy religioso pero, ¿has escuchado esa expresión ‘por la gracia de Dios, soy lo que soy’? Quiere decir que uno podría encontrarse en esa misma situación.
Y no es porque yo pudiera hacer algo así, es más bien la sensación de escuchar a estas personas y entender lo que están diciendo. Y si hay algo que he aprendido después de años entrevistando a personas en prisión y en el corredor de la muerte es que son personas como tú y yo.
A lo mejor eso es lo más terrorífico: no son monstruos.
La primera vez que fui al corredor de la muerte en Texas, en 2003, estaba bastante asustado. Yo nunca había estado en una prisión, mucho menos en el corredor de la muerte. Y me preguntaba, ‘¿me voy a encontrar con monstruos?’, porque es muy fácil deshumanizarlos por lo que han hecho.
Pero la verdad es que cuando te sientas al frente de ellos, sientes que son personas normales con las que te podrías estar tomando una cerveza en la calle. Pero te están contando la peor cosa que hicieron en el peor día de sus vidas.
Y no los estoy excusando.
No estoy diciendo que no deben estar donde están, pero a veces es muy fácil deshumanizarlos, y creo que sería más beneficioso para todos si, más bien, nos sentamos con ellos a preguntarles por qué hicieron lo que hicieron.
Tu investigación se publicó en 2018, un año de tiroteos muy recordados como el de Parkland, en Florida y el de la sinagoga de Pittsburg.
Este añovimos que 21 personas,en su mayoría niños, perdieron la vida en Uvalde, Texas, algo que llevó a los dospartidos en el Congreso de EE.UU. a aprobar una ley que restringe, aunque tímidamente, el porte de armas ¿sientes que esto cambia en algo lo que hemos vistohasta ahora?
No, para nada.
Nada va a cambiar porque realmente no han hecho nada para afrontar la situación de verdad. Estos jóvenes todavía tienen acceso a estas armas que usan para estos tiroteos masivos: las AR-15.
Yo no creo que el problema sea que EE.UU. tenga un monopolio sobre la gente que está dispuesta a cometer este tipo de actos. Yo creo que esa gente está en todos lados. Entonces, solo puedo decir que el problema tiene que ser el de las armas.
Y el de la salud mental, porque estas personas no están recibiendo la ayuda que necesitan porque en el sistema de salud estadounidense, la salud mental es costosa, solo la pueden recibir personas con ciertos ingresos.
Y, ¿sabes? EE.UU. prioriza los derechos del individuo sobre los derechos colectivos, así que siempre va a haber personas, sobre todo en los estados del sur, valorando más los derechos de una persona que porta armas que los de un papá como yo, que no quiere que su hija crezca en un lugar donde proliferan las armas.
Así que no, no creo que vaya a cambiar nada…