Las víctimas de la estampida registrada en el estadio indonesio de Kanjuruhan "murieron en los brazos" de los jugadores.
Así lo aseguró el entrenador del equipo local, mientras las autoridades elevaron la cifra de niños fallecidos hasta los 32.
Javier Roca declaró que el suceso, ocurrido en la noche del sábado, tras el partido que enfrentó al equipo que dirige, el Arema FC, con su archirrival, el Persebaya Surabaya, lo dejó “mentalmente destrozado”.
Las autoridades han contabilizado 125 fallecidos, siendo la víctima más joven un pequeño de sólo 3 años.
Además, se dio a conocer que unos 18 agentes policiales están siendo investigados por los hechos ocurridos en la región de Java.
La actuación de las fuerzas de seguridad ha sido duramente criticada y hay quienes la responsabilizan de la tragedia, en particular por su decisión de disparar gases lacrimógenos contra los aficionados que invadieron el campo de juego al terminar el partido.
Un testigo declaró a la BBC que la policía había lanzó numerosas rondas de gas “de forma continua y rápida” para intentar dispersar a los hinchas de ambos equipos.
Los seguidores del local Arema FC se lanzaron sobre el campo para celebrar la victoria, 3 goles a 2, ante su rival, el Persebaya Surabaya. Por su parte, sus contrincantes también ocuparon el campo, pero con la intención de atacar a los jugadores del Arema y de enfrentarse a sus aficionados.
El portavoz de la policía, Dedi Prasetyo, declaró a los periodistas que los agentes investigados “eran los responsables de la tenencia” de las armas y dijo que estaban siendo “interrogados” por un equipo de asuntos internos.
Tras dejar abierta las puertas a que las averiguaciones se extendieran a otros uniformados, el funcionario reveló que el equipo de seguridad del campo y algunos funcionarios de la liga de fútbol indonesia también están siendo investigados.
La Comisión de Derechos Humanos de Indonesia dijo que llevará a cabo sus propias indagaciones sobre el caso, y el presidente Joko Widodo ha ordenado que se detengan todos los partidos hasta que se aclare lo ocurrido.
Amnistía Internacional consideró que la policía incurrió en “uso excesivo de la fuerza” para controlar a una multitud desarmada.
Por su parte, el domingo en las calles de Yakarta, la capital del país asiático, se registraron manifestaciones en contra de la “brutalidad policial”.
Las fuerzas de seguridad indonesias han sido criticadas anteriormente por usar, de manera recurrente, los gases lacrimógenos dentro de estadios abarrotados.
Por su parte, Roca, el entrenador del Arema FC, declaró a la emisora española Cadena Ser que creía que “la policía se excedió en sus esfuerzos por controlar al público.
“Lo más terrible fue cuando las víctimas llegaron a ser atendidas por el médico del equipo”, dijo el entrenador Roca. “Llegaron unas 20 personas y cuatro murieron. Los aficionados murieron en los brazos de los jugadores”.
El anuncio de la investigación se produce después de que la FIFA calificara la catástrofe como “un día oscuro para todos los implicados en el fútbol y una tragedia incomprensible” y exigiera a la Federación de Fútbol del país asiático explicaciones.
El reglamento de la FIFA prohíbe a la policía llevar o utilizar “gases para el control del público” en los partidos.
El ministro indonesio de Seguridad, Mahfud MD, informó que el sábado en el estadio de Kanjuruhan había más espectadores de los que debía. El funcionario aseguró, a través de su cuenta de Instagram, que fueron venidas 42.000 entradas para el partido, pese a que el recinto tiene capacidad para albergar a 38.000 personas.
Los videos muestran a los aficionados corriendo hacia el campo tras el pitido final, y a la policía disparando gases lacrimógenos en respuesta.
“La situación se volvió anárquica. Empezaron a atacar a los agentes, dañaron los coches”, admitió Nico Afinta, jefe de la policía de Java Oriental, quien reveló que entre los muertos había dos agentes.
“Nos gustaría transmitir que no todos (los aficionados) eran anárquicos. Solo unos 3.000 entraron en el campo”, dijo el oficial.
Los hinchas que huían corrieron a una de las salidas del estadio y allí se produjo una aglomeración, donde hubo falta de aire, explicó el funcionario.
Las grabaciones muestran a los aficionados trepando por las vallas para escapar, mientras que otros registraron cuerpos sin vida en el suelo.
Ester Andayanengtyas declaró a la BBC que su hija Debora, de 17 años, sufrió graves lesiones, entre ellas una rotura de cuello y una inflamación en el cerebro durante el pánico.
“Le pedí que no fuera al estadio ese día. No regresó a casa, por la mañana sus amigos la buscaban”, dijo Andayanengtyas. “La buscamos en urgencias, pero no estaba allí. En el hospital nos dijeron que buscáramos en el depósito de cadáveres. La confusión se debió a que mi hija no llevaba identificación”.
Muhamad Dipo Maulana, de 21 años, que estaba en el partido, declaró a la BBC que, una vez terminado el encuentro, unos cuantos aficionados de Arema entraron en el campo para celebrar, pero fueron interceptados inmediatamente por la policía y “golpeados”.
A continuación, más espectadores saltaron al terreno de juego en señal de protesta, explicó el aficionado.
“La policía se presentó con perros y escudos”, dijo Dipo, para luego asegurar que escuchó más de 20 disparos de gas lacrimógeno hacia los espectadores.
La tragedia es una de los más mortíferas en un estadio deportivo en las últimas décadas.
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