En el último año, se han lanzado docenas de otros casos de responsabilidad contra plataformas como Instagram y Snapchat.
Advertencia: esta historia contiene temas que pueden resultar perturbadores.
De niña, Alice (nombre ficticio) se conectó al popular sitio web de videochat en directo Omegle y fue emparejada al azar con un pedófilo que la obligó a convertirse en esclava sexual digital.
Casi 10 años después, la joven estadounidense ha demandado a Omegle en un caso histórico que podría abrir el camino a una oleada de demandas contra otras plataformas sociales.
Alice puede recordar hasta las cosas más pequeñas de aquellos abusos que sufrió de niña.
Su abusador era muy exigente con respecto a su apariencia física en los videos que le obligaba a enviarle. Le decía que llevara el pelo recogido en una coleta a la izquierda de la cabeza.
“Yo solo tenía 11 años, pero él quería que pareciera lo más joven posible“, dice.
Incluso ahora, si Alice se tira del pelo hacia la izquierda, se estremece.
Alice es hoy una joven segura de sí misma de 21 años que mantiene una relación amorosa, pero afirma que las cicatrices de los abusos sufridos perdurarán el resto de su vida.
Cuando Alice conoció Omegle, ya era famoso por ser un rincón salvaje de internet.
“Mis amigas y yo entramos en Omegle en una fiesta de pijamas”, cuenta. “Todo el mundo en el colegio lo sabía. Pero, obviamente, nadie sabía cuáles eran los peligros“.
Hoy, según los analistas de Semrush, la web recibe unos 73 millones de visitas al mes. La mayoría procedentes de India, Estados Unidos, Reino Unido, México y Australia.
Para algunos adolescentes, emparejarse con un desconocido en un videochat en el que puede pasar cualquier cosa es un rito de iniciación.
Después de la pijamada, Alice se conectó sola a Omegle y fue entonces cuando la emparejaron con el pedófilo canadiense Ryan Fordyce.
En aquel momento, Alice sufría de la ansiedad propia de la adolescencia y Fordyce la hizo sentir mejor.
Durante la primera videoconferencia, Fordyce la convenció para que compartiera sus datos de mensajería personal.
“Fue capaz de manipularme de inmediato”, dice. “Muy pronto me estaba obligando a hacer cosas que un niño no debería tener que hacer“.
Una vez que coaccionó a Alice para que ele nviara imágenes íntimas, Fordyce la convenció de que era cómplice de fabricar y compartir material de abusos sexuales a menores. Por miedo a ser detenida, lo ocultó todo a su familia y amigos.
“Pasé gran parte de mi infancia a su entera disposición. Todos los días estando a la voluntad de otra persona que tenía las peores intenciones para los niños”.
Esto continuó durante tres años, hasta que Fordyce pareció perder interés y la comunicación se interrumpió.
Alice pensaba llevarse el secreto a la tumba, pero entonces la policía canadiense se percató de que alguien compartía en internet material sobre abusos sexuales a menores.
La agente Pam Klassen, experta forense del departamento de policía de Brandon -una pequeña ciudad a unos 200 km al oeste de Winnipeg-, rastreó la dirección IP hasta la casa familiar de Ryan Fordyce y obtuvo una orden de registro.
Fordyce estaba fuera cuando la policía lo visitó el 12 de enero de 2018, pero lograron entrar en su ordenador y se encontraron con una horrible colección de imágenes y vídeos de abusos sexuales, enviados por niños bajo sus órdenes.
Cuando Fordyce volvió a casa para comer, lo detuvieron.
“Se sorprendió”, dice, “y su mujer pensó que debía de haber un error”.
La policía encontró siete carpetas en el ordenador, cada una con el nombre de una niña distinta.
Una de ellas contenía 220 imágenes y vídeos de Alice, de entre los 11 y los 14 años, en algunos de los cuales había sido obligada a masturbarse u orinar.
La agente Pam Klassen localizó a Alice gracias a su uniforme escolar, visible en parte del material, y Fordyce fue condenado en diciembre de 2021 a ocho años de prisión.
Fordyce, padre de dos hijos de unos 30 años, también había utilizado Omegle para captar a otras dos de sus víctimas.
Con Fordyce entre rejas, Alice va ahora a por Omegle en un caso seguido de cerca en todo el mundo.
Puede que sea la primera vez que se juzga a una plataforma tecnológica por la forma en que se construyó.
En el último año, se han lanzado docenas de otros casos de responsabilidad contra plataformas como Instagram y Snapchat, pero es probable que el caso de Alice -A.M contra Omegle- marque el camino.
“En Estados Unidos tenemos la sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, que hace que sea increíblemente difícil demandar alguna vez a una plataforma online”, explica Carrie Goldberg, abogada de Alice.
“Pero hace unos años empezamos a pensar: ‘Espera, empecemos a tratarlos como si fueran productos básicos, como si hubiera un defecto en el diseño que provocara daños'”.
El equipo jurídico sostiene que Omegle pudo convertirse en un “coto de caza para depredadores” debido al sistema de emparejamiento aleatorio y a la falta de advertencias o de verificación de la edad.
Esperan poner esto a prueba en un juicio que podría asegurar a Alice indemnizaciones millonarias y forzar cambios en el diseño de Omegle.
Los juristas coinciden en que este caso puede marcar un antes y un después.
“Si A.M. contra Omegle llega a juicio y tiene éxito, creo que podría allanar el camino para que muchas otras víctimas presenten otros casos similares“, afirma Liza Lovdahl Gormsen, quien lleva una causa contra el propietario de Facebook, Meta, en una demanda colectiva de gran repercusión en Reino Unido por competencia desleal.
Cualquier cambio derivado de este tipo de demandas, en EE.UU. o en otros países, beneficiaría a los usuarios de los sitios web del mundo.
Omegle también podría enfrentarse a acciones legales en el Reino Unido si se aprueba el aplazado proyecto de ley sobre seguridad en línea, que propone multar a las empresas con grandes sumas si no protegen a los niños de posibles daños
El equipo jurídico de Omegle ha defendido ante los tribunales que el sitio web no tiene la culpa de lo que le ocurrió a Alice y niega que sea un refugio para depredadores.
Sin embargo, he constatado que Omegle está involucrado en más de 50 casos contra pedófilos solo en los dos últimos años. Más de 20 en Estados Unidos y otros en Reino Unido, Australia, España, Colombia y Chipre.
Leif Brooks, el solitario creador del sitio web, no quiso hablar del caso de Alice por correo electrónico, así que fui hasta su casa de Orlando (Florida) con la esperanza de hablar con él. Pero una vez más guardó silencio.
La Internet Watch Foundation también ha intentado conversar con Brooks sobre cambios en su sitio.
La organización benéfica, que elimina de internet contenidos de abusos sexuales a menores, le dijo a la BBC que sus analistas se ocupan de unos 20 vídeos a la semana procedentes del sitio.
Brooks envió a la BBC un comunicado, donde afirmaba que los usuarios de Omegle son “los únicos responsables de su comportamiento” al utilizar su sitio web.
Añadió que Omegle se tomaba muy en serio la seguridad de los usuarios, con moderación por inteligencia artificial y moderadores humanos, y que había ayudado a las fuerzas del orden y a las organizaciones que trabajan para detener la explotación infantil en Internet.
Es cierto que se ha condenado a abusadores de menores después de que Omegle entregara sus direcciones IP a la policía.
Mientras tanto, Brooks ha hecho un pequeño cambio en su sitio web que parece estar relacionado con la demanda de Alice.
Semanas después de que se le notificara su acción legal, apareció en Omegle una casilla que los usuarios tienen que marcar, para declarar que son mayores de 18 años, antes de poder entrar.
Pero el equipo legal de Alice dice que esto “no es suficiente”.
La propia Alice asegura que le gustaría que se cerrara Omegle.
“No creo que tenga tantos beneficios como para destrozar la vida de los niños”, afirma.
Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.