"¡Es el fast food del sexo!"
La sexóloga vasca Laura Morán se refiere así a la promesa en boga en estos días de alcanzar el orgasmo femenino en dos minutos, especialmente usando los llamados succionadores de clítoris.
En un momento en el que las cifras apuntan a un aumento en las ventas de juguetes sexuales, hablamos con la autora del libro “Orgas(mitos)” sobre cuán revolucionarios son realmente estos aparatos y el impacto que pueden sobre nuestra sexualidad.
Según informes de sex shops y consultoras, durante la pandemia ha habido un aumento considerable en las ventas de juguetes sexuales en muchos países, que es atribuido a la falta de opciones y a que hay más tiempo. ¿Pero lo hay realmente?¿Y se está prestando más atención a la intimidad?
El no poder salir, trabajar en casa y ahorrar el tiempo del transporte han hecho que durante el confinamiento muchas personas y parejas, las que reunían las condiciones adecuadas de espacio e intimidad, atendieran la parte sexual de una forma que antes no habían podido.
Ahora, en los países en los que hemos salido de la cuarentena, me gustaría creer que esas parejas continúan encontrando tiempo para prestar atención al placer.
Que lo estén consiguiendo, no estoy segura.
Yo misma estoy agobiadísima con el trabajo. Así que sospecho que a la nueva normalidad nos hemos traído los viejos factores estresantes.
Uno de los juguetes más vendidos en varios países son los que se conocen como “succionadores”. Aunque es una gama que lleva años en el mercado, recientementeha irrumpido con fuerza. ¿A qué se debe? ¿Es puro marketing?
Yo soy de las que prefieren llamarlos estimuladores, porque si no la gente se imagina que van a hacer slurp, como una especie de ventosa o aspiradora.
Efectivamente, ya antes del boom de estos aparatos, había unos estimuladores de clítoris externos que iban añadidos a un vibrador tradicional diseñado para ser introducido.
Y también existían lo que en mi casa llamábamos las “balitas del amor”, vibradores tamaño pila, muy chiquitines, para estimular el glande del clítoris.
Los fabricantes de succionadores han irrumpido con una campaña brutal, aprovechando el hecho de que las mujeres tienen cada vez menos miedo a hablar de masturbación.
Su éxito, no me cabe ninguna duda, ha sido puro marketing.
Coincide, como dices, con que muchas mujeres han empezado a hablar con naturalidad y públicamente sobre la masturbación. Hay hasta quien asegura que se está dando un cambio de paradigma. ¿Qué opinas?
Estoy de acuerdo. Estamos ante un posible cambio de paradigma, pero de algo que empezó hace ya muchos años.
En la revolución sexual de los años 60 y 70 la reivindicación del placer sexual femenino comenzó a incluirse en la ecuación.
Lo que pasa es que se reivindicaba el placer femenino disfrutado por obra y gracia del falo o de tu pareja. Teníamos derecho a sentir, pero dependíamos de que ese placer nos lo proporcionara otra persona.
Ahora, con juguetes sexuales que no tienen forma fálica y que no son para penetrar, que están hechos por y para el clítoris, sí podemos hablar de un cambio de paradigma.
Y es el reflejo de un cambio social, y de la lucha de los movimientos feministas.
Si la sociedad no hubiera estado preparada para acoger este tipo de juguetes, hubieran sido un fiasco.
Quienes promocionan los succionadores aseguran que con ellos se puede alcanzar el orgasmo en dos minutos. No me queda claro si es bueno o malo, si aporta a la revolución sexual de la mujer o todo lo contrario.
El tiempo hay que dejarlo fuera de la ecuación de las relaciones sexuales. Que alcanzas en orgasmo en dos minutos, maravilloso. Que lo haces en 20, estupendo. Que no lo logras, pues a la próxima será.
Me parece un error vender el orgasmo en dos minutos, sobre todo por aquellas mujeres que no han tenido la ocasión de experimentar a solas con su sexualidad.
Las lleva tener esa expectativa y a que luego se cuestionen: “¿Qué me pasa si en el anuncio dicen…?, ¿qué me pasa si mi amiga dice… y yo no lo consigo?”.
Creo que tener objetivos de duración, de frecuencia, de número de orgasmos es siempre contraproducente, porque cada persona es un mundo. Hay tantas sexualidades como gente, y en esto de los orgasmos también.
El poder alcanzar el orgasmo de forma rápida es algo que tradicionalmente se ha atribuido a los hombres. ¿Está quedando en evidencia que el cuerpo femenino tiene una capacidad para el placer que no se conocía? ¿O es más bien que se está rompiendo el mito de que las mujeres necesitamos los preliminares?
Las mujeres no somos lentas para alcanzar el orgasmo. De hecho, podemos hacerlo de media en cuatro minutos si nos rascamos donde nos pica.
Y hemos tenido la capacidad para experimentar ese placer antes del succionador.
No le quiero quitar el mérito, pero tampoco que se lo lleve completo, porque no le corresponde.
Sobre los preliminares, el problema no son lo que engloban, que va desde una invitación a cenar al sexo oral, sino lo que implica el concepto.
Lo preliminar se define como el precalentamiento que necesita una mujer para desear el coito, la penetración. Pero la penetración no es la técnica por la cual la mujer llega al orgasmo con más facilidad.
Si alguien está haciéndome un coito de Black & Decker —una famosa marca de taladradoras— de 30 minutos y el clítoris no es estimulado, no voy a alcanzar el clímax ni con preliminares ni sin ellos.
Las mujeres no necesitamos los preliminares. Lo que necesitamos es practicar técnicas o posturas sexuales que nos resulten placenteras.
El sexo oral no es un preliminar, es sexo. Masturbarse el uno al otro no es un preliminar, es sexo. El coito es una técnica más.
Yo no creo que el placer rápido sea una ventaja a vender.
En realidad, no debemos tener prisa, salvo que tengas que alcanzar el orgasmo en dos minutos porque está ardiendo tu casa.
En el caso de los hombres, de hecho, llegar al clímax en dos minutos está hasta mal visto. Se considera eyaculación precoz.
Pero ¿estamos realmente primando el placer exprés? ¿Es algo que está ocurriendo?
La publicidad parece que sí nos anima a eso. Es la comida rápida del sexo: como el fast food, el fast sex.
No creo que sea una buena manera de vivirlo, porque además las prisas, la angustia, la ansiedad que puede producir el tener que hacerlo rápido es el principal enemigo de la excitación y el orgasmo.
Parece algo inseparable de la lógica de una sociedad acelerada, la optimización del tiempo aplicada a la sexualidad: dos minutos de placer y lista para la siguiente tarea…
Sí, responde sin duda al ritmo acelerado con el que vivimos, en el que tenemos que ser auténticas superwomen.
En el listado de cosas que hacen las mujeres que trabajan dentro y fuera de casa, van al gimnasio, se cuidan, tienen vida social, cuidados estéticos por y para sí mismas, pues también está el placer sexual.
Y, claro, este placer sexual que contamos por orgasmos tiene que ser ágil y rápido, porque no tenemos tiempo para dedicarnos a conseguirlo sin prisas.
No es sorprendente pensar que el orgasmo exprés es consecuencia de que todo en nuestra vida es exprés.
La cuestión es darte un tiempo para sentir, para disfrutar, para averiguar cuáles son tus zonas erógenas, qué técnica sexual te excita más y vivirla.
Si necesitas cinco minutos, estupendo. Si necesitas 50 y los tienes, también. Tampoco todos nuestros encuentros sexuales tienen que seguir siempre los mismos patrones.
¿Y sobre lo que dicen algunos, de que nos encaminamos a una sexualidad cada vez más robótica, más deshumanizada, qué opinas?
Creo que están confundiendo el tener una batidora, el aparato que te hace el puré, con que vayas a casarte o a tener una relación erótica con ella.
Yo adoro a la batidora porque es capaz de picar las verduras como no se podría lograr de otra manera, pero eso no hace que vaya a sustituir a un ser humano con ella.