La razón por la que estas grandes extensiones de hielo enfrían no es que sean heladas. Enfrían sobre todo porque son blancas. Y ese blanco refleja el calor del Sol.
Seguramente hayas escuchado que una de las consecuencias más graves que está teniendo el calentamiento global es que se están derritiendo los polos.
Y quizás incluso hayas oído las advertencias de los científicos de que el Ártico y partes de la Antártica se están calentando entre dos y tres veces más rápido que el resto del planeta.
Pero ¿sabes por qué los polos son importantes -más bien, vitales- para la humanidad?
¿Y por qué las regiones más frías del globo son las que más se están calentando?
Pues, posiblemente intuyas que la función principal de los polos es enfriar la Tierra. Y algo de razón tienes.
Pero no porque actúen como el freezer del planeta.
La razón por la que estas grandes extensiones de hielo enfrían no es que sean heladas. Enfrían sobre todo porque son blancas. Y ese blanco refleja el calor del Sol.
“El hielo del planeta refleja la cantidad justa de energía solar de regreso al espacio”, explica el divulgador naturalista de la BBC David Attenborough en el documental Breaking Boundaries: The Science of Our Planet (“Rompiendo límites: la ciencia de nuestro planeta”).
“Este efecto de enfriamiento ha sido fundamental para mantener estable la temperatura de la Tierra”, remarca en el film que Netflix estrenó a mediados de este año.
Sin los rayos del Sol no podríamos vivir, pero tampoco podríamos hacerlo si la Tierra absorbiera el 100% de la radiación solar.
Por eso es tan clave la capacidad de nuestro planeta de poder reflejar parte de ese calor, un fenómeno conocido científicamente como albedo.
A través de este mecanismo, nuestro planeta refleja el 30% de la radiación del Sol.
El restante 70% que absorbe nos ha permitido mantener una temperatura ideal para el desarrollo de nuestra civilización.
Pero en las últimas décadas, el mundo ha estado perdiendo su capacidad de reflejar el calor del Sol, haciendo que ese perfecto equilibrio que duró unos 10.000 años -un período conocido como el Holoceno- se rompiera.
El climatólogo del Instituto Antártico Argentino (IAA) Alpio Costa le dijo a BBC Mundo que, si bien la principal barrera reflectora de radiación solar es nuestra atmósfera, los polos cumplen una función indispensable como la mayor fuente del albedo en nuestra superficie.
Costa destacó que los hielos son responsables de cerca de un cuarto del total que es reflejado por nuestro planeta.
Pero en el último medio siglo los polos se han vuelto cada vez menos blancos, reduciendo su efecto reflector.
Y es esta “reducción del albedo” la que está haciendo que estos inmensos hielos se estén calentando unas tres veces más que el resto del planeta, señaló el experto.
“El problema empezó con la revolución industrial, cuando nosotros como especie comenzamos a tener una influencia sobre el clima, porque empezamos a ser una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero”, explica Lucas Ruiz, geólogo del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla)
Ruiz fue uno de los autores del último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC), que concluyó que inequívocamente la quema de combustibles fósiles y otras acciones contaminantes del hombre son las que están causando que el planeta se caliente a una velocidad nunca antes vista.
La polución que generamos -más de la mitad en los últimos 30 años (ver gráfico arriba)-, no solo elevó la temperatura del planeta, llevando a que los polos se empezaran a derretir.
También hizo que se tornaran menos blancos, reduciendo su capacidad de reflejar el calor del Sol.
¿Cómo ocurrió esto? La reducción del albedo se dio, por un lado, por los residuos de la combustión de hidrocarburos que depositaron ollín sobre el hielo y la nieve, indica Ruiz.
Pero el mismo derretimiento también oscureció la superficie de los hielos, generando pequeños cuerpos de agua y fomentado el crecimiento de algas.
“Si uno mira a Groenlandia desde el aire, en vez de ver blanco ve blanco azul, blanco azul, blanco azul”, destaca Ruiz sobre el casquete polar que más rápidamente se está derritiendo.
Los hielos marinos del Ártico -los más extensos del planeta- también están perdiendo masa a velocidades récord, exponiendo la superficie oceánica.
El problema, dice el experto, es que mientras el hielo refleja el 90% del calor del Sol, el agua solo refleja el 20% y el 80% es absorbido, elevando sus temperaturas, lo que hace que también se expanda.
La combinación del hielo que se derrite y el agua que se expande está haciendo que se eleve el nivel del mar, lo que representa una amenaza para las ciudades costeras, entre ellas varias de las capitales del mundo.
Las estimaciones del IPCC son que, incluso si el mundo logra ponerse de acuerdo para que la temperatura del planeta no supere los 1,5°C por encima de los niveles preindustriales -hoy nos estamos acercando a 1,2°C- el daño ya generado hará que para 2050 el nivel del mar suba 50cm con respecto a los niveles del 1900.
“Parece poco pero es muy malo, porque cuando lo proyectas en la línea de costa, dependiendo de la pendiente que tiene la costa, puede llegar a ser kilómetros“, afirma Ruiz.
Aunque aclara que recién se dará a conocer en febrero un nuevo trabajo del IPCC detallando cuáles serán los lugares más afectados, el informe actual prevé que “tanto el nivel del mar como la temperatura del aire aumenten en la mayoría de los asentamientos costeros”.
De más está decir que si la humanidad no lograra ponerse de acuerdo en la próxima Cumbre Climática de Glasgow (COP26) para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, y la Tierra se calentara aún más, el daño sería mucho más pronunciado.
En ese sentido, lo que más preocupa sobre el oscurecimiento de los polos es que ha desencadenando un círculo vicioso que podría resultar catastrófico.
Los científicos lo llaman un “proceso de retroalimentación” y funciona así: a medida que el planeta se calienta las zonas polares pierden superficie blanca, eso refleja menos, lo que produce un aumento de temperatura, que a su vez genera mayor pérdida de hielo.
Este fenómeno es lo que explica por qué los polos se están calentando entre dos y tres veces más que el resto del planeta, afirma Costa del IAA.
“Tiene un nombre: se llama amplificación polar“, señala a BBC Mundo.
La mala noticia es que, una vez que se desencadena este proceso, no alcanza con mantener las temperaturas actuales para frenarlo. Tendríamos que encontrar la manera de enfriar la atmósfera, algo que hoy está fuera de nuestro alcance.
Es por esto que los científicos afirman que el derretimiento del casquete polar ártico (Groenlandia) es irreversible a escala de tiempo humana.
Costa advierte que también la región occidental de Antártida se está derritiendo.
Y entre ambos, tienen suficiente agua para elevar los niveles del mar más de 12 metros.
Sin embargo, también hay una “buena” noticia: estos bloques de hielo son tan masivos que incluso si el calentamiento continuara tardarían decenas de miles de años en derretirse completamente.
En cambio, el peligro más inmediato es la desaparición del hielo marino ártico, que es menos voluminoso -y por ende no afectará tanto los niveles del mar- pero es clave para proteger a la Tierra de los rayos del Sol, ya que evita que la radiación solar impacte sobre el océano, que la absorbe, calentándose y expandiéndose.
Según el informe del IPCC, el hielo marino en el Hemisferio Norte durante el período más seco se redujo en promedio cerca del 25% en las últimas cuatro décadas.
De ahí que muchos científicos creen que es clave limitar la emisión de gases de efecto invernadero para frenar el calentamiento de la atmósfera y evitar que más hielo marino desaparezca, reduciendo críticamente el albedo.
“La pérdida del hielo marino no es irreversible“, resalta Ruiz.
“Si nosotros disminuimos la temperatura, el hielo marino va a aumentar”.
La amplificación polar también amenaza con desequilibrar otra función vital de los polos: la climática.
Y es que, como señala el climatólogo Costa, estos grandes hielos que reflejan el Sol son la base de nuestro clima.
“La diferencia de radiación solar entre los polos y los trópicos, que genera una diferencia de temperatura, es el motor que pone en movimiento a la atmósfera y genera lo que conocemos como clima en todos los rincones del mundo”, explica.
Este fenómeno es el que hace que haya “lluvias muy cerca del ecuador, zonas muy secas en latitudes subtropicales y pasajes de altas y bajas presiones en latitudes medias, que permite que allí haya estaciones diferentes”.
Por eso, el derretimiento de los polos y la consecuente reducción del albedo no sólo están aumentando las temperaturas de la atmósfera y amenazando nuestras costas, sino que, además, podrían provocar caos en el delicado balance climático de nuestro planeta.