¿Cuál, de la larga lista de líderes del mundo, podría ser declarado como el mejor de todos? ¿Qué factores serían importantes?
Hay veces que los líderes se destacan por detalles discretos.
Isabel Bowes-Lyon, la madre de la actual reina de Inglaterra, por ejemplo, le infundía tanto valor y esperanza a la nación durante la Segunda Guerra Mundial que Adolfo Hitler la describió como “la mujer más peligrosa de Europa”.
Comportamientos como su negativa a huir con sus dos hijas, como habían hecho muchos otros miembros de la realeza europea y a pesar de que en Londres llovían bombas alemanas, inspiraban a sus súbditos.
En otros casos, son épicos sueños como el de Simón Bolívar de liberar América Meridional del yugo español y forjar una nación grande y poderosa los que hacen que un líder sobresalga.
Entonces, si estamos buscando al mejor, ¿qué debe ser?: ¿inspirador o valiente?, ¿eficaz o tolerante?, ¿todas las anteriores y otras más?
La verdad es que es una pregunta imposible de contestar, a menos de que sea bajo el rótulo de “opinión personal”.
Pero plantearla y tratar de responderla es interesante, educativo y entretenido.
Eso fue lo que hizo la revista BBC HistoryExtra a principios de este año.
Primero, le pidieron a 20 historiadores renombrados que nominaran al que consideraran como el líder más grande, alguien que ejerció el poder y tuvo un impacto positivo en la humanidad, y que exploraran sus logros y legado.
La lista no incluía a la reina madre de Inglaterra que tanto le molestaba a Hitler, pero sí a siete mujeres.
Tampoco a Simón Bolívar. De hecho, a ningún latinoamericano. ¿Incluirías tú alguno? Nos lo puedes contar en nuestras redes sociales.
Y, aunque incluye a la emperadora Wu Zetian (690-705) -porque “fue la mujer más poderosa de la historia de China“- hasta el señor feudal del siglo XVI Oda Nobunaga -porque “logró unificar Japón“-, pasando por Amenofis III (c 1390-1352 a.C.) -porque “fue el mayor faraón de Egipto cuando Egipto gobernaba el mundo antiguo“- los seleccionados por los historiadores eran predominantemente europeos.
Y tras considerar los méritos de los nominados, los lectores de BBC HistoryExtra votaron su preferido.
Vamos, como en los reinados de belleza, en orden ascendente.
En 5º lugar, con 4% del voto: la reina Isabel I de Inglaterra, quien había sido nominada porque en el siglo XVI “restableció la paz y construyó el poder nacional después del tumulto“.
En 4º lugar, el presidente de EE.UU. Abraham Lincoln, nominado porque “defendió a los trabajadores y la emancipación de los esclavos“.
En 3º lugar, con 7% del voto, el primer ministro británico Winston Churchill, porque “se negó a aceptar la capitulación ante Hitler“.
En 2º lugar, con el 25% de los votos, Amílcar Cabral, quien unió a más de un millón de guineanos para liberarse de la ocupación portuguesa y, a su vez, impulsó a muchos otros países africanos colonizados a levantarse y pelear por la independencia.
Y, con más del 38% de los votos, fue Maharaja Ranjit Singh, líder del imperio sij a principios del siglo XIX, quien encabezó la encuesta de los líderes más importantes de la historia mundial.
Maharaja Ranjit Singh había sido postulado por Matthew Lockwood, historiador de la Universidad de Alabama, quien lo eligió, en pocas palabras, porque “forjó un imperio moderno de tolerancia“.
A quienes querían saber más, les contó lo que puedes leer a continuación:
“Durante la mayor parte del siglo XVIII, India fue un lugar fracturado y devastado por la guerra. A medida que el imperio mogol, una vez dominante, entró en su período de declive terminal, dejó un vacío de poder.
Punjab no estuvo exento de este problema. Cuando Ranjit Singh nació en 1780, las incursiones afganas, las luchas internas crónicas entre los diversos misls (estados soberanos) de Punjab y la presencia inminente de la expansión británica dejaron a la región políticamente frágil, económicamente débil y religiosamente dividida.
Todo esto cambió con el surgimiento de Singh, el ‘León de Punjab’.
Para las primeras décadas del siglo XIX, ya había modernizado el ejército Sikh Khalsa, incorporado las innovaciones occidentales sin abandonar las formas e instituciones locales, unificado a los rebeldes, estabilizado la frontera con Afganistán y alcanzado una distensión mutuamente beneficiosa con la Compañía Británica de las Indias Orientales.
Singh, sin embargo, era más que un simple conquistador.
Aunque el subcontinente indio estaba dividido por la competencia imperial, las luchas religiosas y las guerras de conquista, Singh era un unificador, una fuerza para la estabilidad, la prosperidad y la tolerancia.
Su reinado marcó una edad de oro para Punjab y el noroeste de la India.
Aunque era un devoto sij que se embarcó en una campaña para restaurar los grandes monumentos de su religión, incluido el Harmandir Sahib o el Templo Dorado en Amritsar, también hizo todo lo posible para garantizar la libertad religiosa en sus tierras.
Patrocinó templos hindúes y santuarios sufíes, asistió a ceremonias musulmanas e hindúes, se casó con mujeres hindúes y musulmanas e incluso prohibió el sacrificio de vacas para proteger la sensibilidad religiosa de los hindúes.
Musulmanes, hindúes, sijs y europeos fueron empleados en el ejército modernizado y en la administración de su imperio.
Bajo su liderazgo, se mejoró la infraestructura, se abrió y expandió el comercio y florecieron las artes.
Esa edad de oro no le sobreviviría.
Después de su muerte en 1839, el imperio de tolerancia de Ranjit Singh se deshizo. Los británicos invadieron, el imperio sij colapsó y la inestabilidad regresó a la región.
Aunque fue ciertamente un imperialista, Ranjit Singh representó un modelo diferente, más ilustrado e inclusivo, de construcción del Estado, y un camino muy necesario hacia la unidad y la tolerancia.
Todavía hoy podríamos beneficiarnos de su ejemplo“.