Encontrar un pequeño sumergible en el vasto y helado océano que rodea la remota costa canadiense de Terranova (Canadá) es una tarea titánica.
Si además el oxígeno del que disponen los tripulantes está próximo a agotarse, los equipos de rescate no puede trabajar más que a contrareloj.
La operación para localizar el submarino comercial desaparecido con 5 personas que iban a visitar los restos del Titanic es especialmente desafiante, pese a que en las últimas horas “sonidos de golpes” en el área de búsqueda han devuelto la esperanza de encontrarlas con vida.
Se estima que a las cinco personas a bordo les quedaban unas 40 horas de aire para respirar.
El sumergible cuenta con unos tanques capaces de suministrar oxígeno por hasta 96 horas a sus cinco ocupantes, pero desde que se perdió ya han pasado 3 días.
La tripulación de la nave Titán, perteneciente a la empresa OceanGate, perdió contacto con la base 1 hora y 45 minutos tras sumergirse en el mar, según informó la Guardia Costera de Estados Unidos.
Alistair Greig, profesor de ingeniería marina del University College London, explica por qué la búsqueda es tan complicada.
“La comunicación a través del agua es siempre muy difícil. Una vez que se ha perdido la comunicación, es muy difícil ubicar dónde está. Uno de los grandes problemas del operativo es que no saben si mirar en la superficie del Atlántico o en el fondo del mar. Podría estar en cualquiera de los dos lugares”.
Para el experto, es poco probable que el submarino experimental de OceanGate esté en medio. Él cree que o está flotando o hundido del todo.
Jamie Pringle, investigador de la Keele University, apunta a que otra de las dificultades es que la nave puede estar moviéndose de forma impredecible ahora mismo.
El sumergible desapareció en el océano aproximadamente a 1.500 kilómetros de Cape Cod, Massachusetts, donde la profundidad es de aproximadamente 4.000 metros.
“Si está en la superficie del océano, será muy difícil detectarlo porque, como es un sumergible, está diseñado para tener una flotabilidad neutra. Es decir, la mayor parte de la nave flota bajo el agua con solo una pequeña cantidad de superficie visible”, dice Greig.
El sumergible, fabricado con fibra de carbono y titanio, es “del tamaño de una furgoneta grande, y está pintado de blanco“.
“Tratar de encontrar algo así desde el aire, particularmente si se han quedado sin energía y no puedan enviar señales, será un verdadero desafío”, añade.
Otra de las complicaciones adicionales es que la tripulación no puede salir por su cuenta.
La nave no se puede abrir desde adentro; solamente puede abrirlo el equipo especializado desde el exterior.
Es por ello que, en el hipotético caso de que la nave haya podido salir a la superficie, los pasajeros no podrían salir de ella sin ayuda exterior.
“Si está en el fondo del mar, no se tratará tanto de buscarlos, sino de escucharlos porque lo que se usa para localizarlos es un sonar y, con suerte, la tripulación hará algo de ruido en el casco, que se puede detectar”, dice el profesor de ingeniería marina.
El sonido es la forma de comunicarse en el océano. Las ballenas y las marsopas lo usan, al igual que los humanos.
Todas las formas de radiación electromagnética, como la radio o el radar, son bastante inútiles debajo del agua.
Pero el sonido viaja eficientemente, viaja rápido (1.500 m/s) y sobre grandes distancias.
Es por eso que la operación de rescate ha estado lanzando sonoboyas en el agua, escuchando cualquier sonido fuera de lo común.
Si los golpes detectados cada 30 minutos provienen de la nave y son reales, las autoridades pueden usarlos para localizar el submarino.
Si se transmiten como un patrón regular, puede cronometrar la llegada de ese patrón en diferentes sonoboyas para obtener de dónde viene la fuente.
El receptor GPS hace algo similar en su teléfono, usando señales de radio transmitidas desde diferentes satélites.
El enfoque de sonido no es tan preciso, pero sería de gran ayuda para reducir los esfuerzos del vehículo no tripulado operado a distancia.