El anuncio de Pfizer de que su vacuna contra el coronavirus funciona en un 90% de casos es esperanzador.
Pero el compuesto de la farmacéutica estadounidense, fabricado junto a la empresa de biotecnología alemana BioNTech, todavía está pendiente de aprobación.
Además, se basa en resultados preliminares y necesita estudiarse en más personas, lo cual podría reducir su estimación de eficacia.
Por ello gran parte de la comunidad científica pide cautela frente al optimismo.
Además, una vez se apruebe esta u otra de las nueve vacunas en fases clínicas avanzadas, queda la monumental tarea de almacenarlas y distribuirlas.
En concreto, la vacuna de Pfizer requiere un esfuerzo mayor, ya que necesita estar conservada por debajo de -70° C.
Esta temperatura se equipara a algunas de las más bajas registradas en la Antártida y es mucho menor que la que cualquier congelador común puede ofrecer, lo cual obstaculizará el almacenamiento y distribución de las vacunas, especialmente en áreas remotas y países en desarrollo.
Si la carrera por aprobar la primera vacuna contra la covid-19 está siendo frenética, la carrera de la logística no será un asunto menor.
En su propio anuncio, Pfizer reconoció los “desafíos relacionados con la fórmula a temperaturas ultrabajas de su vacuna y los requerimientos de almacenamiento, distribución y administración”.
Transportar la vacuna de Pfizer y BioNTech desde la fábrica hasta el brazo del paciente será una “operación logística descomunal”, dijo a la BBC Matt Hancock, ministro de Sanidad de Reino Unido, país que anunció sus intenciones de comenzar a vacunar a la población antes de navidad si se aprueba el compuesto.
Y es que la mayoría de otras vacunas, incluyendo algunas contra la covid-19 como la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford no requieren temperaturas bajas tan extremas para su conservación, y por ello no existe una infraestructura extendida con estas condiciones.
Una vez aprobadas, las vacunas partirían desde sus centros de manufactura.
Se transportarían por aire y tierra, potencialmente almacenándose en instalaciones de distribución y siendo luego llevadas a centros de salud locales como clínicas, farmacias, hospitales y cualquier lugar donde se administren.
Esto último supone otro gran reto, ya que muchos centros de atención primaria comunes no cuentan con la tecnología necesaria para mantener la vacuna durante mucho tiempo.
Meses antes del anuncio de Pfizer, algunas de las compañías de logística más importantes del mundo anunciaron su compromiso de formar parte de la red de distribución necesaria para combatir la pandemia.
“Tenemos nuestra mira puesta en las necesidades y demandas relacionadas con las vacunas y los tests, y estamos preparando nuestra red para apoyar operaciones urgentes que pueden salvar vidas”, dijo un portavoz de la empresa de logística estadounidense UPS a BBC Mundo.
UPS, FedEx y DHL, por ejemplo, han invertido millones de dólares en la construcción de nuevas instalaciones en sus centros de distribución diseñadas para almacenar miles de dosis cuando se aprueben las vacunas.
Estas instalaciones cuentan con sensores térmicos y congeladores especiales, capaces de enfriar a menos de -80° C.
Pfizer, por otra parte, ideó una bolsa de transporte especial del tamaño de un maletín estándar, empaquetada con hielo seco y sensores GPS. Estas cajas, en principio, podrían contener hasta 5.000 dosis con la temperatura correcta durante 10 días, siempre y cuando permanezcan cerradas.
El hielo seco -dióxido de carbono en estado sólido- es necesario para mantener temperaturas tan bajas, de acuerdo a la Asociación de Gas Comprimido (CGA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Este año la pandemia afectó la producción de compuestos base de hielo seco como el etanol y el hidrógeno, lo cual provocó un déficit del producto.
Pero CGA se comprometió a producir lo suficiente para satisfacer la demanda.
Si la logística para transportar la nueva vacuna ya le parece “descomunal” a Reino Unido, una de las primeras economías del mundo, el desafío se antoja mayor para las zonas rurales y los países pobres o en vías de desarrollo en Asia, África y América Latina.
Al respecto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) destacó que transportar una vacuna ultrafría es un desafío para todos los países.
“No solo en América Latina y el Caribe, ningún país del mundo cuenta con las condiciones necesarias para transportar y distribuir una vacuna novedosa como la de Pfizer, que requiere condiciones más frías de lo habitual”, dijo el doctor Jarbas Barbosa, subdirector de la OPS, durante una rueda de prensa virtual a la que asistió BBC Mundo.
Sin embargo, aclaró que la inversión se destinará principalmente para mejorar las infraestructuras de distribución y transporte, ya que “esta vacuna puede conservarse en una sala de vacunación entre 2° C y 8° C por un máximo de 5 días”.
Pero incluso en países con menos recursos, estas misiones han demostrado ser viables en el pasado.
“El reto de almacenar estas vacunas no es insuperable y así lo ha demostrado la República Democrática del Congo. La actual vacuna contra el ébola requiere un almacenamiento similar de entre -70° C y -80° C, y aún así pudo vacunar a 300.000 personas durante la epidemia reciente en el este del país”, apunta Covax, una alianza de varias organizaciones y gobiernos centrada en la distribución equitativa de vacunas a nivel mundial.
Claro que, no es lo mismo organizar una campaña de vacunación para combatir un brote en un país determinado que hacerlo a nivel mundial.
Tanto la Organización Mundial de la Salud como Unicef llevan años instalando almacenes de frío en países con menos recursos.
“En las cadenas de suministros estamos preparados para esperar lo inesperado pero la escala, complejidad y capacidad de esta operación no tiene precedentes”, comenta Bourlakis.