Altos, rubios, fornidos y guerreros implacables de Escandinavia… gracias a algunas sagas y leyendas -y al cine y Netflix- la imaginación popular ha visto así a los vikingos.
Pero ahora, un nuevo estudio, el mayor análisis genético sobre esta cultura hasta la fecha, tira por el suelo mucho de los preconceptos que teníamos de este poderoso grupo de navegantes que conquistó partes de Asia, Groenlandia y Europa alrededor del primer milenio después de Cristo.
“Los resultados cambian la percepción de quiénes eran realmente los vikingos. Los libros de historia tendrán que actualizarse“, indicó en un comunicado de la Universidad de Cambridge el genetista evolutivo Eske Willerslev, al frente del estudio.
La pesquisa tomó cerca de seis años y conllevó el análisis genético de más de 400 esqueletos vikingos en diferentes locaciones de Irlanda, Islandia, Groenlandia, Polonia, Ucrania, Reino Unido y Rusia.
Fue realizada por científicos de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y de Cambridge (Reino Unido), y los resultados fueron publicados el miércoles en la revista Nature.
De acuerdo con la reseña publicada en Nature, los investigadores partieron por el supuesto de que la expansión marítima de las poblaciones escandinavas durante la era vikinga (alrededor de 750-1050 d. C.) fue una transformación profunda en la historia mundial.
De ahí que el equipo secuenció los genomas de 442 humanos (incluidos hombres, mujeres, niños) de sitios arqueológicos en Europa y Groenlandia para comprender la influencia global de esta expansión.
“Llevamos a cabo el mayor análisis de ADN de restos vikingos para explorar cómo encajan en la imagen genética de los antiguos europeos antes de la era vikinga”, explicó Ashot Margaryan, profesor adjunto de la Sección de Genómica Evolutiva del Globe Institute de la Universidad de Copenhague.
Para sorpresa de muchos y, contrario a la frecuente teoría de la “pureza racial” del grupo, descubrieron que los vikingos, genéticamente, no solo procedían de Escandinavia, sino que también tenían ADN de Asia, del sur de Europa y las Islas Británicas.
“Concluimos que la diáspora vikinga se caracterizó por un compromiso transregional sustancial: distintas poblaciones influyeron en la composición genómica de diferentes regiones de Europa y Escandinavia experimentó un mayor contacto con el resto del continente”, indica el estudio.
Como consecuencia de esto, según Willerslev, hallaron que no todos los vikingos eran rubios o tenían la piel clara y los ojos azules.
“Nuestra investigación desacredita la imagen moderna de los vikingos con cabello rubio, ya que muchos tenían cabello castaño y estaban influidos por la genética del exterior de Escandinavia”, indicó.
La investigación sugiere que ser vikingo era más un concepto y una cultura que una cuestión de herencia genética, como se creía hasta ahora.
De hecho, el equipo descubrió que dos esqueletos vikingos enterrados en las islas del norte de Escocia tenían herencia escocesa e irlandesa, pero ninguna escandinava, al menos genéticamente.
“Este es un lado diferente de la relación cultural de las incursiones y saqueos vikingos”, afirmó el arqueólogo Daniel Lawson, de la Universidad de Bristol.
El estudio también sugiere que los barcos vikingos en sus expediciones estaban formados en ocasiones por miembros de una misma familia o que se asociaban en sus viajes por las poblaciones o regiones que habitaban.
Según Fernando Racimo, uno de los autores y experto del Centro de Geogenética de la Universidad de Copenhague, uno de los logros del estudio es que contribuye al conocimiento de cómo funcionó la selección natural en el pasado.
“Esta es la primera vez que podemos echar un vistazo detallado a la evolución de variantes bajo selección natural en los últimos 2.000 años de historia europea”, dijo.
“Los genomas vikingos nos permiten desentrañar cómo se desarrolló la selección antes, durante y después de los movimientos vikingos en Europa, afectando genes asociados con rasgos importantes como la inmunidad, la pigmentación y el metabolismo”, agregó.
Tradicionalmente, se consideraba vikingos a la cultura de guerreros y navegantes del norte de Europa que conquistó partes de ese continente, Asia y llegó a América alrededor del año 1.000.
“Las diásporas escandinavas establecieron el comercio y los asentamientos que se extendían desde el continente americano hasta la estepa asiática. Exportaron ideas, tecnologías, lenguaje, creencias y prácticas y desarrollaron nuevas estructuras sociopolíticas”, indicó Søren Sindbæk, arqueólogo del Museo Moesgaard en Dinamarca que colaboró en el estudio.
Los vikingos cambiaron el curso político y genético de Europa y más allá.
Muchas expediciones implicaron asaltos a monasterios y ciudades a lo largo de los asentamientos costeros de Europa, pero según los historiadores, el objetivo de comerciar con productos como pieles, colmillos y grasa de foca era a menudo el objetivo fundamental.
Las sagas nórdicas, la antigua colección escandinava de mitos y leyendas, relata el apogeo de la conquista y exploración vikinga hace un milenio.
De acuerdo sus relatos, Canuto el Grande se convirtió en el rey de Inglaterra, Olaf Tryggvason llevó el cristianismo a Noruega y un vikingo llamado Leif Ericson habría sido el primer europeo en llegar al continente americano antes que la expedición de Cristóbal Colón.
Ericson, según la leyenda, lideró una expedición desde el nuevo asentamiento nórdico en Groenlandia hacia al oeste, navegando hacia lo desconocido, en busca de tierras y recursos para suplir las carencias de la colonia de Groenlandia.