A fines de enero de este año, Capriel planificó volver a su tierra natal para visitar a su familia. Su plan original era quedarse una semana, pero debió quedarse por un mes debido a la propagación del coronavirus. La mayoría de vuelos internacionales de las aerolíneas de varios países se cancelaron, y para dejar Guatemala, debió hacer escalas en Colombia, España, los Países Bajos, Hong Kong de China, y finalmente llegar a Guangzhou. Luego de la observación de 14 días, finalmente se reencontró con su esposa china y su hija.
“En mi barrio, antes de la epidemia, siempre teníamos que mostrar una tarjeta”.
Verificar la temperatura corporal, mostrar una credencial de ingreso, así como el código de salud, de acuerdo con el guatemalteco, “son (medidas) necesarias y no solo a los extranjeros sino a toda la gente”.
Hasta la medianoche del 24 de abril, la ciudad meridional china de Guangzhou había reportado un total de 349 casos confirmados de transmisión local, 126 casos importados, y 27 casos locales relacionados con los provenientes del extranjero, según la Comisión Municipal de Salud.
Ahora la situación en Guangzhou ha comenzado a mejorar, pero en Guatemala las condiciones epidémicas apenas empiezan. Capriel contó que junto a otros compatriotas en Guangzhou se unieron para adquirir suministros médicos y enviarles a algunos amigos en su país.
Capriel estudió en Nueva York, y allí conoció a su esposa. “Yo quería practicar chino y ella quería practicar inglés. Así que nos hicimos amigos”. Se enamoraron y decidieron casarse. Más tarde, cuando su esposa quedó embarazada, dejaron Nueva York y se mudaron a Guangzhou.
“Llevo un año y medio viviendo en Guangzhou. Me pareció la ciudad muy parecida a Nueva York, que es muy grande con gente de muchos países del mundo”, relató Capriel. Para él, Guangzhou conjuga su parte moderna con su lado tradicional, así como una naranja dulce en su interior y colorida en su exterior.
La hija de Capriel tiene apenas 10 meses, y ya es capaz de entender algunas frases en chino, español e inglés. “Los abuelitos le hablan chino, yo le hablo español, y mi esposa le habla inglés”, dijo el centroamericano. Cuando salen a dar un paseo en el barrio, los vecinos les saludan y a veces bromean, diciéndoles que la bebé tiene los ojos grandes de su papá.
Capriel no ha encontrado un trabajo ideal debido a que no domina el idioma chino. Se enteró de que su barrio está reclutando voluntarios, y el guatemalteco se unirá al equipo. “El barrio nos organizará en una formación la próxima semana, así que yo podré contribuir con mis vecinos y la comunidad”, indicó Capriel quien agregó que “participar en el trabajo voluntario también puede hacerme conocer más amigos, y tener más oportunidades para practicar chino”.
A la par, Capriel planea abrir una empresa este año. Aprovechando la fortaleza del comercio exterior en Guangzhou, “comenzaré mi propio negocio para pagarle a mi hija la universidad”, concluyó.