A estas alturas, no cabe duda de que la pandemia de COVID-19 ha traído cambios a la sociedad y a la vida cotidiana: bloqueos, cierres, problemas de la cadena de suministro y la ralentización de la vida cotidiana. Pero quizás esto último sea lo que en realidad anhelamos en secreto: la desaceleración de la sociedad.
Hace cincuenta años, dos de los futuristas más reconocidos del mundo, Alvin y Heidi Toffler, publicaron Future Shock, un libro sobre la aceleración de la vida. Los Toffler sugirieron que muchas personas tendrían dificultades para lidiar con más cantidad de cambios y, como resultado, sufrirían un choque social o personal. “Cuando Alvin y Heidi escribieron Future Shock, no se consideraban futuristas”, dice Maria Bothwell, presidenta de Toffler Associates, “pero estaba claro que habían tocado la fibra sensible en una sociedad global que se enfrentaba a una alta cifra de cambios sin precedentes”. Si la gente puede o no sobrevivir al shock depende de su grado de adaptación, añade.
Un “fatalista” del futuro
El astrónomo británico, Sir Martin Rees, es un “apocalíptico” autoproclamado de las pandemias. “Los motivos para el pesimismo son que tales eventos pueden ser recurrentes, que los ‘malos actores’ diseñarán y lanzarán variantes más virulentas y transmisibles”, dice Rees. “Eso ya se puede hacer con la gripe y la viruela. Afortunadamente, este nuevo virus es más complejo, pero probablemente sea solo cuestión de tiempo antes de que pueda ser pirateado también”, subraya. En su trabajo más reciente, On the Future, habla en detalle sobre las pandemias y la consecuente interrupción social. Según el astrónomo, no habrá “ningún lugar para esconderse” del colapso económico en nuestro mundo interconectado.
“El escenario optimista es que este será un hecho ‘único’ del que nos recuperaremos, habiendo aprendido al menos dos lecciones”, dice. “Primera, no deberíamos depender de cadenas de suministro largas y no resistentes. Necesitamos invertir en capacidad adicional, en personas y equipos, para hacer frente a tales hechos”, aclara.
Y la segunda es que podemos aprender que no es necesario que los trabajadores de la ciudad pasen “una o dos horas desagradables” cada día viajando entre sus casas y la oficina, afirma.
Susan Schneider, directora de la organización AI, Mind and Society Group, en la Universidad de Connecticut, cree que “la pandemia acelerará el desarrollo de la infraestructura necesaria para apoyar la infraestructura del trabajo online”.
Hambre de experiencias normales
Pero, ¿puede la tecnología solucionarlo todo? Según el músico y tecnólogo creativo Matt Black “hay comunidades en línea, pero mi impresión es que la gente tiene mucha hambre de experiencias ‘de la vida real’. Internet podría facilitar las cosas. Pero se trata del mundo real”.
A la estadounidense Schneider le intraquiliza que perdamos el factor humano: “Me preocupa que en un mundo posterior a la pandemia, las corporaciones puedan hacer menos uso del trabajo humano, reemplazando a los trabajadores humanos con automatización e inteligencia artificial. Las computadoras y los robots no se enferman”, afirma.
David Chaum, un pionero criptógrafo, cree que el miedo a infectarse con el coronavirus está limitando las interacciones “en persona”, dice, forzándonos a un “uso cada vez más escalofriante de los sistemas online” y la comunicación electrónica.
“Lo que se necesita es un sistema en línea que proteja la comunicación en persona, no solo lo que se dice sino también los ‘metadatos’, con quién y cuándo se habla”, dice Chaum.
Por el contrario, Tobias Gantner, CEO de HealthCare Futurists, cree que “tenemos que despedirnos de nuestros conceptos de seguridad de datos”. “Si observamos el desarrollo de biomarcadores acústicos donde, a partir de fragmentos de voz, se puede detectar una predisposición a tener Parkinson o depresión. La seguridad de datos es algo para las personas sanas. Si alguien es una persona de riesgo, las probabilidades cambian rápidamente, se vuelve partidaria de compartir o ceder datos”.
Población menos respetuosa y egocéntrica
Ruben Nelson, director ejecutivo de Foresight Canada, opina que “nuestras poblaciones se han vuelto menos respestuosas, más egocéntricas y autocomplacientes”. “Esas características se ven reforzadas por un mundo corporativo impulsado por las ganancias a corto plazo, con el apoyo de una industria publicitaria de miles de millones de dólares y gobiernos cómplices, que han idolatrado el crecimiento económico”, afirma. Esta vez, el coronavirus “marcará y dividirá la historia humana”, asegura.