La historia de los amigos que obtuvieron una isla en la frontera de Belice y buscan convertirla en un “país independiente”
Marshal Mayer y Gareth Johnson iniciaron el proyecto "Let´s Buy An Island" y junto a otros inversores pagaron US$250 mil por la isla Coffee Caye, en Belice, y la están convirtiendo en "El Principado de Islandia".
Muchas personas sueñan con la obtención de un apartamento, una casa o un terreno para poder construir lo que más sueñan; sin embargo, hay otros que van mucho más allá y buscan obtener algo más inimaginable, tal es este caso de una isla deshabitada.
Marshal Mayer, cofundador de un proyecto denominado “Let`s Buy an Island” ha estado desde el año 2018 recaudando fondos para poder cumplir su sueño: poder comprar una isla frente a la costa de Belice.
Finalmente, en 2019 su sueño se materializó, al obtener un total de US$250 mil para comprar la isla llamada Coffee Caye de 4.8 hectáreas. En esta isla, debido a su pequeño tamaño, es posible caminar de un extremo a otro sin complicaciones, además de tomar solo 15 minutos llegar a ella en lancha.
“¿Quién no querría comprar una isla?, y no sé ustedes, pero yo ciertamente no puedo permitirme comprar una isla por mi cuenta“, declaró Mayer en una entrevista para CNN.
Mayer, ahora en 2022, se dedica a hacer viajes y tours para que los inversores y personas curiosas puedan visitar la isla, bajo la premisa de ser una de las primeras que se obtienen a partir de financiación basada en fondos colectivos.
En la página oficial, incluso se puede observar itinerarios en donde se incluyen desayunos, almuerzos y cenas en Coffe Caye, visitas a diversos sitios turísticos en Belice, teniendo un precio de US$295.
Fabulous article about #letsbuyanisland #weownanisland https://t.co/ALirwE0vr2
— Let's Buy an Island! (@LetsBuyAnIsland) March 8, 2022
Sin embargo, las inspiraciones de parte de Mayer y las personas que invirtieron en esta compra va mucho más allá de la obtención de una isla, sino de construirla y convertirla en su propio país.
La isla, rebautizada por sus inversores como “Principado de Islandia”, cuenta ahora con una bandera e himno nacional, así como su gobierno y procesos democráticos como elecciones. A pesar de que los inversores afirman una independencia, las organizaciones internacionales no reconocen la isla como una “micronación”.
Además, las personas que compraron acciones de la isla (que tenían un costo de alrededor de US$3 mil 250) tenían la oportunidad de participar en los procesos democráticos de Coffee Caye, como en las elecciones para decidir al próximo mandatario de la isla.
No es la primera vez que existe un caso de “micronación” en donde se busca convertir en país a un terreno deshabitado. Existió en 1967 una plataforma en la costa de Inglaterra que fue rebautizada como “Principado de Sealand”, al igual que un barrio en Vilnius, en Lituania que fue conocida como “República de Uzupis”.
Inicios
La idea original de la obtención de la isla fue cuando Mayer, en colaboración de Gareth Johnson, uno de los fundadores del proyecto, obtuvieron el dominio “Let’s Buy an Island” bajo la idea de que “sería divertido obtener una y hacer nuestro propio país“.
También crearon la empresa llamada Young Pioneer Tours, que se dedica exclusivamente al transporte de turistas hacia países que pueden considerarse peligrosos o extremos, como Siria, y naciones que no han sido reconocidas como tal, como es el caso de Transnistria, Abjasia y Nagorno-Karabaj.
Johnson comenta que a primera instancia la idea de obtener una isla parecía descabellada, sin embargo, junto con Mayer se percataron de varios terrenos alejados de las ciudades tenían precios bastante accesibles y realistas para poder obtenerlas, mucho más si obtenían sus recursos económicos de fondos y donaciones.
Ambos comentaron que junto con los demás inversores tenían varias opciones de islas que se encontraban en países como Filipinas, Malasia, Irlanda y Panamá. Se decantaron al final por Coffee Caye por la accesibilidad y lo fácil que resultaba llegar a ella.
Johnson y Mayer aseguraron también que, a pesar de que muchos de los inversores llegan a tomarse en serio la apropiación de un terreno para convertirlo en un país, siempre lo han visto como algo “irónico” y que no buscan involucrarse o entrometerse en los marcos legales o las fronteras de Belice.