“La primera ola de coronavirus en América Latina aún no ha terminado”
Con la llegada del otoño, Europa se sumerge en una segunda ola de contagios de coronavirus. En Sudamérica empieza la primavera y los casos bajan. ¿Influye el clima en el virus? El virólogo Felix Drexler nos explica.
Mientras que en Europa se registra una segunda ola de coronavirus con la llegada del otoño, en el hemisferio sur de América Latina empieza la primavera y los contagios en algunos países disminuyen ligeramente. ¿Existe alguna relación entre el virus y el cambio estacional?
Dr. Felix Drexler: En realidad, el virus en Europa no dejó de circular. Por ejemplo, en la primera ola, en Alemania, tuvimos pocos brotes regionales, y ahora la situación es más difícil de controlar. Sí se podría decir que hay una estacionalidad del nuevo coronavirus, si tenemos en cuenta que los coronavirus endémicos, los del resfriado común, aparecen en invierno. De modo que la llegada de la primavera a América Latina podría ayudar a disminuir la transmisión del virus.
La gran incógnita es si esta es la razón principal de la baja en algunos países. En ese aspecto hay que ser cuidadosos, porque muchos países en América Latina son muy diversos, en climas y demografía. Países como Bolivia, Colombia, Ecuador o Perú tienen dentro de sus países ecozonas completamente distintas. El clima en los Andes es, por ejemplo, muy distinto al de la Amazonía. Es mejor analizar por regiones. Por ejemplo, el desastre de Guayaquil se trasladó después de un par de semanas a Quito. La respuesta de los Gobiernos ahora va a tener que ser con un enfoque regional.
¿Debería América Latina estar atenta a esta segunda ola europea para imitar y mejorar a tiempo las medidas que se tomen?
Creo que es al revés. En Europa deberíamos ver lo que ocurrió, y sigue ocurriendo, en los países latinoamericanos, para tomar en serio la situación. Desgraciadamente, en Alemania estamos teniendo dificultades para aprender de los países vecinos que ya están en la segunda ola como España, Francia o Italia. No creo que se pueda hablar ahora de una segunda ola en América Latina. Es simplemente una transferencia normal y geográfica de la primera ola. En América Latina hay una primera ola que aún no ha terminado. Hay que tener en cuenta que muchos países en América Latina tuvieron una respuesta temprana a diferencia de otros, como Costa Rica, que tuvo bastante éxito en controlar al inicio, pero ahora la situación es al revés. Es porque la gente está harta de estar encerrada y los jóvenes se sienten invulnerables, salen y se infectan.
Otro elemento a considerar es la inmunidad de rebaño, que probablemente hace que los números bajen, por ejemplo, en Guayaquil o Manaos, que eran focos de infección. Eso significaría que gran parte de la población ya se infectó y está al menos parcialmente inmune. En Manaos, Guayaquil o Iquitos creo que está ocurriendo eso, y se refleja en las bajas cifras. Hay que seguir haciendo estudios y ver si esta inmunidad de rebaño es duradera hasta que llegue una vacuna para evitar que haya una segunda ola.
¿Qué lecciones les dejó la primera ola a los latinoamericanos?
Primero, que probablemente existe una inmunidad de rebaño que ya estamos viendo, pero el costo es muy severo, si miramos hacia Guayaquil, Manaos, Iquitos y Bolivia. Es una lección muy drástica y muy triste. Siempre dijimos que tenemos que aprender unos de otros, pero tenemos que darnos cuenta de que hay que aguantar un poco más. También hay partes de la población que ya no están siendo afectada. Aprendemos unos de otros cuando miramos que también hay casos severos en jóvenes. Estos se enferman con menos frecuencia que los mayores, pero también enferman. De modo que seguimos aprendiendo sobre el coronavirus.
Los países latinoamericanos deberían preparar y fortalecer mejor sus sistemas de salud pública. También trabajar en la descentralización de la salud para que funcione no solo en la capital. Esa sería una gran lección, y ojalá sea parte del aprendizaje de América Latina. Veremos si se llega a implementar.
¿Por qué es importante en el futuro combatir la “infodemia”, la propagación de la desinformación sobre el virus, como advirtió la OMS, y evitar que los políticos utilicen la pandemia?
Esto existe en todos los países del mundo. Mucha gente tiene dificultad para entender la diferencia entre casualidad y causalidad. La desinformación y el rechazo de las personas a tomarse el trabajo de informarse bien y buscar fuentes sólidas está en todas partes. Mucha gente se deja llevar por lo fácil y escandaloso. Una parte de los medios de América Latina siempre ha buscado el escándalo. Hay gente que no sabe diferenciar lo correcto de lo falso, aunque también aquí puede pasar lo mismo. Ojalá que haya un fortalecimiento de la distribución de hechos científicos y salud por parte del Gobierno, que es el indicado para ese rol. En general, es ridículo que un desastre como la pandemia actual sea usada para motivos de carrera política de algunos países. No sólo de América Latina. Estados Unidos es el peor ejemplo que existe. Y a esos se suman los teóricos de la conspiración.
¿Cuál diría usted que fue la clave del éxito alemán?
La principal razón es que en Alemania pudimos hacer pruebas a muchas personas más, a muchos asintomáticos o casos leves que no llegan ni siquiera a ser testeados en América Latina. También la estructura hospitalaria, en Europa en general, es mucho más robusta que en otros lugares de América Latina. Podemos ofrecer ventilación mecánica a mucha más gente, y mucho más rápido. Hay un sistema de salud pública que funciona bien, un poco distinto de los de América Latina. En Bolivia, si alguien tuviera ahora un infarto al corazón es posible que muera, porque no hay lugar en los hospitales. Incluso si quisiera y pudiera pagar. Pero la gran mayoría no puede. En España, o en Francia, el sistema de salud existe y corre con los gastos. No todo es color de rosa en Europa, pero no se puede comparar con América Latina.
En conclusión, es importante no bajar la guardia en América Latina, aunque llegue la primavera.
Sí. Es probable que la trasmisión se reduzca por el clima, pero el virus no va a parar por eso, el contagio no va a cesar por eso. Sería erróneo decir: “ya pasamos por lo peor y los próximos cuatro meses serán tranquilos”. Antes se decía que con altas temperaturas ya no habría problemas, pero luego vimos los casos en la Amazonía. También se dijo que en las zonas altas de los Andes el virus no era estable por la radiación ultravioleta, y estamos viendo brotes enormes en esas zonas. Hay que tener mucho cuidado con esas conclusiones, si no, es posible que se repita lo mismo y haya que cerrar todo otra vez.
El Dr. Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus. Drexler tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.
(cp)