Bombero guatemalteco que se lanza de puentes y torres para regalar juguetes revela cuál fue el suceso trágico de su niñez que le inspiró
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Muchos niños quisieran ser bomberos, pero en el mayor Héctor Chacón esto se hizo posible después de un evento impresionante que le dio un giro a su existencia inspirándole a salvar vidas.
por Ingrid Reyes18 enero, 2023 - 16:51 PM
Héctor Otoniel Chacón Cuellar nació el 22 de enero de 1946 en Tamahú, Alta Verapaz, habla q’eqchi’ y a partir de los 18 años su vida ha sido dedicada a salvar vidas e inspirarse en llevar felicidad a los niños.
Era aproximadamente 1953 cuando el pequeño Héctor tenía siete años y vivió de cerca un incendio. “Mis primeros años tienen relación directa con la profesión que iba a tomar, una decisión que tomé en la niñez porque en mi ciudad vi un incendio en una casa de estructura frágil y una criatura perdió la vida… yo quería crecer y ser bombero para apoyar en ese campo difícil, la gente quería auxiliar pero no sabía cómo hacerlo y de alguna manera al seguir este camino quería evitar que otros casos ocurrieran”, agrega.
Para ser bombero tenía que dejar su vida atrás e irse de su pueblo para trasladarse a la capital y así prepararse en esta profesión. “Al inicio de su vida muchos niños quieren ser bomberos, en mi caso lo fijé y lo tomé como una promesa que cumplí”, recuerda.
Se graduó de bombero en 1967 después de un año de estudiar. Es el casco No. 39 en la institución. Él quería trabajar salvando vidas, pero comenzó ad honórem en la institución de los Bomberos Municipales y después de una de sus primeras asignaciones logró un puesto en la guardia permanente, es decir una plaza pagada.
Su primer trabajo fue en un incendio de grandes proporciones en la hidroeléctrica de Amatitlán.
A lo largo de su carrera ha pasado diferentes momentos y cada año en diciembre baja por los puentes para llevar regalos a cerca de 400 niños de escasos recursos. En esta entrevista comparte más de sus recuerdos.
¿Cuáles considera han sido algunos de los momentos más impactante en su carrera?
No hay otro lugar más lindo para trabajar que no sea un cuerpo de bomberos. Existen muchas tareas en los bomberos que uno debe realizar, desde atención pre-hospitalaria, control de incendios, operaciones preventivas, pero tenía mayor inclinación para lo relativo a tareas de rescate, así que enfoque mi energía en hacerme profesional en ese campo, ahí he tenido experiencias fuertes.
En el transcurso de ese tiempo ocurrieron muchas cosas que hoy no se dan muy seguido porque las cincunstancias y la tecnología ha cambiado, por ejemplo, los rescates en letrinas, que eran incidentes dramáticos. Para mí es de los más difícil que alguien puede realizar porque hay que dominar todo y no es fácil entrar a un lugar donde nadie quiere estar. Esto me llevo a distintas jurisdicciones aunque no fuera la mía.
Recuerdo muchos eventos como el Huracán Mitch (en 1998 se vieron afectados varios asentamientos ubicados en barrancos, donde hubo numerosos deslaves que cobraron la vida de muchas personas, en su mayoría, niños y ancianos) y las erupciones del volcán, en especial esta última con mayor complicaciones (el Volcán de Fuego hizo erupción el 3 de junio de 2018. Decenas de familias quedaron atrapadas por los ríos de material volcánico que arrastró árboles, vehículos, casas y todo lo que encontró a su paso).
¿Cómo nace la tradición de lanzarse en rapel desde grandes alturas?
Lo relacionaba con mi vida. Era hijo ocho de una familia de nueve, no había solvencia económica para comprar juguetes en Navidad. En una actividad en la iglesia una vez teníamos un intercambio, pero no logramos llevar el dinero a tiempo y no logramos participar, así que nos sugirieron que lo que lleváramos fuera mi regalo, pero a mí eso no me pareció porque se perdía el factor sorpresa.
Así surgió la idea de llevar un regalo y sorprender a los niños. Me disfracé de Santa Claus y me lancé de la Torre del Reformador, pero la barba no daba la posibilidad de ver de quién se trataba y decidí que era mejor que la gente conociera quién estaba detrás y esto permitió que más personas y empresas apoyaran a la causa.
En la torre el espectáculo llamaba la atención, pero la gente que circulaba por el sector no tenía tantas necesidades, así que me moví a poblaciones más vulnerables, en los puentes del Incienso, Belice y Las Vacas.
En 25 años solo una vez suspendí la actividad en su formato tradicional, en 2020 por la pandemia, pero hicimos algo simbólico y me tiré de una torre que tenemos en la Escuela Técnica de Bomberos Municipales y de manera simbólica un niño recibió el regalo.
¿Cuándo usted baja cuántas personas están involucradas?
En ocasiones nos han apoyado los elementos de la patrulla especial de rescate. A partir de la pandemia también se delimita el espacio para que los niños no puedan llegar o acercarse demasiado.
¿En estos 25 años ha encontrado a adultos que recuerdan su visita en la niñez?
Me ha ocurrido varias veces. Una señorita en una empresa levantó la mano y me dijo en una manera graciosa que no le había dado un regalo. Me compartió que ella vivía debajo de un puente, esperaba con ilusión Navidad para recibir su regalo hasta un año que había crecido mucho y ya no estaba en la edad de recibir.
Cerca de 400 bolsas de juguetes se entregan y hemos tratado de no dejar a nadie sin juguete.
¿Cómo le gustaría que más personas se unieran en este proyecto?
A un niño puede dársele de todo, pero siempre le va a faltar un juguete. Invito a los padres a convertirse en Santa Claus, sé que deben comprar útiles, uniformes y otras necesidades, pero siempre regalen ilusión a sus hijos.
Si alguien tiene un carro de juguete bien guardado puede compartirlo, hay personas que guardan por años algo cuando esto puede hacer feliz a otros.
¿Esta escribiendo un libro de memorias?
Hay tanto que escribir y pensé unas cuantas páginas, pero llevo muchas y no termino, parece un libro sin final.
Este espacio me da la oportunidad de narrar lo vivido. Una noticia solo ofrece unos datos, pero no cómo se logró y cómo se hizo, y hay relatos de situaciones especiales que se realizaron de una manera inusual, así como la narrativa de los sentimientos de las personas que uno tiene que atender.
¿A mediano y largo plazo cuáles son su proyectos?
Me agrada lo que hago y no he sentido los años que he estado aquí, durante 56 años de servicio, me parece poco y la vida no alcanza para darle continuidad a esta institución.
He pensando en jubilarme, pero me asusta la idea. Quisiera no hacerlo y necesitaría un trabajo similar al retirarme.
Por ahora, seguiré con mis actividades hasta que representen un riesgo ya no lo haré. Estoy como instructor de nuevas generaciones y solo sé que un cuerpo de bomberos no debe morir y la juventud tiene mucho que dar a la institución para mover energía positiva.
La invitación es abierta a que los jóvenes se acerquen a un cuerpo de bomberos. No sé si hay otro empleo donde uno se sienta tan realizado como en este.
En el 2022 mencionó que era el última vez que usted saltaba. ¿Será así?
Siempre es la última vez, pero lo cierto es que este proyecto estaba a 25 años que se cumplieron. Siempre que bajo doy gracias a Dios que no sucedió un accidente, en mi caso sé que es parte de mi responsabilidad. No sé si alguien seguirá esta tradición cuando ya no esté, pero lo importante es que sigan llegando los regalos a los niños de todo el país, eso es lo más importante.
Cada familia y cada padre debe constituirse en un Santa Claus para sus niños. Para muchos esa figura y visita es la más esperada del año y pueden mantener la ilusión mientras sea posible. Creo que no importa cuántos años tengamos, algo de niños nos queda en el corazón.