El misterioso ser bajo la cama de una niña que sustrajo una flor del Cementerio General
Fantasma atormentaba a niña que sustrajo la flor de una tumba en el Cementerio General de la capital.
Es común que en esta época las personas visiten los cementerios para adornar las tumbas de sus seres queridos.
Aunque estos recintos guardan una serie de leyendas, algunas personas aseguran haber tenido extrañas experiencias al visitarlos y luego de esto.
A continuación le compartimos el relato de la experiencia que tuvo un niña luego de llevarse un flor del Cementerio General de la ciudad de Guatemala.
No hay que llevarse nada de los cementerios, y eso todos lo sabemos, afirman algunas personas. Hay gente que incluso se sacude los zapatos al salir de la ciudad de los muertos.
Este es el caso de una niña que asistió a un sepelio en el Cementerio General, pero jamás le habían dicho que no se llevara nada del lugar.
Inocentemente la pequeña se llevó en una bolsa una bonita flor roja de plástico que encontró en un nicho cercano a dónde enterraban a una persona que jamás conoció.
La tomó en el momento justo en el que introducían el ataúd en uno de los nichos de la parte alta y nadie de los presentes se percató.
Fue hasta la mañana siguiente que ante los gritos de su hija, la madre de la niña se dio cuenta que en aquella bolsa en donde guardaba sus juguetes más especiales, se encontraba una flor roja, la que en realidad no llamaría la atención de nadie.
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Pero el objeto finalmente llamó la atención de la mamá, ya que los gritos de la pequeña se debían a que una señora muy vieja y con mal olor quería arrebatarle su bolsita para quitarle la flor.
Eso fue lo que dijo la niña y luego señaló debajo de su cama, en donde decía que aquella vieja se había metido.
La mamá le preguntó y la niña y esta le mostró la flor. El horror de la madre llegó al enterarse de que la flor la había tomado del cementerio y llevado hasta su casa.
Pero aun así no daba crédito a lo que su hija le decía, hasta que al agacharse y revisar debajo de la cama por la insistencia de la niña, aquella preocupada madre se encontró con el rostro descarnado de una mujer de pelo blanco y alborotado.
Los ojos completamente redondos y opacos por la falta de vida la observaban desde el oscuro fondo debajo de la cama de la niña.
El olor a muerte inundaba su habitación y sin decir nada, tomó a la niña y temblando salieron de su casa rumbo al cementerio, en donde dejaron aquella flor en el nicho al que correspondía.
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Volvieron a casa con temor, pero aquel olor, mezcla de flores marchitas, agua reposada y putrefacción había desaparecido.
Nunca más madre e hija volvieron a ver nada parecido y tampoco volvieron a tomar nada del cementerio.
Autor del relato, Jorge García