Serenata a una ciudad confinada
Pasan de las 6 de la tarde. La Ciudad de Guatemala se cierra y, justo en ese momento, la ventana de Edwin Ramírez se abre para dejar salir, a través de ella, las notas de su saxofón.
En el centro de la capital, este clarinetista, cantante y miembro del Coro Nacional (en donde participa como bajo) y, claro, saxofonista oriundo de Esquipulas, se ha dado a la tarea de amenizar las noches de una urbe que, como el resto del país, busca frenarle el paso al covid-19 a través del confinamiento.
La prohibición a las reuniones y eventos sociales, además del toque de queda que inicia cada día a las 18 horas y finaliza a las 4 de la mañana, han hecho que Ramírez y su grupo, Generación 70, no puedan ofrecer conciertos en bares, restaurantes y calles, sus escenarios típicos. Incluso les cancelaron contratos que ya tenían arreglados.
Una vida musical
En la música se inició de muy chico, con 10 o 12 años, según recuerda. Sus padres lo inscribieron a clases para que tuviera un sitio en dónde pasar las tardes. Poco a poco aquella actividad se convirtió en una competencia con sus amigos, por ver quién lo hacía mejor.
Luego descubrió a Jan Garbarek, saxofonista noruego al que ahora reconoce como su intérprete favorito.
Llegó a la Ciudad de Guatemala y entró al Coro Nacional, formó su propio grupo, con el que lleva más de dos décadas, y sigue practicando a diario, porque “esto no se deja de aprender nunca”.
Un nuevo escenario
Ahora, sus baladas y boleros solo tienen cabida en la habitación de segunda planta en la que sopla el saxofón, según dice, por aburrimiento.
Según un oficial de la Policía Nacional Civil que pasaba en su patrulla por debajo, por deleite de una calle que, sin él, estaría en silencio.