Cada 4 de julio, los estadounidenses se reúnen con sus familias y amigos, organizan barbacoas y al caer la noche miran embelesados los juegos pirotécnicos que iluminan los cielos de los 50 estados.
Así celebran el Día de la Independencia, una fecha que aprovechan para mostrar el orgullo patrio.
Este año, sin embargo, bajo el sello del presidente Donald Trump, la celebración será inédita y controvertida.
El presidente la ha llamado “Saludo a Estado Unidos”.
“Tendremos uno de los encuentros más grandes en la historia de Washington”, tuiteó el presidente en febrero. “Grandes fuegos artificiales, entretenimiento y un discurso de su presidente favorito, ¡yo!“.
“¡Será el espectáculo de la vida!”, tuiteó en la víspera del gran día.
Así pues, una celebración que normalmente une a los estadounidenses, este año los divide.
Junto a la programación en Washington que incluye un concierto con estrellas de música folk y a los personajes de Plaza Sésamo, Trump anunció que habrá un desfile militar con tanques de guerra y aviones caza.
Eso ha sido una idea que ha rondado al presidente desde que en 2017 asisitió como invitado de honor al desfile militar del Día de la Bastilla en París.
Hasta ahora no lo había logrado, por eso, muchos consideran que este 4 de julio será la oportunidad de por fin cumplir su deseo.
Al menos dos tanques de guerra Bradley y dos M1A1 Abrams serán exhibidos en la Explanada Nacional, algo que no es usual en las celebraciones del Día de la Independencia.
Las autoridades han avisado a los ciudadanos que no deben entrar en pánico si ven los tanques circulando por las calles de la capital.
También, varios aviones de combate harán maniobras durante la celebración.
Para Trump, la fiesta patria será un momento para lucir “el ejército más fuerte y más avanzado del mundo”, como lo escribió en su Twitter.
La jornada también incluirá un discurso del propio Trump, algo que no ocurría desde 1951, cuando el presidente Harry S. Truman lideró las celebraciones del 175 aniversario de la Independencia, poco después del fin de la II Guerra Mundial.
El cierre triunfal será un espectáculo con “los fuegos artificiales más grandes de la historia”, como los llamó Trump. Eso si las condiciones meteorológicas lo permiten, pues se pronostican lluvias para la noche del jueves.
Estos eventos serán abiertos al público de manera gratuita pero también se ha reservado una zona para invitados VIP frente al Monumento a Lincoln.
En un comunicado, el Departamento de Defensa dijo que había recibido 5.000 invitaciones por parte de la Casa Blanca. El Comité Nacional Republicano y miembros de la campaña de Trump también recibieron pases para el evento.
El comité de reelección de Trump envió esta semana un correo animando a que los seguidores del presidente asistan a la celebración.
El gobierno no ha revelado cuánto costará la celebración, que se paga con dinero de los contribuyentes, pero solo los sobrevuelos de aviones militares se calculan en decenas de miles de dólares por hora.
Trump dijo en un tuit que el gasto “será muy pequeño en comparación al valor que tiene”.
El Servicio de Parque Nacionales, la entidad que se encarga de organizar los eventos en lugares como la Explanada Nacional, destinará US$2,5 millones de sus ingresos para poder cubrir los gastos de los eventos planeados por el presidente, según le dijeron dos fuentes anónimas a The Washington Post.
En años anteriores, la celebración en la explanada ha costado normalmente unos US$2 millones.
“Cada vez que el presidente visita un lugar público como un parque nacional para dirigirse a los estadounidenses, hay necesarios costos adicionales asociados con la seguridad pública”, dijo el Servicio de Parque Nacionales en un comunicado.
En noviembre de 2018, cuando Trump planeaba un desfile militar para el Día de los Veteranos, el plan se vino abajo luego de que oficiales estimaran que costaría US$92 millones, más de tres veces lo que originalmente se había calculado.
Los planes de Trump han divido a la opinión.
Los críticos del presidente los ven como una búsqueda de protagonismo y una muestra de despliegue partidista, más cuando Trump ya anunció su candidatura para la reelección en 2020.
También lo consideran un mal uso de los dineros públicos.
“Es un enorme desperdicio de recursos”, dijo el senador demócrata Brian Schatz en Twitter.
“Tanques en las calles… acceso VIP para donantes en un evento del 4 de julio”, escribió el senador. “No hay nada patriótico en eso”.
George Little, exvocero del Pentágono, dijo al portal Task & Purpose que es importante que la celebración de las fuerzas armadas.
“Pero el 4 de julio debe reservarse para celebrar el software de nuestros ideales y libertades democráticas, no el hardware de los mejores militares del mundo”, agregó.
El grupo feminista Code Pink planea llevar a los actos un inflable del “bebé Trump“, un globo caricaturesco que se ha utilizado a manera de protesta contra el presidente.
Por su parte, Kellyanne Conway, consejera de la Casa Blanca defendió al presidente en medio de un tenso encuentro con periodistas.
“Este es un evento público, es abierto al público”, dijo Conway cuando se le preguntó por qué se estaban repartiendo entradas para el evento. “El público es bienvenido a venir y celebrar nuestro gran país, la más grande democracia…No voy a permitir que ustedes lo politicen“.
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington
Durante el gobierno de Barack Obama, un ejercicio militar de rutina en Texas fomentó todo tipo de conversaciones febriles sobre un inminente golpe militar.
Ahora los tanques están llegando a la capital de la nación, los aviones de la Fuerza Aérea están planeando una demostración de poderío y el Ejército de EE.UU. les está diciendo a los residentes locales que no se alarmen.
Sin embargo, los teóricos de la conspiración han estado mayormente silenciosos. Es una señal de cuánto han cambiado las cosas en pocos años.
El “Saludo a América” de Trump, a pesar de haber sido planeado apresuradamente, es, como su propia presidencia, un evento que rompe las reglas. Es un mitin político recubierto de milicia en el mismo lugar en el que Martin Luther King Jr. dio su discurso “Tengo un sueño”.
El Partido Republicano está distribuyendo boletos a los VIP, el presidente está planeando un discurso y el Servicio de Parques Nacionales, financieramente limitado, ha redistribuido fondos para el evento.
Los demócratas están enardecidos por la politización de un día festivo que tradicionalmente ha sido más conocido por los desfiles de vecindarios, un espectáculo musical kitsch cerca del Capitolio y exhibiciones de fuegos artificiales.
El presidente rechazará las críticas por antipatrióticas y se deleitará con el brillo del poder militar. Y, como todas las conflagraciones relacionadas con Trump, esto arderá, pero a la larga se desvanecerá.
O tal vez llueva.