La nueva serie de la BBC "Killing Eve", que relata la tensa persecución entre la psicópata Villanelle (interpretada por Jodie Comer) y la oficial de inteligencia Eve (Sandra Oh), es una mezcla de espionaje y comedia oscura y uno de los nuevos grandes éxitos de la televisora británica.
Y es que ya sea que se trate de hechos reales o de ficción, todos estamos extrañamente fascinados por las mujeres asesinas.
Desde las ninjas que a veces se acostaban con sus enemigos hasta las agentes del servicio secreto, muchos encuentran que tienen un encanto oscuro.
Es posible que sea porque son menos comunes que los asesinos hombres, pero también es porque van en contra del estereotipo de la “mujer cuidadora”.
Algunos de los ejemplos más famosos de la pantalla son las que interpretaron Uma Thurman en “Kill Bill” y Charlize Theron en “Atomic Blonde” (“Rubia atómica”).
Pero ¿qué hay de la vida real? Aquí te contamos las historias trágicas e impactantes de cinco de las mujeres más letales de la historia.
La vida de esta bailarina exótica que rompió tabúes y fue condenada por trabajar como espía durante la Primera Guerra Mundial, parece salida de un guión de Hollywood.
Por eso no sorprende que la legendaria Greta Garbo interpretara a Margaretha Geertruida MacLeod, también conocida como Mata Hari, en una famosa película de 1931.
Nacida en Holanda, Margaretha soportó un matrimonio abusivo con un capitán del ejército y la muerte de su pequeño hijo antes de reinventarse en 1905.
Como “Mata Hari”, una bailarina exótica en La Scala en Milán y la Ópera en París, logró esquivar leyes de decencia presentando sus actuaciones como “danzas sagradas” de las Indias.
Una serie de relaciones con hombres ricos hicieron que se ganara una reputación como “come hombres”. (En ese entonces las amantes eran vistas como un accesorio popular para hombres ricos).
Sus amantes de alto perfil llevaron a los alemanes a ofrecerle dinero para que les diera información sobre los Aliados.
Luego, durante la Primera Guerra Mundial, supuestamente se le pidió que haga contraespionaje para las fuerzas aliadas.
Si bien ella no asesinó a nadie en persona, se dice que su espionaje causó la muerte de hasta 50.000 soldados.
Los franceses comenzaron a sospechar de ella y la arrestaron en París en febrero de 1917. Fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento en octubre del mismo año.
Desde su muerte, hace más de cien años, aún continúa el debate sobre si era culpable o no, pero lo cierto es que se ha convertido en un ícono de la seducción femenina y la traición política.
Con un nombre como Marie-Anne Charlotte de Corday no sorprende que Mademoiselle Corday fuera una aristócrata.
Lo que es más sorprendente es que cuando se vio envuelta en la Revolución francesa, estaba esencialmente del mismo lado que el hombre al que ella decidió asesinar.
Ella formaba parte de los Girondinos, como se conoció a una rama moderada de los revolucionarios que estaban a favor de la disolución de la monarquía, pero en contra de la dirección violenta que había tomado la revolución.
Su víctima, Jean-Paul Marat, era una figura destacada del grupo de los Jacobinos, al que ella se oponía.
Los Jacobinos fueron los revolucionarios extremistas que más tarde provocarían el sangriento período conocido como El Terror, durante el cual más de 16.500 personas fueron ejecutadas.
En julio de 1793, Corday organizó un encuentro con Marat con la excusa de que tenía los nombres de algunos traidores. Y en un asesinato digno de una película de Hitchcock, lo apuñaló mientras este se daba un baño.
Aparentemente Marat sufría de una afección de la piel, por lo que no era inusual que recibiera visitas mientras se bañaba.
Arrestada allí mismo, en el juicio Corday dijo que mató “a un hombre para salvar a cien mil”, pero fue ejecutada por el crimen cuatro días más tarde y murió en la guillotina a la edad de 24 años.
Como sabemos, a los asesinos les encantan los alias.
Nacida Shi Gulan, los caracteres que eligió Shi Jianqiao significan ‘espada’ y ‘levantar’, y simbolizan su promesa de vengar la muerte de su padre, quien fue decapitado por el caudillo Sun Chuanfang en 1925.
Diez años más tarde, cuando Sun Chuanfang se había retirado (y se había convertido al budismo), Shi Jianqiao lo rastreó pero no usó una espada: le disparó en la cabeza mientras rezaba en un templo budista.
En lugar de huir de la escena, se quedó y confesó sus acciones a los transeúntes (incluso les entregó folletos), lo que era parte de su gran plan para atraer la atención de los medios y la simpatía pública por su causa.
Tras un juicio de alto perfil fue indultada en 1936, ya que su caso fue considerado éticamente justificado porque era un acto de piedad filial (respeto por los padres).
Murió recién en 1979.
Una vez descrita como la mujer más malvada y peligrosa de Alemania, miembro prominente de la Facción del Ejército Rojo (también conocida como la pandilla Baader-Meinhof), Brigitte Mohnhaupt estuvo involucrada en la ola de terror en 1977 que se conoció como el ‘Otoño alemán’.
El grupo militante radical de izquierda aterrorizó a la República Federal de Alemania con una serie de secuestros, asesinatos y atentados en los años setenta.
La banda fue responsables de más de 30 asesinatos, así como del secuestro de un avión, todo en rechazo al poder capitalista de Alemania Occidental.
Arrestada en 1982, Mohnhaupt fue condenada a cinco cadenas perpetuas, más 15 años por su participación en nueve de los asesinatos, incluido uno en el que le entregó flores a un banquero antes de dispararle a quemarropa y otro intento de asesinato de un comandante estadounidense y su esposa usando un lanzacohetes.
En 2007, a pesar de que nunca expresó remordimiento por sus crímenes ni cooperó con las autoridades, se le otorgó la libertad condicional.
La decisión provocó controversia y un amplio debate en toda Alemania. Hoy Mohnhaupt sigue con vida.
La agente del Mossad “Penélope” estuvo detrás del asesinato de Ali Hassan Salameh, el líder del grupo palestino Septiembre Negro que secuestró a 11 deportistas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, antes de matarlos.
En respuesta a los asesinatos, la primera ministra israelí, Golda Meir, autorizó la “Operación Ira de Dios” en la que los agentes del Mossad persiguieron a los miembros de Septiembre Negro responsables de las muertes.
Tras sobrevivir a cinco intentos de asesinato, Salameh finalmente murió -junto con cuatro guardaespaldas y dos transeúntes- cuando un coche bomba fue detonado fuera de su departamento en Beirut, en 1979.
Se cree que la agente Penélope fue quien detonó el dispositivo.
Ella llevaba una vida encubierta: vivía cerca del departamento de Salameh e incluso se cree que se había hecho amiga de él cuando se unió a la misma piscina.
Después de la explosión la agente Penélope desapareció, dejando atrás sus pertenencias, que incluyeron un pasaporte británico con el nombre de Erika Chambers.
Puedes leer el texto original de BBC Three (en inglés) aquí.