El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suspendió abruptamente las conversaciones de paz con el Talibán en Afganistán justo cuando parecía que estaban a punto de llegar a un acuerdo para poner fin a la guerra.
El enviado especial de Washington para la cuestión, Zalmay Khalilzad, lleva al menos un año manteniendo reuniones con dirigentes talibanes en Doha, Qatar.
La semana pasada se filtró un borrador que incluía la retirada de unos 5.000 de los 14.000 soldados que EE.UU. aún tiene allí desplegados.
Pero este sábado, a través de su cuenta de Twitter, Trump anunció la suspensión de las negociaciones de paz.
Lo hizo después de registrarse un ataque con bomba en Kabul.
El portavoz del Talibán, Zabuhulá Mujahid, contestó este lunes que, con la decisión, “Estados Unidos va a sufrir más que nadie”.
A lo que Trump respondió, también este lunes, dando por “muertas” las negociaciones.
“Creyeron que tenían que matar gente para tener una mejor posición en la negociación, gran error”, dijo el presidente estadounidense.
Pero, ¿por qué Estados Unidos libra una guerra en Afganistán y por qué ha durado tanto?
Primero, la explicación en pocas palabras.
El 11 de septiembre de 2001, los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York mataron a casi 3.000 personas.
Osama Bin Laden, jefe del grupo islamista al Qaeda, fue rápidamente identificado como el responsable.
Los talibanes, islamistas radicales que dirigían Afganistán y protegían a Bin Laden, se negaron a entregarlo. Entonces, un mes después del 11 de septiembre, Estados Unidos lanzó una ofensiva que comenzó con ataques aéreos sobre Afganistán.
Cuando otros países se unieron a la guerra, los talibanes fueron rápidamente desplazados del poder. Pero no desaparecieron: se atrincheraron y su influencia volvió a crecer.
Desde entonces, Estados Unidos y sus aliados han luchado para detener el colapso del gobierno de Afganistán y, así, poner fin a los mortales ataques de los insurgentes.
A continuación, cinco preguntas para entender el conflicto.
“No queríamos esta misión, pero la cumpliremos”, dijo el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cuando anunció los primeros ataques aéreos contra Afganistán el 7 de octubre de 2001.
Fueron una respuesta a los ataques del 11-S, que mataron a 2.977 personas en Nueva York, Washington y Pensilvania.
La misión, dijo, tenía el fin de “interrumpir el uso de Afganistán como base terrorista de operaciones y atacar la capacidad militar del régimen talibán”.
Los primeros objetivos fueron los sitios militares que pertenecían al grupo talibán de línea dura que gobernaba el país. Los campos de entrenamiento de al Qaeda.
Pero 18 años después, es difícil argumentar que la misión de EE.UU. se haya cumplido: los talibanes podrían desempeñar un papel en el gobierno de Afganistán nuevamente si las conversaciones de paz tienen éxito.
Los talibanes tomaron el control de la capital de Kabul en 1996. Dos años después, llegaron a gobernar la mayor parte del país, estableciendo una forma radical del Islam e instalando castigos forzados como ejecuciones públicas.
Dos meses después de que Estados Unidos y sus aliados internacionales y afganos lanzaran sus ataques, el régimen talibán colapsó y sus combatientes se dispersaron en Pakistán.
Un nuevo gobierno respaldado por Estados Unidos se hizo cargo en 2004, pero los talibanes todavía tenían mucho apoyo en áreas alrededor de la frontera con Pakistán, y ganaban cientos de millones de dólares al año con el tráfico de drogas, la minería y los impuestos.
A medida que intensificaron los ataques suicidas, las fuerzas internacionales que trabajaban con las tropas afganas lucharon para contrarrestar la amenaza que representaba el grupo revitalizado.
En 2014, al final de lo que fue el año más sangriento en Afganistán desde 2001, las fuerzas internacionales de la OTAN, renuentes a quedarse en Afganistán indefinidamente, terminaron su misión de combate, dejando solo al ejército afgano para luchar contra los talibanes.
Esto impulsó a los talibanes a tomarse diversos territorios, detonando bombas contra objetivos gubernamentales y civiles. El año pasado, la BBC descubrió que los talibanes estaban abiertamente activos en el 70% de Afganistán.
2. ¿Cuál es el origen del Talibán?
Afganistán ha estado en un estado de guerra casi constante durante décadas, incluso antes de que Estados Unidos invadiera.
En 1979, un año después de un golpe de Estado, el ejército soviético invadió Afganistán para apoyar a su gobierno comunista, luchando en contra de un movimiento islamista de resistencia, conocido como los muyahidines. Este grupo contaba con el apoyo de Estados Unidos, Pakistán, China y Arabia Saudita, entre otros países.
En 1989, las tropas soviéticas se retiraron pero la guerra civil continuó. Y en el caos que siguió, surgieron los talibanes (cuyo nombre viene de “talib” que significa estudiante).
Los talibanes primero saltaron a la fama en la zona fronteriza del norte de Pakistán y en el suroeste de Afganistán en 1994.
Allí, prometieron luchar contra la corrupción y mejorar la seguridad en un momento en el que muchos afganos estaban cansados de los excesos y de las luchas internas de los muyahidines durante la guerra civil.
Se cree que los talibanes aparecieron por primera vez en las escuelas religiosas financiadas principalmente por Arabia Saudita, que predicaba una forma dura del islam.
Hicieron cumplir su propia versión de la sharía, o ley islámica, e introdujeron castigos brutales. Los hombres debieron dejarse crecer la barba y las mujeres tuvieron que comenzar a usar el burka para cubrir todo su cuerpo.
Los talibanes prohibieron la televisión, la música y el cine, y se opusieron a la educación de las niñas.
Al darles refugio a los militares de al Qaeda, se convirtieron en un objetivo inmediato en el ataque de las fuerzas estadounidenses, afganas e internacionales tras el 11 de septiembre.
Hay muchas razones para la longevidad del conflicto. Entre ellas, se puede destacar una combinación de la feroz resistencia talibán con las limitaciones de las fuerzas y del gobierno afganos, y la renuencia de otros países a mantener sus tropas por más tiempo.
En ocasiones, durante los últimos 18 años, los talibanes han estado en la retaguardia. A fines de 2009, el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, anunció un “aumento” de tropas, incrementando el número de soldados estadounidenses en Afganistán hasta los 100.000.
El aumento ayudó a expulsar a los talibanes de partes del sur de Afganistán, pero nunca estuvo destinado a durar años.
Como resultado, los talibanes lograron reagruparse. Y cuando las fuerzas internacionales se retiraron, las fuerzas afganas fueron fácilmente sobrepasadas. Para empeorar las cosas, el gobierno de Afganistán, que está lleno de divisiones, a menudo se paraliza.
Dawood Azami, del Servicio Mundial de la BBC, enumera algunas de las principales razones que explican por qué la guerra continúa:
El grupo podría estar ingresando hasta US$1.500 millones al año, una cifra que ha experimentado un gran aumento en la última década.
Algo de esta ganancia se debe a las drogas: Afganistán es el mayor productor de opio del mundo, y la mayoría de las amapolas utilizadas para producir heroína se cultivan en áreas controladas por los talibanes.
Pero los talibanes también hacen dinero al cobrarle impuestos a las personas que viajan en su territorio y a través de negocios como telecomunicaciones, electricidad y minerales.
Los países extranjeros, incluidos Pakistán e Irán, han negado su financiación, pero se cree que ciudadanos privados de la región lo han hecho.
Extremadamente costosa.
Es difícil decir cuántos militares y policías afganos han muerto: los números ya no se publican. Pero en enero de 2019, el presidente afgano Ashraf Ghani dijo que 45.000 miembros de las fuerzas de seguridad habían fallecido desde 2014.
Por otro lado, cerca de 3.500 miembros de las fuerzas internacionales han muerto desde la invasión en 2001, más de 2.300 de ellos estadounidenses.
Las cifras para los civiles afganos son más difíciles de cuantificar. Un informe de la ONU en febrero de 2019 dijo que más de 32.000 civiles han muerto.
Por su parte, el Instituto Watson de la Universidad Brown ha afirmado que 42.000 combatientes de la oposición han muerto.
El mismo instituto asegura que los conflictos en Irak, Siria, Afganistán y Pakistán han costado US$5,9 billones desde 2001.
Hoy, Estados Unidos sigue realizando ataques aéreos contra los talibanes, incitado por el tercer presidente de ese país en monitorear la guerra, Donald Trump.
Sin embargo, Trump está dispuesto a reducir el número de tropas estadounidenses en esta región antes de enfrentar las elecciones de noviembre de 2020.
Los talibanes, por su parte, ahora controlan mucho más territorio que cuando las tropas internacionales salieron de Afganistán en 2014.
Muchos en Washington y en otros lugares del mundo temen que un retiro total de las tropas estadounidenses deje un vacío que pueda generar la proliferación de grupos militantes que busquen ataques en Occidente.