La relación que se establece entre un bebé o un niño de menos de dos años y su principal cuidador es clave para su desarrollo físico, emocional e intelectual.
“Desarrollar un cerebro se parece mucho a construir una casa: hace falta una buena base”, dice Merle Davies, directora del Centro para el Desarrollo Temprano del Niño, en la ciudad inglesa de Blackpool.
Su trabajo allí, al frente del programa “Blackpool better start” se ha convertido en una referencia en Reino Unido y por eso la BBC habló con ella sobre cuáles son las mejores maneras de ayudar al desarrollo del cerebro de un bebé o un niño pequeño.
Estas son sus respuestas, resumidas en 7 consejos.
El desarrollo cerebral es un proceso interactivo y cualquier actividad de tipo “sacar y devolver” puede ayudar en ese proceso.
Se trata de una estrategia de desarrollo temprano inspirada en esas dos acciones de un partido de tenis, conocida en inglés como “serve and return”: por ejemplo, respondiéndole a un bebé cuando empieza a balbucear emitiendo sonidos como “gu gu” o “ga ga”, o aceptando y diciéndole “gracias” si te pasa un pañuelo.
Según el Centro del Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, “cuando un bebé o un niño pequeño balbucea, hace un gesto o llora, y un adulto le responde atentamente con contacto visual, palabras o un abrazo, se establecen y fortalecen en el cerebro del niño conexiones neuronales que van a apoyar el desarrollo de habilidades sociales y comunicativas”.
“Tenemos evidencias de que los niños a los que les leen sus padres o cuidadores tienen más éxito en la escuela. También tienen una mayor autoestima, establecen mejores relaciones con otros niños y con frecuencia demuestran un mejor comportamiento”, dice Merle Davies.
En su Centro para el Desarrollo Temprano del Niño recomiendan leerle al menos 15 minutos al día: eso sí que marca una diferencia en su desarrollo.
Cuando los adultos interactúan con el niño o hablan sobre lo que el niño les dice, por ejemplo haciendo preguntas, dando ejemplos, o compartiendo rimas y canciones, entonces los niños empiezan a desarrollar esas herramientas y habilidades cognitivas que necesitan para prosperar.
Incluso cuando el pequeño está balbuceando o diciendo algo que no es particularmente inteligible, Davies recomienda iniciar una conversación con el niño para hacerle saber que vas a interactuar con él así, charlando.
Quienes cuidan al niño deberían estar alerta sobre el tipo de ambiente en el que el pequeño está, ofrecerle consuelo cuando están disgustados y ayudarles a calmar sus emociones.
Esto es particularmente importante para los niños que crecen en ambientes crónicamente estresantes, vulnerables a la violencia, el abuso o la negligencia, ya que el conocido como “estrés tóxico” puede causar retrasos en el desarrollo y problemas de salud hasta en la edad adulta.
Qué es el estrés tóxico y cómo afecta el desarrollo cerebral de algunos niños y su salud cuando son adultos
Según el Centro del desarrollo del niño de la Universidad de Harvard establecer una relación de apoyo estable con adultos involucrados en el bienestar del niño a una edad lo más temprana posible puede prevenir o revertir los efectos dañinos del estrés tóxico.
La relación que se establece entre un bebé o un niño de menos de dos años y su principal cuidador es clave para su desarrollo físico, emocional e intelectual.
Estos niños más pequeños necesitan sentirse seguros, protegidos y cuidados por sus adultos de referencia.
Una madre, padre o cuidador que es poco receptivo o indiferente puede alimentar la aparición de dificultades sociales, emocionales o de comportamiento, que pueden afectar al desarrollo físico y emocional del pequeño.
“Jugar es esencial para el aprendizaje y el bienestar de un niño”, dice Merle Davies, como también lo es una rutina estable del sueño.
Además, la actividad física diaria, de 60 a 90 minutos activos al día, ayuda al desarrollo cerebral, fortaleciendo distintas habilidades motoras, de equilibrio y de visión.
Hacerlo al aire libre es vital para el desarrollo cerebral, y además puede aliviar el estrés de las familias, sobre todo si viven en un espacio reducido.
Los expertos coinciden en que animar a los niños a jugar en el exterior puede ayudar a reducir el riesgo de tener miopía y también hay estudios que evidencian que al jugar en el exterior la miopía infantil puede progresar a un ritmo más lento.
Una dieta pobre puede impactar negativamente sobre el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso de un niño, dice Merle Davies.
Al principio la leche materna es muy buena desde el punto de vista nutritivo, porque la leche del cuerpo de la mamá cambia todos los días para darle al niño exactamente lo que necesita.
Después, con la introducción progresiva de alimentos sólidos, lo que importa es que sean variados y que respondan a las necesidades nutricionales del niño.