En su adolescencia, Lizzi Porter vivió con anorexia. Y ahora, a finales de sus 20, está descubriendo que todos esos años de inanición la han dejado con una huella duradera en su cuerpo.
“Tienes osteoporosis en la columna vertebral y osteopenia en tu cadera. Te voy a recetar calcio y vitamina D y creo que deberás tomarlos el resto de tu vida para prevenir fracturas”
Es mayo de 2018 y las palabras de mi doctor me sacaron de un estado constante de negación.
Los especialistas entraron con un conjunto de gráficas complicadas que, aparentemente, muestran la densidad de mis huesos. No las entiendo. Pero sí puedo leer las palabras “clasificación de la Organización Mundial de la Salud: osteoporosis. Riesgo de fractura: alto”, junto a una imagen de rayos X de mi columna.
Durante años me estuve engañando, fingiendo que había logrado una recuperación total de la anorexia. Y sí, en 2010 me dijeron que tenía osteoporosis. Pero en los últimos ocho años me convencí a mí misma de que las cosas tenían que haber mejorado, de que los poros en mi columna debieron haber sanado.
Tristemente, no fue así.
Osteoporosis y osteopenia
Fuente: Sociedad Nacional de Osteoporosis de Inglaterra.
Cuando me diagnosticaron por primera vez anorexia yo tenía 12 años, y poco después empecé a vivir las consecuencias menos glamorosas de esta enfermedad. Primero, a pesar de que el verano trajo más calor, yo temblaba de frío.
Era como un reptil, incapaz de generar calor corporal. En invierno mi piel se agrietó y sangraba sin poder sanar por falta de nutrición. Tuve problemas de estreñimiento, inflamación y el cabello se me caía por montones. Mi vida giraba en torno a evitar la comida.
En los últimos 15 años he sido internada en dos ocasiones en el hospital y tomé miles de antidepresivos. La anorexia suele estar acompañada de un estado de ánimo bajo, a veces incluso suicida, por lo que es el trastorno psiquiátrico con la tasa de mortalidad más alta.
He visto a más médicos de los que puedo recordar. Y he hecho todo lo posible para mantener bajo control a lo que mi madre llama la “loca anoréxica” en mi cabeza, evitando que haga un rebote sorpresa en mi vida.
El deseo de regresar a la normalidad me ha impulsado a renunciar a muchos de mis patrones de comportamiento anoréxicos. Yo podía pasar horas en la cocina calculando los ingredientes de una ensalada, por ejemplo, y usaba un cuchillo diferente para cortar cada tomate, pepino y hoja de lechuga.
Ya no quiero perder tiempo con mis viejas rutinas y, en general, no lo hago.
Pero la anorexia ha hecho que mi cuerpo envejezca rápidamente y ahora me encuentro luchando con las consecuencias a largo plazo del trastorno.
La osteoporosis implica la pérdida de densidad ósea y posteriormente puede llevar a roturas dolorosas, curvatura en la columna y pérdida de estatura. Aunque la osteoporosis tiene muchas causas y suele afectar a las mujeres posmenopáusicas, los anoréxicos también corren el riesgo de esta enfermedad, en especial las niñas que desarrollan el trastorno en la pubertad, cuando el cuerpo trabaja para construir un esqueleto fuerte.
Entre las causas de la anorexia se identifican dos factores:
Fuente: Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia
Durante un día más o menos, las radiografías me mantienen desconcertada. Mientras camino por Beirut, la capital de Líbano, donde vivo, me siento un poco enferma.
¿Qué rayos me estoy haciendo? El pensamiento me da vueltas en la mente. Recuerdo a una anciana en mi pueblo en Hertfordshire, que solía caminar encorvada. Osteoporosis es un problema de señoras viejas, me digo molesta.Apenas tengo 27 años.
Y así, demasiado pronto, vuelvo a mi estado de apatía tranquila. Pretendo que mis huesos no están tan delgados y débiles. Me digo que estoy fuerte y completamente sana a pesar de que tenga que tomar suplementos de calcio y vitamina D por el resto de mi vida. Me mareo cuando me levanto y los exámenes de sangre muestran que he tenido muchos problemas de anemia —falta de glóbulos rojos o hemoglobina en la sangre—.
En los últimos 15 años he sido internada en dos ocasiones en el hospital y tomé miles de antidepresivos”.
Para mejorar mi densidad ósea debo comer más y subir un poco de peso. Pero tengo una vida “demasiado ocupada” como para lidiar con el estrés de luchar contra los últimos remanentes de mi comportamiento anoréxico.
Todavía sumo mi recuento calórico diario con una calculadora y soy propensa a arremeter contra cualquiera que me quiera forzar a comer algo a lo que le tengo miedo como pasteles, panes y crema.
Este año al menos permití que un amigo me ordenara una ensalada con aceite, lo cual me llena de orgullo. Aunque al mismo tiempo me avergüenzan los años que pasé preocupada por los aderezos de ensalada. Pero tengo que llegar a más.
La osteoporosis no es el único problema a largo plazo de mi anorexia. La pérdida de densidad ósea también ha afectado a mis dientes, que me duelen y se pudren fácilmente. Desde inicios del año he gastado USD$5.500 en tratamientos dentales, incluidos ocho empastes, tratamiento de endodoncia, dos coronas y un implante.
“La falta de calcio y vitamina D es definitivamente un factor que contribuye a esto”, dice mi doctor, un médico general que también es especialista en trastornos alimenticios.
Una consecuencia de mis dientes y encías débiles es que tras años de estar sujetos a barreras psicológicas que restringían mi dieta, ahora tengo las limitantes físicas. Es casi imposible comer cualquier cosa chiclosa, crujiente o fría.
Es difícil predecir a qué grado afectará la anorexia la salud a largo plazo de cada paciente: cada cuerpo reacciona de diferente manera. Otros posibles efectos a largo plazo pueden incluir infertilidad, dificultad para concebir, problemas cardiacos y complicaciones renales o hepáticas, de acuerdo con información de Beat.
“No creo que la gente se dé cuenta de los peligros de la enfermedad y sus consecuencias físicas y mentales, incluido el riesgo de suicidio. Sé que le asusta a la gente, pero debemos conocer los hechos”, dijo Jane Smith, directora ejecutiva de la organización de beneficencia registrada en Reino Unido, Anorexia and Bulimia Care.
Las directrices sobre el tratamiento de la anorexia del Instituto Nacional para la Excelencia en la Salud y el Cuidado del Reino Unido instruyen a los médicos a explicar a los pacientes que la mejor forma de prevenir y tratar una baja densidad ósea es “alcanzar y mantener un peso saludable o índice de masa corporal para su edad”.
Puedes estar flaca pero tu vida va a terminar. Eso es todo.
Si soy completamente honesta conmigo misma, sé que tengo que esforzarme un poco más para minimizar las consecuencias a largo plazo de la anorexia.
Definitivamente no puedo retroceder. Tengo el propósito suficiente en mi vida para desear vivirla. Tengo un trabajo como periodista que amo, amigos en los que confío y padres que me apoyan en todo.
Una mañana en mayo, una de mis amigas más cercanas, Leila, me envió un mensaje de WhatsApp en respuesta a una de mis muchas quejas. Estaba cansada y harta de mi vida.
“No te voy a decir que unos cuantos kilos no te harán engordar, porque eso es lo que está en tu cabeza”, escribió. “Voy a decirte que puedes elegir entre estar “gorda” y funcional, o delgada y atada a una cama. Puedes estar flaca pero tu vida va a terminar. Eso es todo”.
¿Qué puedo decir? Una gran parte de mi sabe que ella está en lo correcto.