"Piénsenlo bien. Es muy peligroso seguir. Den media vuelta y regresen a Honduras", les dice una mujer de la Dirección General de Migración de Guatemala a un grupo de migrantes que ya camina por territorio guatemalteco.
Pero los migrantes, con un cansancio se les nota a leguas, no parecen dispuestos a detenerse por nada.
“Se le agradecen sus instrucciones y su interés, pero nosotros no retornamos. No nos echaremos para atrás”, le responde uno.
“Nuestra única opción es continuar“, agrega, sin detener su marcha.
“La policía y migración nos paran cada poco y nos dicen que nos regresemos”, le cuenta luego, llorando, una mujer a BBC Mundo.
Ella también va con la que se conoce en los medios como “la segunda caravana de migrantes“, la nueva oleada de hondureños que dejó su país para intentar llegar a Estados Unidos y ahora cruza Guatemala.
La primera caravana de migrantes, que va adelante, está en México, en Chiapas, en el sureste del país.
“Los conductores de los vehículos nos ven sufrir, se apiadan de nosotros y nos ayudan con un aventón, sobre todo a las mujeres y los niños”, cuenta la hondureña.
“Pero, cuando llegamos a uno de los retenes, los policías los detienen y les piden que nos bajen“, describe la situación.
BBC Mundo fue testigo de este operativo. Aunque según el comisario Romy Fuentes, el encargado del mismo en la carretera CA-9 de Guatemala, que va desde la frontera con Honduras hasta la capital, al bajar a los migrantes las autoridades simplemente están cumpliendo con su deber.
“La misión de la Policía Nacional Civil es proteger la vida e integridad de todas las personas en el territorio. Estamos previniendo los accidentes de tránsito y que no se infiltren algunas personas de mala fe que puedan ocasionar problemas”, le dice BBC Mundo.
Esto está en línea con las declaraciones del presidente Jimmy Morales que asegura que quiere proteger a los migrantes, pero que todo se debe “hacer todo en un marco legal“, que respete las leyes nacionales e internacionales.
Pero, para los migrantes, es obvio que las autoridades guatemaltecas están dificultando intencionalmente su tránsito para tratar de convencerlos de dar marcha atrás.
“Guatemala no nos puede detener, pero está usando estas tácticas oscuras para cansarnos más de lo que estamos ya, para intentar disuadirnos”, le dice a BBC Mundo Jorge, uno de los migrantes de la caravana.
Efectivamente, Guatemala es firmante del Convenio Centroamericano de libre movilidad, conocido como CA-4, que da libre paso a los ciudadanos de los cuatro países del norte de Centroamérica: Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.
Una cartel lo anuncia así en la frontera de Agua Caliente, a la entrada de Honduras hacia Guatemala.
Pero ambos países ya cerraron ese paso durante algunos días, a finales de la semana pasada, para tratar de evitar el paso de más migrantes hondureños.
Y como le reconoció el excanciller guatemalteco Gabriel Orellana al diario Prensa Libre, la nueva oleada migratoria ha puesto a Guatemala y su presidente “entre dos fuegos”.
“Por un lado está la solidaridad y los convenios centroamericanos y por el otro el pedido de Estados Unidos de que deben frenar esta marcha y la migración de la región”, dijo.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha amenazado con cortar la ayuda a Guatemala, Honduras y El Salvador si estos países no detienen el flujo de migrantes.
Y eso tal vez explica la situación que provoca el llanto de Aurora en el retén donde bajan a los migrantes de los vehículos.
En su caso, a una familia con un bebé y una niña pequeña.
“Pobre gente, están pasando por momentos muy duros. Nosotros queremos ayudarlos, pero no nos dejan”, se lamenta Aurora, al tiempo que ofrece una explicación para la avalancha de migrantes.
“Nadie estuviera pasando estas penurias, a rayo de sol y sufriendo lluvias, dejando sus casas y su familia si tuviera una vida digna en su país“, le dice a BBC Mundo.
A la entrada de la frontera, también se encuentra un contingente de los Tigres, la fuerza especial de la policía de Honduras, que está fuertemente armado.
Del lado hondureño también hay retenes de militares con armas de grueso calibre.
“Es muy intimidante pasar frente de ellos”, confiesa un hondureño.
Los caminantes enseñan sus pies, llenos de ampollas de tanto caminar. Están deshidratados y algunos enfermos.
Y las estrategias disuasorias de Guatemala parecen haberlogrado dispersar la “segunda caravana”, que no viaja en un bloque tan compacto como la primera.
Pero, no la han podido detener.
“Nosotros vamos a seguir, despacio, caminando cada tramo, pero vamos a seguir”, promete una de las migrantes.