Redacción / BBC News Mundo
Es un dilema que hasta los viajeros más experimentados se han planteado en alguna ocasión: ¿dar propina o no? Y si la respuesta es afirmativa, ¿cuánto hay que dar?
Este es un campo minado en donde es fácil terminar ofendiendo, incluso de manera inadvertida, ya sea por dar una propina cuando no deberíamos darla, o por dar muy poco o demasiado dinero.
Y en Reino Unido el tema recientemente terminó siendo debatido por los dos principales partidos políticos, porque ambos intentan prohibir que los bares y restaurantes retengan parte de las propina de sus empleados.
No todos los países toman este asunto con tanta seriedad como los británicos, que se cree inventaron la práctica en el siglo XVII, originalmente como una costumbre de la aristocracia de dar pequeños regalos a las llamadas “clases inferiores”.
Pero, ¿cómo es la práctica alrededor del mundo?
Una broma común entre los estadounidenses es que sólo las declaraciones de impuestos son más confusas que dar una propina.
Las gratificaciones fueron importadas a este país en el siglo XIX, cuando los estadounidenses adinerados comenzaron a viajar a Europa.
La costumbre originalmente fue mal vista. Los críticos la consideraron antidemocrática y acusaron a los que daban propina de crear una clase de trabajadores que “pedía limosna a cambio de un favor”.
En el siglo XXI todavía podemos encontrar a estadounidenses que debaten los pros y contras del hábito.
Pero ahora dar una propina está completamente arraigado en la psique nacional: el economista Ofer Azar calculó en 2007 que sólo en la industria de restaurantes se otorgaron US$42.000 millones en propinas a los empleados de servicios.
En este país, las propinas son un complemento importante de los salarios.
Igual que muchos países asiáticos, China tiene en su mayoría una cultura de no dar propinas.
Durante décadas esta costumbre fue prohibida y considerada un soborno. Actualmente sigue siendo relativamente poco común.
En restaurantes frecuentados por habitantes locales, los clientes no dejan propina.
Las excepciones son los restaurantes que sirven principalmente a visitantes extranjeros, y hoteles con una clientela internacional (aunque en este caso sólo es aceptable dar propina a los maleteros).
Otra excepción es dejar propina a los guías de turistas y los conductores de autobuses de turismo.
El intrincado sistema de usos y costumbres japonés incluye propinas. Son socialmente aceptables en ocasiones como bodas, funerales y eventos especiales.
Pero en situaciones más comunes, éstas pueden en realidad causar que el receptor se sienta menospreciado, y hasta insultado.
La filosofía es que el buen servicio es algo que debe esperarse en primer lugar. Incluso en ocasiones en las que se espera una propina, ésta debe seguir un protocolo que incluye entregar el dinero en sobres especiales como señal de gratitud y respeto.
El personal de los hoteles, que casi siempre es cortés y rápido, está entrenado para rehusar amablemente las propinas.
En 1995, Francia aprobó una ley que requiere que los restaurantes agreguen en la cuenta un cargo por el servicio, una práctica que después se hizo común alrededor de Europa y otras partes del mundo como forma de mejorar los salarios de los meseros y hacerlos menos dependientes de las propinas.
Sin embargo, las propinas siguieron siendo habituales, a pesar de que hay sondeos que muestran que las generaciones más jóvenes tienen a no dejar propinas.
En 2014, 15% de los clientes franceses dijeron que “nunca darían propina”, un número dos veces más grande que en el año anterior.
La “nación del arcoíris” aparece en esta lista por un servicio específico que a menudo no se cubre en muchos otros países: vigilar el auto.
Es una industria informal que ha aumentado en proporción con la tasa de desempleo de Sudáfrica, ahora de 25%, y básicamente consiste en individuos que ayudan a los conductores a encontrar lugares para estacionar sus autos y vigilarlos. Algo que también sucede en países latinoamericanos como Colombia.
Según estadísticas oficiales, casi 140 vehículos fueron robados cada día en el país el año pasado.
Pagar menos de US$1 por el servicio no es el problema aquí: el debate en Sudáfrica es que el proceso no está regulado y no hay garantías de que alguna de las dos partes mantenga su compromiso.
Muchos restaurantes en India imponen cargos por servicio en las cuentas así que se considera que está bien no dejar una propina.
Y cuando se deja, la etiqueta indica que debe ser de entre 15 y 20%.
No es extraño encontrar restaurantes en los que hay carteles en contra de dejar propinas. Un sondeo en 2015 reveló que los indios estaban entre las personas que dejan las propinas más altas en Asia, sólo detrás de Bangladesh y Tailandia.
Las propinas están profundamente arraigadas en Egipto, donde se conocen como baksheesh.
Los egipcios más ricos regularmente dan propinas a todo tipo de trabajadores de servicios, desde meseros hasta empleados de gasolineras.
Las gratificaciones son bien recibidas en una economía donde el desempleo es de más de 10% y en el que el sector informal contribuye a casi 40% del PIB.
Quienes han visitado Irán quizás se han encontrado con el ritual del taarof, la práctica de deferencia en la que inicialmente se rechaza el pago como forma de cortesía y puede ocurrir en los taxis, donde el conductor puede rehusarse a aceptar el dinero.
Pero esto no ocurre con las propinas, que son parte de la vida diaria.
Durante la era soviética las propinas no estaban permitidas en Rusia, se les consideraba una forma de denigrar a la clase trabajadora.
Pero los rusos tienen una palabra para éstas: “chayeviye” (para el té).
En los 2000 la práctica de dar propina se extendió pero actualmente muchas personas mayores siguen considerándolas ofensivas.