Fernanda Bassette / BBC News Brasil
Si te paras unos segundos a observar el pan de la foto superior, ¿a que parece bastante convencional? Pues en realidad está hecho de cucarachas.
Más concretamente de harina hecha con estos impopulares insectos. Pero, ¿a quién se le ha ocurrido esta idea y para qué?
Los responsables son un equipo de investigadores brasileños que quieren dar con una posible solución a la escasez de alimentos y a la falta de proteína animal que se prevé para un futuro dado el crecimiento de la población mundial.
Según la ONU, para 2050 habrá alrededor de 9.700 millones de personas en este mundo.
Y por eso ha recomendado que empecemos a incluir en nuestra dieta insectos. Las razones son simples: son ricos en proteínas, abundantes en la naturaleza y su precio no es elevado.
En varias regiones del mundo, como el sudeste asiático, ya son un comestible al uso.
Pero el pan de la fotografía no se hace con el tipo de cucarachas que se ven por las calles o que, si no has tenido suerte, se te han colado en casa. El equipo investigador utilizó una especie en particular, la llamada cucaracha langosta (nauphoeta cinerea), originaria del norte de África.
Las cucarachas se reproducen de forma fácil y rápida mientras están en cautiverio.
Pero, de todos los insectos que hay… ¿por qué precisamente las cucarachas?
Hay dos razones principales: además de ser una fuente rica en proteínas (cuentan con un 70% en su composición, más que el 50% que ofrece la carne roja), el insecto ha existido durante millones de años y ha conservado sus características genéticas incluso después del proceso evolutivo.
“Deben poseer algo realmente bueno para haber evolucionado sin la necesidad de adaptarse a los entornos”, explica la ingeniera de alimentos Andressa Jantzen, de la Universidad Federal de Río Grande (FURG), en el sur de Brasil.
Con la aportación de la ingeniera Lauren Menegon, Jantzen logró producir una harina hecha a base de cucarachas deshidratadas. El costo fue de US$51 por kilo y los insectos se molieron en el laboratorio.
Pero para la receta no se usó todo este tipo de harina, solo un 10%. El resto era una normal de trigo. Pero fue suficiente para crear un resultado sorprendente.
“La harina de cucaracha aumentó el contenido de proteína en el pan en un 133%“, dijo Jantzen a la BBC Brasil.
A modo de comparación, basta señalar que una rebanada de 100 gramos de pan tradicional casero tiene 9,7 gramos de proteína. El pan de cucarachas tiene 22,6.
“También hemos reducido la cantidad de grasa en la receta en un 68%”, dice la investigadora.
La ingeniera que lidera el proyecto asegura que el pan realmente no presenta grandes diferencias con respecto al hecho con harina de trigo al 100%.
“Llevamos a cabo análisis sensoriales, así como de textura, olor, color y sabor. No hay alteraciones significativas. Tal vez algunos consumidores perciban un ligero sabor a maní“, explica.
El profesor de nutrición Enio Viera es una autoridad médica líder en estudios de insectos para consumo humano. Él dice que hay muchos más animales que se pueden usar en nuestras dietas: grillos, avispas, hormigas, mariposas, gusanos de seda e incluso escorpiones.
“Tenemos un problema cultural en aceptar los insectos (como alimento), pero la mayoría de las veces se convierten en polvo, lo que pasa es que no lo sabemos”.
También afirma que comer insectos tiene menos impacto en el medio ambiente que utilizar otras fuentes de alimentación más tradicionales.
“Necesitamos 250 metros cuadrados de tierra para producir 1 kilogramo de carne, mientras que la misma cantidad de insectos se puede obtener usando solo 30 metros cuadrados. También necesitamos menos agua: 1.000 litros para 1 kilogramo de insectos y 20.000 litros en el caso de la carne de vacuno”, dice.
Según la Asociación Brasileña de Criadores de Insectos, Brasil tiene la mayor variedad de insectos comestibles del mundo: 95 especies. Todo gracias al clima tropical.
La inclusión de insectos en nuestra dieta no es algo disparatado y de hecho, es cada vez más popular. La ONU asegura que forman parte de la dieta de más de 2.000 millones de personas.
Jantzen y Lauren ya están trabajando en otros productos a base de insectos, como pasteles, barritas de cereales y algunos tipos de aceites.
Pero, al menos por ahora, no encontrará pan de cucarachas en las tiendas si va a Brasil. El consumo humano de insectos no está autorizado por las autoridades sanitarias brasileñas que solo permite su uso para alimentar a otros animales.
Otros países sí han comenzado a comercializar productos a base de insectos: en España, la cadena de supermercados Carrefour vende bocadillos hechos con grillos y algunos tipos de larvas. En Reino Unido, el servicio de comida Eat Grub ofrece entregas a domicilio de saltamontes asados y gusanos de búfalo.
Según la firma estadounidense de investigación Global Market Insights, el mercado mundial de insectos comestibles superará los US$700 millones en los próximos cinco años.
Entonces, ¿estás listo para probarlo?