Con el semblante serio y concentrado, hombres, mujeres y niños no perdían de vista las cámaras que los enfocaban.
Decenas de migrantes centroamericanos recluidos en El Paso, Texas, a la espera de que se revise su solicitud de asilo para poder entrar a Estados Unidos, se agolparon sobre la valla metálica que los separaba del grupo de periodistas que se acercó a ellos.
Ocurrió el miércoles, poco después de la rueda de prensa en la que el comisionado Kevin McAleenan, el cargo de más responsabilidad del Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras de EE.UU. (CBP, en inglés), manifestó que la frontera entre su país y México alcanzó un “punto de quiebre”.
McAleenanatribuyó lo que ocurre al incremento “sin precedentes” del número de migrantes que cruzan de forma ilegal.
Además, advirtió que es “cuestión de tiempo” que ocurra una tragedia en una de sus instalaciones.
“Esta mañana [por el miércoles], el número de migrantes era de 13.400. Un número alto para nosotros es 4.000. Una cifra de crisis es 6.000. 13.000 no tiene precedentes”, declaró McAleenan.
“Estamos de camino a superar más de 100.000 capturas y encuentros con migrantes, con un 90% (90.000) de cruces ilegales entre los puertos de entrada. Marzo será el mes con el número más alto en una década“, subrayó el funcionario.
En esas impersonales cifras se incluyen cientos de personas que están recluidas bajo el puente Paso del Norte, tras una valla metálica rematada con alambre de púas.
El CBP colocó una tienda de campaña con la que los migrantes se puedan resguardar del sol y las condiciones exteriores, aunque está desbordada.
“Usan el puente para tener sombra”, le cuenta a BBC Mundo Nick Miroff, periodista del diario estadounidense The Washington Post que asistió a la rueda de prensa de McAleenan y visitó la zona.
“Tienen una carpa y están allí detrás de las vallas. En las fotografías parecen más confinados de lo que están, pero en cualquier caso no tienen mucho espacio”, dice Miroff, que relata que les permitieron acercarse a las vallas manteniendo cierta distancia.
El presidente del comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, el demócrata Bennie Thompson, criticó al CBP por poner a cientos de personas bajo el puente.
“No hay una razón legítima para que los migrantes sean retenidos en condiciones horribles o acampados bajo puentes. El Departamento de Seguridad Nacional (DSN) tiene los medios para procesar a los individuos de forma ordenada y adecuada”, afirmó.
“Desafortunadamente, en lugar de usar la poca credibilidad que le pueda quedar al DSN, el gobierno utiliza la propaganda para impulsar su agenda antiinmigrante”, denunció el congresista de Misisipi.
El número de migrantes que cruza la frontera sur está por debajo de los números de hace 20 años, pero la naturaleza de quienes cruzan actualmente es muy diferente y la Patrulla Fronteriza no está formada y equipada para manejar la situación.
En el pasado, la mayoría de las personas que capturaba la Patrulla Fronteriza eran hombres adultos solos, procedentes de México, que llegaban a EE.UU. en busca de trabajo temporal.
Ahora, sin embargo, predominan unidades familiares con niños o menores no acompañados que no pueden ser fácilmente repatriados.
“El aumento de unidades familiares es una respuesta directa a las vulnerabilidades de nuestro marco legal, en el que los migrantes y los traficantes de personas saben que serán liberados y se les permitirá quedarse en EE.UU. indefinidamente, pendientes de procesos migratorios que pueden durar años”, protestó McAleenan.
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC para Norteamérica
Las imágenes de El Paso son dramáticas. Hombres, mujeres y niños se amontonan detrás de vallas metálicas, con acceso a unos servicios rudimentarios.
El presidente Donald Trump calificó la situación en la frontera de “crisis” y si bien las familias que cruzan a EE.UU. en cantidades crecientes quizá no supongan la amenaza de seguridad nacional que él describe, el potencial para una emergencia humanitaria es real.
El desafío para el gobierno de EE.UU. radica en que no hay una forma clara de poner fin a la ola de refugiados si no se cambia la legislación que permite a los inmigrantes pedir asilo en territorio estadounidense.
El tan publicitado muro fronterizo de Trump, que en gran parte ya existe en El Paso, es ineficaz porque no se puede construir sobre el Río Grande, la actual frontera natural entre EE.UU. y México.
Los refugiados pueden completar su travesía de 1.600 kilómetros desde Centroamérica llegando por el agua hasta EE.UU.
Esto puede poner a los demócratas en un apuro. Durante meses, han menospreciado las alertas de Trump sobre el caos en la frontera como una histeria antiinmigrante. El debate en torno a la migración se ha endurecido en una guerra de trincheras partidista.
La situación, sin embargo, está cambiando.
Si los demócratas no reconocen esto, y ofrecen soluciones, se arriesgan a chocar con la opinión pública, en medio de una creciente tormenta política.
Ante este panorama, el CBP quiere que el Congreso apruebe leyes que permitan que los menores sean detenidos más allá de los actuales 20 días y que se enmiende la Ley de Protección a las Víctimas de Tráfico para que sea más fácil deportar a niños que vengan de países que no sean colindantes con EE.UU.
El Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos todavía no tienen la capacidad para detener familias y niños, explican las autoridades.
Las noticias de la difícil situación en la frontera se producen al tiempo que se empieza a anunciar la formación de “la madre de todas las caravanas” en Honduras.
Se calcula que el próximo grupo de migrantes en camino a EE.UU. puede estar integrado por más de 20.000 personas.
“Estamos haciendo todo lo que podemos para simplemente evitar una tragedia en una instalación del CBP”, dijo McAleenan el miércoles.
“Pero con todas estas cifras, con los tipos de enfermedades que estamos viendo… me temo que es solo cuestión de tiempo”.