El cáncer de mama es una enfermedad que afecta abrumadoramente a las mujeres, pero los hombres también la padecen. Peter Bagnall es uno de ellos.
Peter, de 56 años, se puso en contacto con BBC Radio 5 Live durante un programa sobre las mujeres que deciden “no hacer nada” cuando se someten a una mastectomía en lugar de realizarse una reconstrucción del pecho.
Este es su relato sobre cómo luchó después de ser diagnosticado con cáncer de mama, y sobre cómo él y su pareja Lorraine, que también tenía la enfermedad, lidiaron con ello.
Mi pareja, Lorraine, contrajo cáncer de mama en 2006, así que sé muy bien lo que atraviesan las mujeres cuando son diagnosticadas.
Cuando me encontré un bulto debajo de mi pezón en 2013, no pensé ni por un momento que fuera cáncer de mama.
Si no fuera por Lorraine, ni siquiera habría ido al médico. Me sentía como si estuviera engañando a alguien.
El médico me envió de inmediato al hospital y, después de una biopsia, se confirmó que era cáncer de mama.
Fue un shock total. No sabía que los hombres pudieran desarrollarlo.
Unos 390 hombres frente a 55.000 mujeres son diagnosticados con cáncer de mama cada año en Reino Unido. Hay un abismo entre esas cifras.
Como hombre me sentí solo. Incluso cuando fui a realizarme una resonancia magnética, todas las áreas de espera tienen carteles que dicen “solo mujeres”.
Sentí que mi caso era una especie de anécdota dentro de los casos de cáncer.
Y la cosa no mejora. Porque cuando le cuentas a la gente que tienes cáncer de mama, se asombran mucho. Eso lo hace aún más difícil. Te sientes un bicho raro.
A menudo me contestaban: “No es tan malo como cuando una mujer lo tiene”. Yo pensaba: “Bueno, sí lo es. Sigue siendo cáncer”.
Y aún me quedaba por delante pasar las operaciones y recibir tratamiento. Cuando dicen “una mujer se siente menos mujer” cuando le extirpan un pecho, bueno, yo me sentía menos hombre.
Después de una mastectomía, me sentí terrible al verme en el espejo. Siempre pensé que no tenía un problema de imagen corporal como hombre, pero me sentía desequilibrado.
Sabía que la gente no veía que tenía un pecho en un lado y nada en el otro. A fin de cuentas en un hombre se nota menos. Pero aun así, sentía que todos me miraban.
Los médicos no me ofrecieron reconstruir mi pecho o extirpar el otro para no sentirme desequilibrado. Les hablé sobre eso, pero me di cuenta de que pensaban que era raro por querer otra mastectomía. Pero yo solo quería que ambas partes fueran iguales.
Seis meses después, intenté cortarme el pecho yo mismo, sé que suena extremo, pero a eso había llegado.
Mi lado racional sabía que no era un gran problema, pero el lado emocional me impulsó a intentar cortarlo.
Una noche, alrededor de las 2:00 am, bajé a la cocina y comencé a cortarla. Fue Lorraine quien me detuvo.
Si no hubiera sido por los psiquiatras, no creo que hubiera podido hacerme otra mastectomía.
Al final me hice la doblemastectomía.
Hay dos departamentos diferentes involucrados en el cáncer de mamá. El de la salud física y el de la salud mental. Fue una lucha convencer a los médicos de que “realmente necesitaba extirpar el otro pecho”.
Lorraine y yo pasamos juntos por todo, tanto en su proceso de cáncer como en el mío. Fue un gran apoyo. Siempre acudíamos juntos a las citas médicas.
En 2016, Lorraine ingresó en el hospital con un dolor severo en la espalda, y dos días después nos dijeron que el cáncer de pecho se había extendido a los huesos.
Así que tuvo que recibir quimioterapia.
Tuvimos los mejores 18 meses que pudimos haber tenido. Hablamos sobre todo de lo que se puede hablar. Sobre cosas de las que la gente no habla, pero sobre las que tienes que hablar.
Tenemos nueve hijos entre los dos y nunca nos habíamos casado, pero en el hospital hicimos que bendijeran nuestros anillos. Esa fue nuestra boda y 15 días después murió.
De alguna manera, creo que mi mente colocó en un segundo plano mi propio cáncer de mama.
Puedo lidiar con el dolor cuando sé que va a suceder. Es el dolor inesperado, la ola que de repente se abalanza sobre ti, lo que me supera.
La última vez que fui al hospital a hacerme un chequeo anual realmente me impactó. El cáncer había sido una gran parte de nuestras vidas en común, así que cuando estaba en la sala de espera, empecé a ver a Lorraine. Cuando llegaron las enfermeras estaba desconsolado.
Una de las ellas se acercó y dijo: “¿alguna vez has pensado en tener pezones?“. Era la primera vez que me ofrecían hacerme tatuajes con la imagen de pezón en el pecho.
Era algo en lo que realmente no había pensado, pero ha marcado una gran diferencia.
Los hombres muestran los pezones mucho más que las mujeres. Durante años no pude nadar y ahora cuando lo hago me siento mucho más seguro.
Hasta que no conocí a otro hombre con cáncer de mama, cinco años y medio después de haber sido diagnosticado, no creo que hubiera aceptado realmente que yo también lo tenía.
Todo este tiempo estuve muy aislado. Nunca había visto un grupo de hombres con cáncer de mama, nunca había conocido a alguien como yo.
Era un mundo muy solitario.
Fue escuchando un programa en BBC Radio 5 cuando decidí contar mi historia.
Los productores me pusieron en contacto con Giles, que también había pasado por una mastectomía tras un cáncer de pecho.
Hablar con otro hombre que lo había sufrido y me comprendía me ayudó mucho. Me hizo sentir normal.
He aceptado que tenía cáncer de mama. Sufrí de cáncer de mama, es algo que los hombres pueden padecer. Me siento liberado al poder decir esto.
Quiero concienciar a los que me rodean que no es una enfermedad exclusiva de las mujeres, a los hombres también nos pasa.
Creo que Lorraine estaría orgullosa de mí por tratar de transmitir este mensaje.
Puede haber alguien que lea esto, y sienta que puede hablar con alguien. Sé que eso haría feliz a Lorraine.