Cuando Lev Tahor, la secta ultra ortodoxa judía envuelta en un escándalo por secuestro infantil en Estados Unidos, llegó a Guatemala en 2014 llamó la atención de algunos latinoamericanos, que se convirtieron a su religión.
“El reverendo Shlomo Helbrans (fundador de Lev Tahor que murió en 2017) era muy abierto y tenía mucho amor por los conversos, así que muchos se acercaron a la comunidad”, explica a BBC Mundo Yoseph Aaron, un arquitecto guatemalteco que abrazó el judaísmo.
Cuando Lev Tahor se mudó a Santa Rosa, en el sureste de país, una parte del grupo se separó y se quedó a vivir en la capital de Guatemala.
Lev Tahor había pasado allí un tiempo después de ser expulsados del lago Atitlán, su primera base en el país centroamericano.
Yoseph Aaron, como otros entrevistados por BBC Mundo, asegura que la separación de este grupo de conversos con Lev Tahor se debió a que esa comunidad elevó sus estándares de alimentación hasta un punto en que fue difícil seguirlos.
Parte de ellos fundó Kahal Yeraim, una comunidad a la que se unieron con el tiempo otras personas, algunas también salidas de Lev Tahor.
Tienen en común ser los dos únicos grupos jasídicos en Guatemala.
Este movimiento del judaísmo, que significa “de los píos”, intenta vivir lo más apegado a las reglas.
Explican que una de ellas pide no rasurar las sienes. Ellos llevan más allá eso y lo “embellecen” dejando crecer los rulos que los caracterizan, además de sus sombreros y sus largas y negras vestiduras.
Pero, a diferencia de Lev Tahor, Kahal Yeraim es una comunidad mixta, donde también hay judíos de la rama sefardí ortodoxa. Tienen miembros conversos de Guatemala, México, El Salvador, Honduras, Perú y Costa Rica.
Esta comunidad, que ahora consta de 25 familias, unos 60 miembros, recibe a BBC Mundo en su sinagoga en la capital de Guatemala y explican su relación con Lev Tahor: “Les mantenemos bastante respeto, pero guardamos una distancia prudente”, explica Aaron.
“Por lo que sabemos, son problemas familiares que se llevaron a instancias legales. Lamentamos que esto esté pasando. No podemos decir si son culpables porque no sabemos. Quisiéramos que esto se resuelva para bien y que llegue la paz”.
Coinciden con las declaraciones exclusivas de Lev Tahor a BBC Mundo.
Los miembros de Kahal Yeraim llevan una vida judía ortodoxa en el centro de Guatemala.
Los hombres y niños se juntan reúnen a rezar tres veces cada día.
Aunque cada familia vive en su casa, todos lo hacen cerca de la sinagoga para poder cumplir con sus deberes religiosos. El sábado, o shabat, no pueden usar tecnología ni transporte, así que llegan caminando.
Aaron explica que en la comunidad hay gente de todas las profesiones. “Yo soy arquitecto con maestría en desarrollo urbano y territorio. Tenemos también ingenieros, médicos. Vivimos en la realidad guatemalteca: tenemos trabajos y actividades cotidianas, pero lo primero es servir a Ashem (como llaman a dios) con todo el corazón”, dice.
Él vive en la sinagoga con su esposa, lo que le significa “un gran honor”.
Dice que su historia es “muy parecida” a la de los otros conversos. La mayoría eran cristianos y buscaron la espiritualidad en otras religiones. Cuando conocieron la torá, muchos gracias a Lev Tahor, decidieron convertirse.
Dice que hay una historia que resume al judaísmo. “Una vez un hombre le pidió a un sabio que le explicara la torá en el tiempo que aguantara sobre un solo pie. La respuesta fue ‘No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a tí. Lo demás son comentarios. Anda y estúdialo”.
Cuenta que son muy estrictos con la alimentación “porque sabemos que cada cosa que comemos toca nuestra alma. Y eso nos acerca o aleja del creador”.
La comida debe no sólo debe ser kosher, es decir, obtenida o preparada según los preceptos del judaísmo, sino, además producida en Israel o que un judío haya supervisado su proceso.
Uno de los productos más delicados es la leche “porque es un alimento para los niños”, y por eso es muy importante que no tenga sangre o le caigan insectos.
Así que se ha dado a la tarea de supervisar el ordeño de unas vacas en las afueras de la ciudad y luego la vende a otros judíos.
Su esposa, Ris Tzifoira Hadasa, es ama de casa. Es salvadoreña, de 23 años y llegó al judaísmo a los 10, cuando su papá empezó a seguir la religión.
Se casaron hace un año. Aaron, con 38 de edad y Hadasa con 22.
“Me siento en una edad madura y él esta en una edad todavía más madura. Me corrige y me hace tomar buenas decisiones”, dice.
Asegura que el judaísmo no le parece una religión machista. “Como mujer judía se que tengo mi trabajo. Él es hombre y hace cosas que yo no puedo hacer, que no me daría tiempo, porque yo tengo que hacer mis gestiones como esposa”.
Para ella su trabajo es cuidar de su esposo y sus hijos, cuando los tenga, lo que desea que suceda lo más pronto posible.
Cuenta que tener hijos es un mandamiento y que piensa tener “todos los que el creador le dé”.
Explica que las mujeres deben vestir con “recato”, que en el caso de las casadas significa cubrir su cabello, sus clavículas, debe usar siempre medias oscuras y una falda que le llegue debajo de las rodillas cuando está sentada.
Varios miembros de la comunidad dicen a BBC Mundo que al judaísmo “se le acusa de machismo por desconocimiento”.
“La mujer es más elevada espiritualmente. El hombre tiene que hacer más esfuerzos, rezar más. La mujer no está obligada a ir a la sinagoga, ella es quien atrae la presencia de dios a la casa. Es la encargada de dirigir a los hijos a un camino judío. Tener a la mujer contenta es de lo más importante”, dice uno de ellos.
Los hombres y las mujeres mantienen una estricta distancia si no tienen una relación de padre e hija o madre e hijo o esposos.
“Evitamos todo tipo de contacto porque la atracción, la inclinación al mal está siempre presente”, dice Aaron.
Por eso, cuando va a vender la leche no entra a la casa de sus clientes. No recibe el dinero ni da el cambio en la mano a una señora: se lo pone en su sombrero para que lo recoja de ahí o se lo da a través de su hijo.
Así, la relación entre hombres y mujeres y las formas por las que se deben conducir las mujeres se basan en lo que explican como “recato”, en acercarse lo más posible a la “santidad”.
Por ejemplo, Aaron dice que “es normal que una mujer maneje, pero no es recomendable. Una mujer que maneja y va sola a algún lugar se puede prestar a que hablen mal de ella”.
Yishaya Duvid, el presidente electo de la comunidad, explica que en América Latina es a veces complicado que el resto de la sociedad entienda sus normas.
“En culturas donde las mujeres y los hombres se saludan de beso, cuando conocemos a una persona, tenemos que explicar que nosotros no podemos hacerlo. Es difícil, pero poco a poco nos van respetando, entendiendo que no es por ofender a nadie, sino por el contrario, que no queremos tener contacto físico por respeto a las mujeres”
Duvid, peruano, ingeniero electrónico con maestría en administración dice que llegó al judaísmo “buscando una vida espiritual de una manera más racional”.
Cuenta que todas las costumbres de su religión “se basan en la voluntad del creador”.
El más reciente escándalo de Lev Tahor se desató el año pasado e involucra dos nietos menores de edad del fundador de la organización, Shlomo Helbrans.
Según las autoridades encargadas del caso, la madre de los menores decidió escapar del grupo en Guatemala: se separó de su marido y viajó con sus hijos a Estados Unidos.
En diciembre, el padre, ayudado por líderes de Lev Tahor, fue por ellos a EE.UU. para llevarlos de regreso. Tras un amplio operativo policial, los menores fueron identificados a su paso por México y cuatro miembros de la secta fueron detenidos y acusados de secuestro de menores en Nueva York.
El escándalo se avivó cuando trascendió que una de los menores tiene 14 años y ya está casada.
El presidente de Kahal Yeraim asegura que en el judaísmo “hay una costumbre, no una ley, de casarse a edades tempranas“.
“El judaísmo se basa en crear un hogar con las costumbres de la religión. Por eso, es mejor tener una familia desde joven que estar experimentando desde fuera”.
Sin embargo, apunta a que los judíos deben respetar las leyes del país donde viven.
Dice que el judaísmo es hasta cierto punto desconocido porque no es una religión proselitista. Sin embargo, asegura, que están obligados a explicar sobre su religión a quien llegue a preguntar.
Esa es parte de la razón por las que abrieron sus puertas a BBC Mundo, previa consulta con unos jueces judíos que les guían desde Nueva York, ya que en Guatemala no tienen un rabino de tiempo completo.
Dice que Kahal Yeraim quiere ser un punto de concentración de judíos ortodoxos, ya que en América Latina “hay pocos países que cuentan con todos los medios para llevar una vida apegada a estos principios”.
Aaron concuerda que no es fácil ser judío ortodoxo en estos países. Y bromea: “hasta con nuestro aspecto causamos asombro: nos vestimos como judíos jasídicos y somos de piel morena. No es algo común”.