El sábado 26 de enero en la mañana, el cuerpo de Felipe Gómez-Alonzo regresó a su pueblo natal, Yalambojoch, enclavado en las montañas del norte de Guatemala, en la frontera con México.
Su familia llevaba un mes esperando la repatriación del niño de 8 años, que falleció en Nuevo México bajo custodia de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos tras cruzar la frontera con su padre, Agustín.
La hermana mayor de Felipe, Catarina, se encargó de coordinar el retorno del niño.
“(Su muerte) nos afectó mucho y hasta ahora nos está costando entender. Es difícil de creer que pasó eso”, le dijo a BBC Mundo Catarina, de 21 años.
El anhelo de Felipe, según dice su familia, era ir a la escuela y “salir adelante”.
El velatorio transcurrió en ausencia de su padre, que decidió quedarse en Estados Unidos para trabajar.