Los perpetradores de violencia doméstica están usando la tecnología cada vez más para controlar a sus víctimas, según Refuge, una ONG que apoya a mujeres y niños que han estado en esa situación.
“Me dio ganas de vomitar. ¿Lograré liberarme de esta relación?”, dijo Ellen (*), quien fue acosada por su exesposo utilizando la computadora de la familia.
“Era como no poder escapar de él”.
Fue víctima del abuso de su marido a lo largo de sus 20 años de matrimonio. Con regularidad se molestaba y empezaba a humillarla frente a sus amigos.
“Pasaron 20 años antes de que yo me diera cuenta de mi terrible realidad y del infierno que estaba viviendo”, afirma.
Eventualmente logró irse a un refugio para mujeres maltratadas.
Un tiempo después, se puso de acuerdo con una amiga para encontrarse con ella y anotó el día y la hora en la agenda de su Gmail, en su computadora. Pero no incluyó el lugar en el que se verían.
Cuando llegó a la cita, Ellen vio a su amiga sonriendo, pero inmediatamente después, su cara cambió.
“Él (su exesposo) casi que me saltó encima. De repente se apareció y estaba frente a mí, me dio el susto de mi vida”, recuerda la mujer.
“Yo estaba horrorizada, en shock. Él dijo: ‘Te encontré, te tengo'”.
Ellen y su amiga lograron irse. Luego se dio cuenta de que su exmarido había tenido acceso a su cuenta de correo y a su calendario.
Cree que él pudo haber seguido a su amiga cuando salió de su casa, porque sabía dónde vivía. O que cuando abrió su correo en el lugar en el que estaba, se pudo haber generado una alerta porque lo había hecho desde un área en la que no lo había revisado con anterioridad.
“Me había mudado a una ciudad totalmente distinta, a kilómetros de distancia. No tenía ninguna conexión con ese lugar. No había ninguna razón por la que él pudiera saber que yo estaba ahí”.
Después, su exmarido dejó de vigilarla.
La organización Refuge le brinda apoyo diario a unas 6.500 mujeres maltratadas. Alrededor de 95% de los casos de violencia doméstica tiene características similares al de Ellen, de acuerdo a investigaciones realizadas por la organización con Google.
En conjunto lanzaron un servicio para enseñarle a mujeres como Ellen a usar la tecnología para protegerse y retomar control de sus vidas.
Louise Ashwell, una de las personas que trabaja en la unidad de tecnología, ayuda a quienes piensan que sus parejas están usando las tecnologías para supervisarlas.
“Hay muchas mujeres que nos dicen: ‘Voy a la policía y a otras agencias y la gente cree que estoy loca. Parece algo salido de una historia de terror, él seguía apareciendo'”, comenta Ashwell.
El abuso puede ser muy siniestro y hay quienes incluso usan dispositivos con GPS para seguir a sus exparejas.
“Los niños regresaban de una visita a su padre y esos aparatos podían encontrarse cosidos en el ruedo de abrigo o dentro de un juguete, como un osito de peluche. Está pasando y no podemos negarlo”.
Entre los consejos que se les dan a las mujeres acosadas está crear contraseñas difíciles.
El abuso suele empezar al principio de una relación.
Otra mujer, Euleen Hope, dijo que su expareja utilizó su televisor inteligente para espiarla.
Se dio cuenta de que era así una vez que ella decidió no contestar una llamada que le hizo por Skype, el cual estaba conectado al televisor. Luego, el hombre le dijo que la había visto sentada en el sofá mientras la llamada entraba.
“La configuración que puso le permitía verme”, dice Hope.
También utilizaba un iPad para espiarla en la cocina.
Hope y su pareja pasaron juntos 10 años, él también fue violento físicamente y, eventualmente, fue enviado a prisión por atacarla.
Se trata de un patrón que Refuge ha identificado. Su base de datos muestra que 68% de los casos de abuso tecnológico también involucraba abuso físico.
“Preocupantemente, lo que vemos es que las víctimas de abuso tecnológico tienen mayor riesgo de ser maltratadas gravemente o incluso asesinadas”, dice Jane Keeper, miembro de Refuge.
Tanto Ellen como Hope lograron escapar de sus respectivas relaciones.