Lo haces unas 20.000 veces al día. Y al hacerlo, estás transmitiendo un mensaje, además de conseguir mantener tus ojos lubricados.
No sólo las palabras o el lenguaje corporal afectan a los mensajes que damos a otras personas: al parpadear, comunicamos a nuestros interlocutores nuestro deseo de que hablen más o menos, según un nuevo estudio.
Ya en 2012, una investigación de científicos japoneses había señalado que esta acción -que ejecutamos entre 15 y 20 veces por minuto-, nos permite eliminar momentáneamente los estímulos visuales, para descansar mentalmente y enfocar nuestra atención.
Pero según un nuevo estudio publicado por investigadores en Holanda, pestañear es una forma de controlar de forma sutil nuestras conversaciones.
Científicos en el Instituto Max Planck de Psicolinguística en Nijmegen, liderados por Paul Hömke, quisieron descifrar qué funciones cumple esta acción que repetimos miles de veces al día.
Los científicos generaron por computadora una interfaz, un avatar que funcionó como un interlocutor virtual.
El avatar planteó a los participantes en el experimento una serie de preguntas, por ejemplo, “¿cómo fue tu fin de semana?”. Y la interfaz también interactuaba durante la conversación con diversos comentarios del tipo “¡qué interesante!”.
Los científicos controlaron la duración de los parpadeos del avatar, que podía pestañear apenas 208 milisegundos (milésima de segundo) o 607 milisegundos.
Los parpadeos más largos fueron seguidos de respuestas más cortas por parte de los participantes, mientras que los parpadeos más breves resultaron en frases más prolongadas.
Sin embargo, ninguno de los participantes dijo haber percibido los cambios en los parpadeos del avatar.
Los científicos creen que pestañear más tiempo equivale a cabecear o hacer un ruido como “mmm” indicando que comprendemos un mensaje.
“Un parpadeo más prolongado realmente equivale a decir ‘ok, mensaje recibido’, y eso lleva a la persona que habla a acortar sus respuestas”, señaló Hömke.
“Nuestro trabajo demuestra que uno de los movimientos humanos más sutiles parece tener un efecto sorprendente en las interacciones humanas diarias”.
Los científicos aclararon que los resultados no se aplican a todas las personas, ya que aquellos con menor nivel de empatía no responden de la misma forma a cambios en los parpadeos.
El estudio fue publicado en la revista científica online PLOS One.