"Que un bebé muera en una balacera es terrible. No se puede entender. ¿Qué culpa tenía esa criaturita de que sus padres estuvieran en una fiesta donde el narco llegó a ajustar cuentas?".
Eso se pregunta una testigo del crimen ocurrido en Minatitlán, Veracruz, que conversó por teléfono con BBC Mundo.
Como muchos vecinos, tenía mucho miedo de hablar sobre el caso que el pasado 19 de abril conmocionó a México.
Entre 5 y 6 hombres con pasamontañas y armas de fuego irrumpieron en una fiesta de cumpleaños.
Abrieron fuego y mataron a 13 personas. Cuatro hombres, ocho mujeres y al bebé, Santiago, de 1 año.
Según la fiscalía de Veracruz, se trató de un ajuste de cuentas entre carteles rivales, los Zetas y el Cartel Jalisco Nueva Generación.
La matanza ha tenido un gran impacto en México y también se ha vuelto un motivo de discusión entre políticos.
El bebé asesinado, Santiago, estaba con sus padres.
Su papá era César Hernández, de 45 años, y también murió en el enfrentamiento.
Trabajaba como eventual o suplente en Petróleos Mexicanos y era entrenador de béisbol . Los testigos de la balacera aseguran que intentó proteger a su hijoantes de morir por los disparos.
Pero no lo logró. Su hijo recibió un balazo en la arteria carótida, por lo que murió desangrado.
La madre está herida en el hospital.
“Santiago era tan pequeño que lo pusieron en el mismo ataúd que a su papá. Los dos en un féretro blanco”, dice un testigo.
En una ceremonia que les hicieron en un estadio de beisbol, las escenas fueron muy tristes.
“Cuida a tu hijo. Van a estar por siempre juntos”, gritaba desconsolada la abuela paterna del bebé.
En Minatitlán coinciden que esta matanza conmocionó a la población por el asesinato del bebé. La muerte de Santiago recordó que los niños han sido lasvíctimas invisibles de la guerra contra el narco y el crimen organizado.
En los tres primeros meses de 2019 se registraron en México 285 homicidios dolosos contra menores de edad, un promedio de algo más de tres casos al día,según la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).
Esta coalición de 75 organizaciones hace sus mediciones con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Los distintos expertos consultados apuntan a que los asesinatos de niños aumentaron de manera exponencial con la guerra contra el narco que comenzó en diciembre de 2006.
Desde entonces se han registrado unas 16.759 muertes por homicidio de menores de edad, de acuerdo a un estudio de REDIM hecho con varias fuentes oficiales.
La forma en que mueren los niños en los enfrentamientos armados en México ha ido cambiando, dice a BBC Mundo el director de REDIM, Juan Martín Pérez García.
Entre 2007 y 2009 eran sobre todo “víctimas colaterales”, explica. “Los niños morían por balas perdidas en combates entre grupos criminales o grupos criminales y fuerzas del Estado”.
Pero, a partir de 2010, comenzaron a documentar ataques dirigidos a menores.
“Los blancos eran los hijos de policías o soldados o los hijos de personas vinculadas al crimen. Comenzaron las venganzas”, dice.
Y después, hacia 2012 “vimos con mucha preocupación como ya no eran solo homicidios, sino también empezaron a mutilar cuerpos. También asesinatos de familias completas, de los que se han visto muchos casos en los últimos años”, dice.
Ejemplos hay en distintas partes del país, pero justamente en Minatitlán recuerdan uno que estremeció a Coatzacoalcos, a sólo 21 kilómetros de distancia.
En junio de 2017 un comando de hombres armados entró a asesinar a la familia Martínez Pech en su casa. Mataron al padre, a la madre y a cuatro hijos de 3, 4, 5 y 6 años.
La imagen de la madre rodeada de sus pequeños, todos muertos, causó consternación.
El director de REDIM explica que los ataques directos y con violencia extrema contra menores es una forma del crimen organizado de generar terror.
“Es lo que buscaban asesinando al bebé en Minatitlán: generar terror, dolor, indignación. Y su cometido se cumple al haber una total impunidad. Si hubiera ante estos casos una respuesta de la autoridad que identifica a los culpables y los lleva ante la justicia, estos casos se reducirían de manera inmediata”, dice.
Apunta que según los datos oficiales, de cada 100 casos donde las víctimas de delitos son niños, sólo uno tiene una sentencia condenatoria.
Aunque no hay números, son miles y miles los niños que han quedado huérfanos a causa del crimen organizado.
Uno de los casos más recientes sucedió en Tabasco, el pasado 21 de abril, cuando un comando armado asesinó a dos mujeres que viajaban en una camioneta y dejaron heridos a un niño de 10 años y un bebé de 6 meses.
El director de REDIM aprovecha este caso para explicar que estos actos de violencia necesitan la coordinación de distintas autoridades en todos los niveles de gobierno.
Los niños necesitan ser atendidos en su salud física y mental, deben ser reintegrados a su familia, se debe dar un seguimiento a esto, así como a su educación, entre otras cosas.
Explica que en México ya existe el marco legal para que estos niños sean atendidos, entre ellos la Ley General de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes y el sistema Nacional de Protección Integral a Niños, Niñas y Adolescentes.
“Existen los mecanismos pero no se ponen en práctica porque la infancia no es un tema de prioridad política. Tampoco se le dedica el presupuesto que debería”, dice.
La subsecretaria de Seguridad Pública, Patricia Bugarin asegura a BBC Mundo que la coordinación entre las distintas autoridades es importantísimo y que están trabajando en ello.
Dice que la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana tiene “un gran reto”de construcción de paz y seguridad.
“Más allá de los temas de seguridad y procuración de justicia, debe haber una reconstrucción del tejido social, relacionado con las áreas de bienestar social: ver si los recursos y programas están llegando a los jóvenes, que tengan oportunidades. Esto no es un cambio de la noche a la mañana“, asegura.
También cuenta que se está trabajando con la Guardia Nacional, el nuevo cuerpo de seguridad que se espera comience a operar a mediados de este año.
Dice que este cuerpo de seguridad debe saber cómo reaccionar ante los casos donde hay niños y que se les debe dar una atención específica.
Otra forma en que los niños se han visto afectados por el narcotráfico y el crimen organizado es que son reclutados para formar parte de sus filas.
No hay una cifra de cuántos niños podrían formar parte de las filas del narco y el crimen organizado, pero que hay evidencia que es cada vez más grande.
Uno de los casos más emblemáticos y el primero documentado en México es el del “el Ponchis” o el “niño sicario”, que habría sido reclutado por el crimen organizado a los 11 años.
Se dedicaba, junto a otros niños, a distribuir cocaína a los narcomenudistas en el estado de Morelos.
En 2010, a los 14 años, fue detenido acusado de posesión de armas exclusivas del ejército y por su participación en secuestros, torturas y homicidios.
El Ponchis confesó haber degollado a cuatro personas.
Por ser menor de edad, en 2013 fue puesto en libertad y trasladado a EE.UU., donde tenía parte de su familia.
“Los niños forzados a incorporarse a las filas del crimen organizado deben tratarse como víctimas de violación de derechos humanos y no como criminales“, explica el oficial de Protección a la Infancia de UNICEF en México, Leonardo Mier.
Apunta a que deben existir toda una serie de medidas para que esos niños se reintegren a sus familias y a sus comunidades.
“Tenemos que crear programas que promuevan su desmovilización. Que puedan separar al niño de la banda criminal, protegerlo junto con su familia, considerando cada paso particular bajo el interés superior de la niñez”, dice.
El crimen organizado ve ventajas en emplear a niños ya que les da mayor impunidad porque estos no pueden ser castigados como adultos.
“Hay un efecto perverso en el empleo de los niños en el crimen porque rompen sus lazos familiares”, explica Mier.
Los niños en edades tempranas buscan un apego emocional con una figura adulta. El grupo armado sustituye de cierta forma eso, generando fidelidad con el grupo armado y una cada vez mayor dificultad de desmovilizarse.
Según los datos de UNICEF, la mayoría de homicidios de menores en México son de varones adolescentes entre 12 y 17 años.
En cuanto a las desapariciones de menores, 6 de cada 10 son adolescentes menores, lo que podría indicar, como dicen otras organizaciones, que podría estar relacionado con la trata de personas.
Si bien los asesinatos y desapariciones son las formas más extrema de la violencia que sufren los niños en México, no son las únicas, apunta Nancy Ramírez, directora de Incidencia Política de Save the Children México.
“Los niños están en un entorno hostil donde las relaciones que tienen en sus comunidades, escuelas y hogares están cargadas de violencia. Eso impacta en su salud, física, pero también mental”.
Dice que muchos sufren “estrés tóxico”, que es un sometimiento permanente a contextos violentos y que deriva en ansiedad, miedo constante, estrés postraumático y que puede tener también impacto en el desarrollo académico e incluso abandono escolar.
“Nos encontramos con una generación de niñas y niños que han sido seriamente afectados por la violencia y a los que no necesariamente se les ha garantizado la reparación y restitución de sus derechos”, dice Ramírez.
Y, como los otros expertos consultados por BBC Mundo, dice que todo apunta a que la violencia en México no parará pronto.
“Nuestro mayor problema está en el corto plazo, esto no se descompuso de la noche de la mañana, ni se va a componer de la noche a la mañana, sería irresponsable plantearlo en esos términos”, aseguró durante su comparecencia ante el senado esta semana, el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo.
Dijo que los cambios se comenzarán a ver en 6 meses y que en 2024 se entregará un país pacificado al siguiente gobierno.
Coincide en que en México hay “generaciones perdidas a causa de la violencia”.