Fue una vida corta y muy dura, marcada por la desnutrición y posiblemente el maltrato.
Los científicos que vienen estudiando los restos de una adolescente que vivió hace casi 13.000 años en México dieron más detalles sobre su vida.
Naia, como fue nombrada la joven, es el esqueleto más antiguo y más completo recuperado en América.
Los restos de la joven fueron descubiertos en el año 2007 en Hoyo Negro, una enorme cámara subterránea inundada en un sistema de cuevas en el estado de Quintana Roo, en la península de Yucatán.
Pero solo en 2014 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México divulgó los primeros detalles sobre el hallazgo.
Este martes, los investigadores del proyecto anunciaron que el estudio del sacro de Naia reveló que la adolescente fue madre, aunque no se sabe cuánto tiempo antes de su muerte.
Y las huellas de fracturas en los huesos de los brazos indican que posiblemente “fue maltratada cuando era más joven”, según James Chatters, arqueólogo, antropólogo forense e investigador principal del Proyecto Hoyo Negro, que forma parte de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH.
El lugar donde fue hallada Naia fue antiguamente un lugar seco, pero en la actualidad es un profundo cenote o cueva sumergida en el sistema de cuevas Sac Actun.
Los huesos de la joven fueron hallados a 30 metros de profundidad por tres espeleobuzos: Alejandro Álvarez, Alberto Nava y Franco Attolini, miembros del Proyecto Espeleológico Tulum.
Fue posible recuperar cerca de la mitad del esqueleto, incluyendo un cráneo intacto, ambos brazos y una pierna.
Naia, cuyo nombre alude a las náyades o ninfas del mar de la mitología griega, tenía entre 15 y 17 años.
La adolescente medía poco más de metro y medio y pesaba 50 kilos.
Hay indicios de que Naia llevaba algo para iluminar la cueva, pero eso no impidió que cayera por el agujero que, según Chatters, era una trampa mortal.
Como consecuencia de la caída, Naia se fracturó la pelvis y falleció.
Naia era muy activa y en su dieta no había muchas proteínas, señaló Chatters.
El arqueólogo había señalado en conferencias anteriores que la adolescente era “escuálida” y que su esqueleto poco desarrollado mostraba señales de desnutrición.
En su rodilla y su tibia pueden verse líneas que denotan un crecimiento con interrupciones, debido a la falta de alimentos o a problemas de salud.
Las irregularidades en sus dientes también indican que su nutrición fue a menudo muy limitada.
Junto al esqueleto de Naia se hallaron restos de 44 especies de animales.
Entre las especies encontradas hay un ocelote, un puma, perezosos gigantes y un tigre de diente de sable.
Se sabe que algunas de estas especies evolucionaron en Sudamérica y luego se desplazaron hacia el norte, según explicó este martes Joaquín Arroyo Cabrales, especialista en mamíferos del Cuaternario.
El hallazgo de Naia es muy importante para comprender mejor los orígenes de los primeros pobladores del hemisferio occidental y su relación con los indígenas contemporáneos.
Los restos son considerados uno de los eslabones faltantes para confirmar que algunos de los nativos contemporáneos provienen de Asia, en concreto de grupos que cruzaron desde Siberia hacia el continente americano por la antigua Beringia, un puente formado durante la última glaciación que corresponde al actual Estrecho de Bering.