En 2015, Bethanie Rowlands fue enviada a un hospital por un desorden psicológico que no padecía.
Fue una revelación que dejó a Nicky Rowlands estupefacta. Rowlands descubrió que la estaban acusando de haber fabricado la enfermedad que estaba haciendo sufrir a su hija.
Peor aún. Su hija Bethanie tuvo que ir al hospital por un desorden psicológico que no padecía.
De niña, Bethanie se quejaba de un dolor constante al caminar y solía vomitar después de comer o beber.
Luego, después de una operación de amígdalas rutinaria, en 2014, dejó de comer por completo.
“Supe apenas le hicieron la operación que algo no estaba bien”, dice Rowlands.
“(Los médicos) asumieron que eran infecciones, pero ella no podía siquiera tolerar los antibióticos y tuvieron que alimentarla por un tubo”.
“Me dolía tanto después de la operación, pero creo que nadie se lo esperaba o sabía por qué”, dice Bethanie.
“Trataba de comer y cada vez me iba poniendo peor“.
Durante un tiempo, el personal médico a cargo de Bethanie seguía buscando un diagnóstico.
Enfermedad inventada
Rowlands buscaba, por su parte, una explicación en internet. La que que encontró, cuenta, fue desestimada por los médicos por considerarla extremadamente rara.
Luego le llegó una carta que marcó un cambio en la actitud de los médicos hacia ella.
La misiva decía que Rowlands estaba siendo investigada por trabajadores sociales por haber inventado los síntomas de su hija, y Bethanie fue enviada a una unidad psiquiátrica a más de 160 Km de su casa, en Southampton, en donde estuvo internada 10 meses entre 2015 y 2016.
“Cuando recibí esa carta, me quedó muy claro que no era Bethanie de quien estaban hablando”, dice Rowlands.
“Se lo hice notar enseguida y les dije que ‘se habían equivocado de persona”.
“Les pedí que revisaran sus notas para ver si se habían confundido y me dijeron que esas cosas no pasan”.
Los médicos le negaron a Rowlands acceso a las notas porque se había puesto en marcha un procedimiento para proteger a su hija.
Los asistentes sociales del caso creían que Rowlands mostraba signos del Trastorno Facticio Infligido a otro (FII, por sus siglas en inglés) -que antiguamente se conocía como síndrome de Münchhausen por poder-, un trastorno en el que los padres enferman deliberadamente a sus hijos.
Nicky era una de 12 familias en el condado de Gloucestershire de las que se sospechaba que habían inventado los síntomas de sus hijos.
Estos casos fueron investigados por una asistente social y todas las acusaciones fueron desestimadas.
Las acusaciones contra Rowlands comenzaron a desenredarse cuando finalmente tuvo acceso a las notas médicas de Bethanie.
“Fue como si de repente estuviese leyendo algo de un autor diferente. Había leído la última página antes y decía: ‘debemos encontrar una razón médica a los problemas de Bethanie”.
Luego, repentinamente, empezaba a hablar de muchos síntomas que ella nunca había tenido”, dice.
Rowlands se dio cuenta de que, en las notas, figuraba el nombre de otra niña, y esta niña había tenido desórdenes de la alimentación, problemas de autolesiones y estaba lidiando con la adicción a los calmantes.
Las organizaciones médicas a cargo de Bethanie (la junta clínica de Gloucestershire, los hospitales de Gloucestershire y el ayuntamiento del condado) no quisieron hacer comentarios sobre el caso, pero en una respuesta conjunta señalaron que revisarán el proceso y el entrenamiento del personal y que tomarán en cuenta los comentarios y las información provista por los padres.
“El Trastorno Facticio Infligido es un problema complejo, y, si bien es poco común, cuando se sospecha que existe, trabajamos rápidamente con nuestros socios en salud y bienestar social para asegurarnos de que los niños estén protegidos. Su bienestar es lo más importante”, declaró un portavoz.
“En esas instancias, evaluamos toda la información disponible, con un énfasis considerable en llegar a un consenso profesional y actuamos de forma apropiada siguiendo nuestro protocolo para investigar de forma conjunta un posible caso de FII”.
De acuerdo al Hospital Universitario de Southampton del Servicio Nacional de Salud británico, la confusión de los notas en Gloucestershire no influyó en el cuidado clínico que se le proporcionó a la niña y una investigación encontró que no se requería tomar más medidas.
En el caso de Rowlands, la sospecha acabó cuando finalmente recibió un diagnóstico para Bethanie.
Su hija sufría una condición que ella había identificado antes de que Bethanie fuera enviada a la unidad psiquiátrica. Se trata del Sindrome de Ehler-Danlos, una rara enfermedad que puede provocar hiperlaxitud articular, cansancio extremo y problemas digestivos.
Si bien la niña de 15 años está ahora con su familia, sabe que tiene una condición de por vida que la obligará en el futuro a recibir alimentos por un tubo.
Rowlands siente que lo que pasó arruinó los mejores años de la vida de su hija, y la forzó a dejar su trabajo.
“Bethanie perdió cuatro años de su vida, perdió el resto de su infancia, y yo perdí los ahorros de toda mi vida”, dice.