Si pudieras retrasar la menopausia, ¿lo harías?
Es algo que parece tan improbable que, seguramente, pocas mujeres se hagan esta pregunta. Pero, ahora, la clínica inglesa ProFam la pone sobre la mesa con un tratamiento que, según asegura, puede postergar la menopausia hasta 20 años.
Lo consiguen extirpando tejido ovárico para congelarlo y reimplantarlo cuando la paciente entre en esa etapa de la vida que muchas temen y que suele ocurrir después de los 45 años.
La menopausia llega cuando los ovarios dejan de generar estrógeno y progesterona. Este injerto hace que continúen con la producción de estas hormonas sexuales femeninas.
Así, la mujer sigue ovulando y teniendo periodos durante el tiempo que el injerto funcione, que suele rondar los siete años, según le explicó a BBC Mundo Simon Fishel, uno de los fundadores de la clínica y médico pionero en la fertilización in vitro.
La técnica no es nueva, como él mismo admite: se viene utilizando desde hace años para preservar la fertilidad femenina. Lo que resulta novedoso es el nuevo uso que le ha dado ProFam: evitar la menopausia.
“La comunidad científica observa estos trasplantes desde hace 20 años. Yo diría que en los últimos cinco o siete años ha habido un debate y es un debate interesante… Deberíamos tener esta conversación para darle a la generación más joven una oportunidad de decidir”, opina Fishel.
Sin embargo, no todos los expertos piensan como él, así que el tema no ha estado exento de polémica.
La técnica que usa ProFam consiste en retirar mediante una cirugía que dura media hora entre un tercio y la mitad de la corteza del ovario, ya que es ahí donde se encuentran los folículos que pueden madurar hasta convertirse en óvulos.
“El ovario sigue funcionando, absolutamente. Tras usar una técnica similar con pacientes con cáncer durante 20 años, lo puedo decir. No hay reducción de fertilidad ni reducción material en el número de años premenopáusicos”, afirma Fishel.
Los científicos dividen el tejido en “tiras”. Estas son las que se congelan para reimplantarlas en un futuro. Cuando esto último sucede, su efectividad depende de la cantidad de “óvulos buenos” que contengan, según explica el experto.
“Si conseguimos nueve tiras, puede que la primera vez traspasemos tres. Si estas sobreviven seis o siete años, cuando este injerto de tres falle, haremos un nuevo trasplante. Lo llamamos trasplantes episódicos”.
Fishel ha practicado durante años este procedimiento en pacientes con cáncer cuya fertilidad estaba en riesgo. Se basa en esa experiencia para afirmar que esta técnica puede retrasar la menopausia 20 años.
Las pacientes que más se beneficiarían, según el experto, son aquellas menores de 40 años. Aunque Fishel cree que, dependiendo de los antecedentes familiares y la reserva ovárica, este límite podría ampliarse excepcionalmente hasta los 43.
Las menores de 35 incluso podrían conservar este tejido con dos objetivos: postergar la menopausia y conservar la fertilidad.
La cirugía cuesta entre 6.000 y 7.000 libras esterlinas (US$7.400-US$8.650), a las que habría que sumar las 4.000 libras del reimplante (unos US$5.000) y los gastos de conservación del tejido, que serían “menos de 100 libras anuales” (unos US$120), según Fisher.
A partir del próximo año, también podrá realizarse en Brasil, donde ProFam tiene planeado abrir una sucursal.
Pero, ¿por qué querría alguien retrasar la menopausia?
“Creo que síntomas como los cambios de humor, la ansiedad o los sofocos no son médicamente amenazantes, hasta cierto grado, pero tampoco son leves”, defiende Fisher.
“Algunas mujeres dirán: ‘Tuvimos esos síntomas, los aguantamos y seguimos con nuestras vidas’. Lo entiendo, pero también sabemos que el 60% de las mujeres que pasan por la menopausia requieren atención médica y regresan a la consulta por todo tipo de razones como cambio de medicación, la terapia hormonal no funciona o no es la adecuada…”
“Para esas mujeres que padecen los síntomas más severos como osteoporosis, enfermedad cardiovascular, disfunción cognitiva, retrasar la menopausia puede mejorar mucho su calidad de vida”.
El nuevo tratamiento de ProFam, sin embargo, ha tenido un recibimiento tibio por parte de la comunidad científica.
Como le explicó a BBC Mundo el médico español especialista en Ginecología y Obstetricia José Luis Neyro, es cierto que la menopausia puede conllevar una pérdida de calidad de vida significativa.
“Se sabe que el déficit de estrógeno está relacionado con el mal manejo de las grasas por parte del organismo. Con la pérdida de esta hormona se pierden minerales en los huesos y se pierde masa ósea. En relación con todo eso, se incrementa el riesgo de infarto agudo al miocardio, de trombosis, de osteoporosis y de fracturas…”.
A esto se suma la posibilidad de sufrir insomnio, sudoración nocturna, sofocos, sequedad vaginal o pérdida del deseo sexual.
“Pero también sabemos a lo largo de los últimos 25 años que la terapia hormonal, administrada juiciosamente, puede revertir todos esos problemas, sobre todo entre esas mujeres que presentan sintomatología severa”, señala Neyro.
El experto cuestionó los motivos por los que alguien querría retrasar la menopausia.
“No hay ninguna forma de predecir cuándo se va a tener la menopausia ni qué síntomas se va a tener. Tampoco hay forma de decir a priori cuánto le va a durar esta sintomatología a una mujer y por qué no le sucede a su vecina”.
“Yo tengo un principio que dice que no todo lo técnicamente factible debe ser realizado“.
“En primer lugar, la cirugía es mínima, pero no puedo garantizar que no vaya a tener complicaciones. En segundo lugar, cuando extraigo la corteza del ovario, le estoy restando parte de los folículos primordiales, con lo cual estoy teóricamente, acortando la vida ovárica”.
“Me raya un poco la idea, sobre todo porque no sé cuándo va a aparecer la menopausia… Tal vez esa paciente pertenece al grupo de mujeres que no va a sufrir ninguna sintomatología”.
Según Neyro, es necesario hacer un ensayo clínico antes de poner en la calle “la oferta de posibilidad terapéutica”.
La Sociedad Británica de la Menopausia (BMS por sus siglas en inglés) coincide con Neyro. En un comunicado, reconoció la eficacia de los injertos de tejido ovárico para preservar la fertilidad. Pero señaló “varias limitaciones” que “deben ser más valoradas antes de incluir esta técnica en la práctica clínica estándar para retrasar la menopausia”.
Entre ellas, están la falta de estudios y de una muestra mayor de casos prácticos que hayan sido seguidos a largo plazo para probar la efectividad del tratamiento a la hora de postergar la menopausia.
Durante el primer mes que ProFam lo ofreció, 11 mujeres se sometieron a la cirugía.
Según Fisher, “no son muchas” y se les acaba de extirpar el tejido, así que habrá que esperar a que lleguen a la edad de la menopausia para reimplantarlo y aún más para poder ver los resultados.
Pero el experto defendió que el tratamiento ya demostró ser efectivo a la hora de continuar la producción de hormonas sexuales femeninas, aunque haya sido aplicado con otra intención: la de conservar la fertilidad. “Entre las pacientes con cáncer que se lo hicieron, el 95% empezó a tener hormonas a los cuatro o cinco meses”.
“Yo estuve involucrado en los inicios de la fecundación in vitro hace 40 años y casi todos nuestros colegas y la sociedad estaban en contra. Hoy en día, unos 40 millones de padres probablemente estén agradecidos de que hayamos seguido adelante pese a tener en contra a la comunidad científica general”, asegura Fisher.
“Puede que esté sucediendo lo mismo en este debate. No sabemos, pero creo que ha llegado el momento de decirle a la generación más joven que está disponible por si se lo quieren pensar”.