Pablo Uchoa / BBC World Service
Cuando nace un bebé, también nace una madre, dice el refrán.
¿Pero qué pasa con la mujer que estaba allí antes de ser mamá?
No deja de existir, pero muchas veces se siente opacada por su nuevo rol.
Eleni Bertos lleva los recuerdos de su vida tatuados en el cuerpo.
Tiene 11 tatuajes, diez de ellos de su época previa a la maternidad.
El primero que se hizo esta mujer de 27 años decía “Koukla”, el sobrenombre con que la llamaba su padre griego.
Bertos tienen tatuadas frases de canciones que le gustaba a cada uno de sus abuelos ingleses.
El de una flor en su pantorrilla y otros se los hizo su marido, que es tatuador.
Bertos tiene uno para recordar su primer año en la universidad.
Sin embargo, los más llamativos son el de un hombre y una mujer del siglo XIX que lleva en su pierna y el de una Mujer Maravilla que le cubre casi totalmente el otro muslo.
Este, dice, le recuerda la mujer fuerte que es.
“Todos cuentan una historia sobre mí, pero no todo el mundo puede entenderlos solo mirándolos”, le dice Bertos a la BBC.
“Pensarán: ‘¿por qué se hizo ese tatuaje?’ Para mí obviamente significan algo”.
Un tatuaje es un “registro muy visual y permanente de quién es esa persona”, dice la fotógrafa Rachel Rimell, quien retrató a Bertos.
“Para todos los que llevan tatuajes, esas imágenes tienen un significado“.
Su proyecto, “Mamás tatuadas: maternidad e identidad”, quiere ser un recordatorio visual de “las mujeres detrás del rol de madres”.
El objetivo de Rimell era arrojar luz sobre la lucha interna que experimentan las madres después de que nace su bebé, “en un momento en que las hormonas están revolucionadas y está emergiendo un nuevo rol para ti”.
“Va más allá de la exigencia física y emocional del bebé, que toma prioridad, en un momento en que tus necesidades físicas son ciertamente diferentes”, dice Rimell.
“Todo nuestro cuerpo queda pegado a este nuevo rol. De repente, eso es lo primero que la gente -y la sociedad- ve cuando nos mira“.
“Antes de tener niños, las cosas que haces, las cosas de las que hablas, con quién te juntas y cuáles son tus opiniones definen quién eres”, señala Rimell.
“Cuando te vuelves mamá, el papel de madre lo consume todo. Lo primero que tienes en común con tus nuevas amigas es el hecho de que todas tienen bebés”.
“No hablas de política, no sabes qué música le gusta a tu amiga mamá”.
“Es una forma muy diferente de hacer amigos comparada con la forma en que lo hacías antes de tener niños”.
Olvídate de la falta de sueño, los cambios en el estilo de vida o el aprendizaje de las reglas más básicas para cuidar a un niño.
Se trata de lo poco que se habla de cómo el ser madre afecta a las mujeres mental y emocionalmente, de cómo genera ansiedad, aislamiento y pérdida de identidad.
En un sondeo de más de 2.000 mujeres en Reino Unido el año pasado, más del 90% de las madres dijo sentirse más sola desde que había tenido hijos.
A pesar de ello, muchas esconden sus sentimientos, y el 38% señaló que ni siquiera le cuentan a sus parejas lo que les pasa, según un video publicado en la página para madres ChannelMum.com.
“Yo quería mostrar cómo es la maternidad hoy día. No se habla ni se muestra mucho esa transición”, dice Rimell.
El camino de Bertos hacia la maternidad significó un cambio de suerte inesperado para toda la familia.
En mayo de 2016, le habían dicho que no podía tener hijos, porque tenía síndrome de ovario poliquístico, que afecta el funcionamiento de sus ovarios.
Ese mismo año, la familia sufrió un duro golpe cuando el hermano de su pareja murió en un accidente.
“Tres días después del funeral, descubrí que estaba embarazada”, dice.
“Fue un gran shock. Pero, obviamente, pensé que eso era lo que todos necesitaban en ese momento. Todos querían algo positivo para la familia”.
No obstante, Bertos dice que muy pronto se dio cuenta de que la maternidad era, lamentablemente, algo mucho más solitario de lo que pensaba.
“Cuando dices que estás embarazada, todo el mundo se entusiasma y piensas que vas a tener un gran red de apoyo cuando nazca el bebé”.
“Pero eso poco a poco va desapareciendo y a la gente le importa menos, sobre todo si no tienen niños, y les cuesta entender qué te está pasando y por qué ya no puedes verlos tanto como antes”.
Bertos dice que después de que le dijeron que no podía tener hijos y haber “superado” su diagnóstico, se siente muy orgullosa de haber dado a luz a una “personita perfecta”.
Rimell quiere que sus fotografías realcen el mensaje de que “todavía hay unapersona detrás del rol de madre”.
“Es importante mantener ese sentido de identidad, pero no en un sentido rígido, porque uno está en un momento de transición”, explica.
Aunque Rimell y todas las madres en su proyecto son “personas muy distintas”, todas comparten la experiencia de la maternidad con su propia mezcla de “confusión, fuerza, dificultades, amor y dignidad”.
Si quieres saber más sobre el proyecto Mamás tatuadas: maternidad e identidad, haz clic aquí.