Juan Carlos, el presunto asesino serial de mujeres de Ecatepec, estado de México, empezó sus crímenes en 2012.
Datos de la Fiscalía General de Justicia de la entidad señalan que el ahora detenido se dedicó a cazar a sus víctimas junto con su pareja -identificada como Patricia- durante seis años.
No se sabe a cuántas asesinó. Cuando fue detenido confesó el homicidio de 20 mujeres, pero los investigadores creen que pueden ser más.
“Da cuenta de manera detallada y específica es de diez casos cuando menos”, le dijo el fiscal Alejandro Gómez Sánchez a Televisa..
Al principio, las víctimas eran chicas que les gustaban al acusado, pero después fueron las que lograban engañar.
Patricia vendía ropa usada, queso y esquites, un alimento preparado con granos de maíz.
Juan Carlos, de 38 años de edad, comerciaba con perfumes, ropa y teléfonos móviles.
Con esta actividad se acercaban a las chicas, a quienes solían citar en su casa en Jardines de Morelos, un barrio de clase media-baja a 31 kilómetros del centro de Ciudad de México.
Allí eran asesinadas y sus cuerpos desmembrados. Juan Carlos confesó que vendía sus huesos a una persona que no ha sido identificada.
Otros restos los depositaba en un terreno baldío cerca de su casa y algunos más los conservaba en cubetas, bolsas de plástico y una nevera.
Juan Carlos y Patricia fueron detenidos. La Fiscalía los acusa de homicidio, delitos contra el respeto a los muertos y violación de las leyes de inhumación y exhumación.
En caso de que se compruebe el asesinato de 20 mujeres, Juan Carlos sería el mayor asesino serial en la historia de México.
El referente más cercano es Juana Barraza Samperio, conocida como la Mataviejitas porque asesinaba ancianas. La mujer, encarcelada desde hace varios años, cometió 16 homicidios.
Juan Carlos y Patricia vivían desde hace varios años en la casa de Jardines de Morelos donde presuntamente cometieron los homicidios.
Tienen cuatro hijos menores de edad.
Según el fiscal Gómez Sánchez, cuando cometía los asesinatos Juan Carlos “le ordenaba a su esposa que se llevara a sus hijos a alguna otra habitación para que no pudieran ver”.
Los niños tenían prohibido abrir una nevera donde las autoridades señalan que encontraron varios de los cuerpos.
Además de vender perfumes y teléfonos móviles, el acusado recogía latas de aluminio y botellas de plástico para venderlas, lo que le sirvió para deshacerse de los restos humanos.
Los vecinos de su calle estaban acostumbrados a verlo caminar con bolsas de basura.
Su negocio les servía para atraer víctimas como Luz del Carmen Miranda, de 13 años de edad, quien desapareció el 12 de abril de 2012.
Su cuerpo desmembrado apareció un año después, cuenta Araceli González Pérez, la madre de la joven.
“Era mi vecino, por eso la sacó de mi casa”, dijo Araceli en una manifestación de vecinos contra los feminicidios en Ecatepec.
La pareja detenida vivía en el apartamento debajo del de Luz del Carmen.
El día que la muchacha desapareció, relata Araceli, “Juan Carlos mandó a su esposa a mi casa y le dijo que le querían vender bisutería. Como eran conocidos ella bajó y allí se la llevó”.
Juan Carlos trabajaba con el padre de la menor e incluso fue testigo en la investigación para localizar a la chica.
Cuando fue detenido, el sospechoso reconoció haber asesinado a Luz del Carmen, dice su madre. “Queremos justicia, porque este señor Juan Carlos confesó haberla matado”.
Esta fue la forma de operar de la pareja durante seis años, en los que sus probables crímenes pasaron virtualmente inadvertidos.
Y es que en Ecatepec, como otros municipios asociados a la capital mexicana, los asesinatos y desapariciones de mujeres son frecuentes.
De hecho existe una alerta de género en la zona, un mecanismo legal para que las autoridades destinen más recursos a la investigación de feminicidios.
Con todo y eso, dicen organizaciones civiles, los asesinatos y desaparición de mujeres no cesan. Muchos casos no son investigados, aseguran colectivos como Mujeres en Cadena o la Red Andrómeda.
O, como sucedió con la pareja de Ecatepec, la solución de los casos tarda mucho tiempo.
Desde hace meses los vecinos de Jardines de Morelos habían denunciado la desaparición de varias mujeres, entre ellas algunas adolescentes.
“Era una ola terrorífica”, dijo Cecilia Vázquez en la protesta contra los feminicidios.
En varios casos, existía el mismo patrón; es decir, las víctimas se extraviaron en la misma zona y sus familias cuentan que, antes de desaparecer, dijeron que comprarían ropa o bisutería.
Fue esta una de las pistas para ubicar a Juan Carlos y Patricia, señala la Fiscalía.
Los policías que investigaban la desaparición de tres mujeres, una de ellas junto con su hija de 2 meses de edad, encontraron que las víctimas se habían reunido con Patricia.
Revisaron entonces la lista de llamadas desde sus teléfonos celulares y descubrieron que las tres habían estado en la casa de la pareja horas antes de ser reportadas como desaparecidas.
Los investigadores vigilaron la casa de Playa Tijuana 530 durante varios días, para establecer los hábitos de Juan Carlos y Patricia.
El pasado 4 de octubre la pareja salió de la casa con una carriola y algunas bolsas de plástico. Los policías se acercaron y descubrieron que, en realidad, lo que llevaban eran restos humanos.
Al revisar la vivienda, cuenta el fiscal Gómez Sánchez, encontraron cubetas, cajas de cartón y bolsas con más restos. Lo mismo ocurrió en otra casa a donde la pareja pretendía mudarse.
Juan Carlos confesó, “sin remordimiento” dice el fiscal, que asesinaba mujeres como venganza porque cuando era niño su madre le obligaba a vestirse como mujer.
También dijo que habían vendido a la bebé de una de sus víctimas por 15.000 pesos (US$790) a una pareja, que también fue detenida.
Los análisis psicológicos revelan que el probable homicida padece un trastorno mental de tipo psicótico y alteraciones de personalidad.
Patricia tiene un retraso mental desde su nacimiento, así como un delirio inducido probablemente por su pareja.
Pero ambos tienen capacidad de distinguir entre el bien y el mal, por lo que se considera que legalmente son responsables de sus actos.
Están encarcelados en el Centro Penitenciario y de Reinserción Social de Ecatepec, conocido en México como el penal de Chiconautla. Formalmente su juicio empieza este jueves.