¿Se te traba la lengua con los trabalenguas?
“Pablito clavó un clavito, ¿qué clavito clavó Pablito?, el clavito que Pablito clavó, era el clavito de Pablito”.
Seguramente conoces este trabalenguas. Ahora… inténtalo leerlo en voz alta y rápido.
¿Lo hiciste sin equivocarte? Probablemente no.
Y es que una cosa es leer en silencio un trabalenguas y otra muy distinta es decirlo en voz alta.
Pero ¿de dónde vienen los trabalenguas? y ¿por qué nos cuesta tanto decirlos?
“El trabalenguas es un juego que consiste en perder”, le dice a BBC Mundo el argentino Carlos Silveyra, escritor especialista en literatura infantil.
Los trabalenguas son oraciones breves que incluyen palabras o sonidos que son muy parecidos entre sí (parónimos) y que si se leen rápido, se hace difícil de pronunciar correctamente.
“El desafío es repetir el mismo trabalenguas muchas veces hasta equivocarse. La idea es un juego donde hay competencia con uno mismo”, añade Silveyra.
Y aunque el origen de los trabalenguas es incierto, hay evidencia de que algunos surgieron durante el Imperio romano, mucho antes al nacimiento de Cristo.
Por ejemplo en latín: O Tite tute Tati tibi tanta tyranne tulisti (¡Oh Tito Tacio, tirano, tú mismo te atrajiste tan terribles desgracias!) del poeta romano Quinto Ennio (239 a. C. – 169 a. C.)
Y desde entonces se pueden encontrar trabalenguas en varios idiomas y en diferentes tiempos.
Pero estudios recientes sobre el cerebro revelaron la razón detrás de la dificultad de pronunciarlos.
“El trabalenguas está hecho para engañar”, explica la neuropediatra María José Mas Salguero.
“A pesar de que el cerebro está muy bien organizado -sobre todo la parte motora, que es la que mueve los músculos para hablar- al pronunciar un trabalenguas rápido, llega un momento que te puedes equivocar”, dice Mas Salguero, autora del libro “La aventura de tu cerebro. El neurodesarrollo: de la célula al adulto”.
La parte de la corteza motora del cerebro que controla los movimientos de la lengua, la laringe y los labios es muy extensa, porque los movimientos que hacemos para hablar son muy complejos.
Un estudio de 2013 de la Universidad de California, Estados Unidos, reveló que el cerebro coordina la articulación de las palabras no por el sonido, como se creía en el pasado, sino por los músculos que necesita mover.
Entonces la producción de ciertas consonantes y vocales cuya posición de la lengua o de los labios son parecidas o próximas se dificulta.
“Y el problema aparece porque en esta repetición de sonidos y palabras similares de los trabalenguas se requiere el mismo movimiento y es aquí donde el cerebro se confunde”, asegura Mas Salguero.
En el idioma español, por ejemplo, para pronunciar las letras ‘r’, ‘l’ y ‘t’, necesitas mover la parte delantera de la lengua.
Por eso, si dices rápido el trabalenguas “Tres tristes tigres comían trigo en un trigal”, puedes llegar a confundirte.
Ese también es el caso de las vocales ‘a’ y ‘o’ que se emiten con la boca abierta. Si las pronuncias cerca, puedes llegar a equivocarte.
A ver qué tal te va con este: “El cloro no aclara la cara del loro con aro de oro, claro que el cloro aclara el aro de oro en la cara del loro”.
“Esa combinación hace que el cerebro se confunda en donde tiene que poner la lengua, porque lo tiene que decir rápido y tampoco tiene mucho sentido”, aclara Mas Salguero.
Los trabalenguas pueden ser beneficiosos para mejorar el habla, pero no en todos los casos.
“Los trabalenguas se usan con algunos chicos, especialmente aquellos con dislalias“, asegura la fonoaudióloga Liliana Arjona, docente de patología y terapéutica del lenguaje de adultos de la Universidad de Buenos Aires.
Dislalia es un trastorno de la articulación por el cual la lengua tiene la dificultad para conseguir la fuerza necesaria para hacer un sonido en particular.
“Pero si un chico tiene mucha dificultad para organizar el punto articulatorio, no se lo puede someter a la complejidad del trabalenguas, porque terminas frustrándolo”, le dice Arjona a BBC Mundo.
En general, los trabalenguas tienen beneficios para mejorar la dicción y el ritmo del lenguaje, aseguran las especialistas.
Sin embargo, “cayeron en desuso” en las actividades profesionales porque quienes se dedican al lenguaje y rehabilitación se encuentran “con chicos que tienen muchas más dificultades que las dislalias simples”, afirma Arjona.
Sin embargo, pese a que en el área de la fonoaudiología los trabalenguas ya no son tan usados como en el pasado, no pierden su popularidad en el ámbito escolar y familiar.
“Siguen vigentes porque tienen que ver con que los chicos buscan crecer y sentirse adultos haciendo cosas cada vez un poquito más arriesgadas. Es un tipo de juego que está relacionado con la autoestima y con acercarse al mundo de los adultos”, opina el educador Carlos Silveyra, autor del libro “Trabalenguas”.
Así que “si al pronunciar te trabas con las palabras, practica con trabalenguas, porque trabalenguando, trabalenguando, te irás destrabalenguando”.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa 2018, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad peruana entre el 8 y el 11 de noviembre.